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Historias del Cosmos: Lo que el eclipse me enseñó
Los eclipses han sido catalizadores de descubrimientos que cambiaron nuestra visión del universo.
Conocer al mayor cazadores de eclipses de la historia, era hacer una inmersión en la fascinación histórica, científica y cultural que han tenido estos fenómenos celestes en los seres humanos. El astrónomo Jay Pasachoff dedicó su vida al estudio de los eclipses, y fue testigo de la ocultación total del Sol por la Luna en más de 70 oportunidades, para lo cual tuvo que moverse con toneladas de instrumentos astronómicos y equipaje por todo el planeta.
Lo vi por última vez en el eclipse solar total del 21 de agosto de 2017 en Norteamérica, cuando ya estaba preparando las expediciones para los eclipses de la siguiente década, planes que la muerte le arrebató el año pasado.
Ahora que nos acercamos a un nuevo eclipse solar que será observado desde nuestro país el próximo 14 de octubre, es justo recordar a quienes, como Jay, fueron más allá del asombro, para estudiar los eclipses y aprender de ellos, transformando la ciencia para siempre.
El poder revelador de los eclipses solares permitió a Hiparco, hace más de dos mil años, calcular la distancia entre la Tierra y la Luna, observando la cantidad de disco solar cubierto por la Luna desde dos ciudades diferentes.
Siglos después, un eclipse total desconcertó a Johannes Kepler. En un principio, creyó que la corona solar, visible cuando la Luna cubre completamente el disco del Sol, se formaba debido a la dispersión de la luz en la atmósfera lunar. Con el tiempo se hizo evidente que la corona era, de hecho, una característica de la atmósfera solar, que incluye protuberancias que pueden extenderse cientos de miles de kilómetros.
Destacadas personalidades de la ciencia se inspiraron en la observación de eclipses de Sol. Así sucedió con la astrónoma Maria Mitchell, quien a los 12 años ayudó a su padre a calcular el momento de uno ocurrido en 1831. “Anteriormente, estar bajo las cataratas del Niágara o en la cima del Vesubio parecían ser los momentos de mi vida en los que estuve más cerca de las fuerzas de la naturaleza. Pero esas experiencias no eran nada en comparación con esto” fueron las palabras de la astrónoma Annie Cannon cuando pudo contemplar la majestuosidad del eclipse solar de 1900. Annie fue pionera en la clasificación de las estrellas usando la espectroscopia, la descomposición de la luz en sus diferentes colores (espectro), que nos revela información crucial sobre la composición química, la temperatura, la velocidad y otras propiedades de los objetos astronómicos.
Quedan pocas semanas para que en Colombia pueda apreciarse un eclipse anular de Sol. Foto:iStock
Fue precisamente el uso de la espectroscopia durante los eclipses lo que trajo importantes descubrimientos científicos a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Con esta herramienta, el astrónomo francés Pierre Janssen observó en 1868 un eclipse solar desde la India y encontró gran cantidad de hidrógeno en las protuberancias solares, pero además descubrió un nuevo elemento químico, el helio, que para entonces no se conocía en la Tierra, y cuyo nombre hace honor a la deidad griega del Sol.
El eclipse solar del año siguiente, permitió descubrir en la corona solar otro elemento más, que se denominó coronio. Solo hasta la década de 1930 se verificó que en realidad no era un nuevo elemento, y se trataba del hierro a altísimas temperaturas, de hasta millones de grados. Después de un siglo, aún no comprendemos exactamente por qué la atmósfera del Sol se calienta tanto.
Cuando hablamos de eclipses, uno de los más icónicos es, sin duda, el que contribuyó a confirmar una de las teorías científicas más prominentes de la historia moderna, la relatividad general, ocurrido el 29 de mayo de 1919. Durante el eclipse se llevaron a cabo dos expediciones científicas, una liderada por el astrónomo Arthur Eddington en la isla de Príncipe en África y otra en Brasil. Estas expediciones tenían como objetivo observar las estrellas cercanas al Sol durante el eclipse y comprobar si su luz se curvaba debido a la gravedad del Sol, como lo predecía la teoría de Einstein. Los resultados de estas observaciones confirmaron la predicción de Einstein y catapultaron su teoría de la relatividad a la fama mundial, cambiando nuestra comprensión de la gravedad.
Aunque el próximo eclipse solar no será total, siempre resulta emocionante presenciar cómo la mecánica celeste, con la armonía de los movimientos de la Luna y la Tierra, nos permite alinearnos perfectamente con el Sol. A lo largo de una franja de aproximadamente 200 kilómetros de ancho, que cruza diagonalmente el país de oeste a este, podremos contemplar el asombroso anillo dorado y recordar que los eclipses han sido catalizadores de significativos descubrimientos que cambiaron para siempre nuestra visión del universo.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional