Historias del Cosmos: Imágenes que inspiran ciencia

Estas evocaciones despiertan una oportunidad para abordar una de las alianzas más fructíferas y duraderas a lo largo de la historia, aquella que se ha establecido entre la ilustración y la ciencia.

(Lea también: Historias del Cosmos: un universo de símbolos)

Verdaderas obras de arte científico son por ejemplo los dibujos realizados hace un poco más de dos siglos, en el marco de la Expedición Botánica en el actual territorio colombiano, que, además de un valor estético significativo, son testimonios visuales de la rica biodiversidad de la región. En miles de estas láminas se capturan con precisión los detalles de las plantas recolectadas durante la expedición, proporcionando un recurso invaluable para la identificación y clasificación de especies.

La ilustración científica en occidente, que se remonta a los estudios de la historia natural con Aristóteles, ha desempeñado un papel crucial en la preservación del conocimiento tradicional y el patrimonio cultural, al igual que en la investigación, la educación y la comunicación de la ciencia.

Algunos ejemplos históricos destacados son las meticulosas ilustraciones anatómicas de Leonardo Da Vinci, que ayudaron a avanzar el estudio científico del cuerpo humano y el conocimiento médico, o los dibujos de Nicolás Copérnico o de Galileo Galilei, que transformaron nuestra visión del universo.

Un dibujo puede aportar representaciones precisas y detalladas de objetos, organismos y fenómenos, para facilitar la comprensión de conceptos complejos, y en el mejor de los casos incluso sustituir a la descripción teórica.

(Le puede interesar: Historias del Cosmos: La oscuridad del espacio exterior)

Muchos creyeron que la ilustración científica desaparecería con la llegada de la fotografía. Sin embargo, ese pronóstico no se cumplió. En lugar de ser reemplazadas, la fotografía y el dibujo comenzaron a complementarse. Generalmente, la ilustración consigue recrear detalles que la fotografía no logra, y en algunos casos recrea cosas que posiblemente nunca seamos capaces de fotografiar, como los paisajes de mundos distantes.

Justamente en la astrofísica moderna, que se basa en una combinación de observaciones directas, mediciones precisas y análisis de datos; la representación visual sigue siendo fundamental para comunicar conceptos complejos y descubrimientos científicos a audiencias variadas. Desde la visualización de datos observacionales hasta la creación de simulaciones computacionales y la difusión pública, la ilustración sigue siendo una herramienta poderosa para la exploración y comprensión del universo.

Sin embargo, la ilustración científica no solo sirve para comunicar datos, sino también para inspirar sueños y expandir los horizontes de lo posible. Este es el caso de la exploración espacial y Chesley Bonestell, uno de los artistas que combinó la precisión científica con un sentido artístico impresionante, para crear imágenes que inspiraron a generaciones de científicos, ingenieros y entusiastas del espacio.

Otras ciencias, como la arqueología o la paleontología, se nutren del dibujo para hacer una reconstrucción de lo que falta, añadiendo información que no existe a partir de lo que existe, dando así un valor añadido a la información gráfica.

(Lea además: Historias del Cosmos: surca los mares con las alas de la imaginación)

En la era de la inteligencia artificial, la ilustración científica experimenta una transformación sin precedentes, gracias a la capacidad para analizar grandes conjuntos de datos y generar representaciones visuales precisas y detalladas. De la automatización de imágenes de microscopía electrónica a la creación de modelos tridimensionales de estructuras moleculares, la IA amplía como nunca antes los límites de la visualización científica. Con todo esto, el papel de la creatividad humana y el juicio estético seguirá siendo fundamental para interpretar y contextualizar los resultados, y seguir aportando al avance del conocimiento científico.

SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica. Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional