Albert Einstein tiene –de nuevo– la razón: una predicción de su teoría de la relatividad general fue probada con éxito en Chile al estudiarse el paso de una estrella cerca del agujero negro supermasivo situado en el centro de la Vía láctea.
“Verificamos una predicción importante de la teoría de la relatividad general en el entorno de un agujero negro, que es el corrimiento hacia el rojo de la luz” por el efecto de un campo gravitatorio intenso, declaró a la AFP Guy Perrin, uno de los padres del instrumento Gravity, que facilitó ese resultado, publicado en Astronomy & Astrophysics.
Un agujero negro es un objeto tan denso que su gravedad atrapa, incluso, la luz y, en sus cercanías, desvía la trayectoria de los haces luminosos. El centro de la Via Láctea, la galaxia en la que se encuentra la Tierra, alberga –a una distancia de 26.000 años luz– uno de esos monstruos invisibles, llamado Sagittarius A*, cuya masa es equivalente a 4 millones de veces la del Sol.
Sagittarius A*está rodeado de un conglomerado de estrellas que, debido a su fuerza de gravedad, alcanzan velocidades vertiginosas cuando se acercan a él. Apoyándose en Gravity y otros dos instrumentos, el equipo internacional de astrónomos se interesó en una de esas estrellas, S2, y la observó antes y después de su paso por el punto más cercano de su órbita en torno de a Sagittarius A*, que ocurrió el 19 de mayo.
El interferómetro Gravity, cuya concepción tomó más de diez años, combina la luz colectada por cuatro telescopios del VLT (Very Large Telescope) europeo instalado en el desierto de Atacama (Chile), y su resolución es 15 veces superior a la de los más grandes telescopios ópticos.
“Más de 100 años después de su artículo, que planteó las ecuaciones de la relatividad general, Einstein muestra que tiene de nuevo razón, en un laboratorio mucho más extremo de lo que él hubiera imaginado”, aseveró el Observatorio Austral Europeo.
Una pelota de tenis en la Luna
En actividad desde 2015, Gravity ya había observado el paso de la estrella S2 cerca del agujero negro en 2016, “pero esta vez, gracias a dos mejoras instrumentales, pudimos observar la estrella con una precisión sin precedentes”, subraya Reinhard Genzel, del Instituto Max Planck para la física extraterrestre, en Garching (Alemania), el otro padre de Gravity.
La precisión lograda fue de 50 microsegundos de ángulo, “o sea, el ángulo desde el cual una pelota de tenis colocada en la Luna sería vista desde la tierra”, según el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia.
Gracias a esta precisión, el movimiento de S2 alrededor de Sagittarius A* pudo ser detectado casi hora por hora. Cuando la estrella pasó a 120 veces la distancia Tierra-Sol del agujero negro (menos de 20.000 millones de kilómetros), su velocidad orbital alcanzó 8.000 kilómetros/segundo, o sea, cerca del 3 por ciento de la velocidad de la luz, condiciones suficientemente extremas como para que la estrella S2 sufriera efectos importantes relacionados con la relatividad general.
“Según esta teoría, un cuerpo masivo atrae la luz (curvando los rayos luminosos) o desacelera el tiempo. Este último efecto es el que conduce al enrojecimiento de la luz de la estrella en las cercanías de Sagittarius A*”, explica Guy Perrin, astrónomo en el Observatorio de París-PSL.
“Cuando la estrella se acerca al agujero negro, aparece más roja de lo que es en realidad, pues se produce una diferencia de longitud de ondas hacia el rojo, a causa de la muy fuerte atracción gravitacional del agujero negro”, agregó.
Es la primera vez que este efecto es medido de manera directa en lo que respecta al campo gravitacional intenso de un agujero negro. Para el ESO, estos resultados son “el punto culminante de 26 años de observaciones llevadas a cabo con esos telescopios”.
El consorcio que hizo la investigación es dirigido por el Instituto Max Planck de Física Extraterrestre, y participan en su actividad el CNRS, el Observatorio de París-PSL, la Universidad de Grenoble-Alpes y el centro portugués de astrofísica Centra.
Cinco momentos clave en la comprobación de la teoría de la relatividad general*
1919: La observación del eclipse total de Sol por Arthur Eddington en la isla Príncipe. Este evento, más que su rigor técnico, fue esencial para todas las futuras observaciones que, finalmente, verificaron la desviación de la luz al pasar cerca de masas como la del Sol.
1967: Medición, por primera vez, del retardo temporal, por Irwin Shapiro y su grupo. Usaron señales de radar reflejadas por Venus. Se verificó el efecto del la gravedad sobre el tiempo que registran los relojes.
1974: El descubrimiento indirecto de las ondas gravitacionales y de los pulsares binarios por Hulse-Taylor. Por ello se otorgaría el Premio Nobel de 1993. Después de observar el período orbital del sistema se encontró concordancia con la teoría general de la relatividad.
2011: La verificación de la deformación del espacio-tiempo alrededor de un cuerpo gravitante y la torsión por arrastre de este, realizada por la sonda Gravity Probe B.
2015: La prueba reina de la teoría general de la relatividad fue la detección, por primera vez y directamente, de las ondas gravitacionales por el grupo de investigadores de Ligo.
AFP
* Cronología proporcionada por José Robel Arenas, profesor de la Universidad Nacional de Colombia