¿Qué hay detrás del cierre de 6.263 colegios en Colombia en los últimos años y por qué esta situación se haría más dramática?

Hace unas semanas EL TIEMPO reveló un informe en el que se detalla el cierre de 769 colegios privados en el último año. Ahora, un informe del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana (LEE) dio a conocer cifras que muestran que esta situación sería mucho más alarmante y se estaría haciendo cada vez más dramática en los últimos años.

Y es que a través de un derecho de petición dirigido por el LEE al Ministerio de Educación, la entidad señaló que en los últimos seis años un total de 6.263 sedes educativas han cerrado en el país, correspondientes tanto a colegios públicos como privados. Esto es alarmante, ya que representa el 12 por ciento de todas las sedes educativas en Colombia.

Así las cosas, se tiene que, de acuerdo con las cifras reveladas por Mineducación en respuesta al derecho de petición, para el año 2019 cerraron en total 890 colegios, en 2020 fueron 830, en 2021 se registraron 1.780 cierres (siendo este el registro más alto), seguido de 2022 con 1.399 y 2023 con 1.190 casos. En lo corrido de 2024 van 174 establecimientos cerrados, pero se está a la espera de los registros de fin de año, que es cuando suelen subir estas cifras.

De estas sedes, se encontró que 2.446 corresponden a colegios privados (es decir, el 39,1 por ciento de los cierres), mientras que 3.817 son colegios públicos (el 60,9 por ciento).

Se trata de cifras reveladoras, que muestran que la crisis del sector no está afectando solamente a las instituciones privadas, como se creyó en un principio, sino que, por el contrario, el mayor número de cierres se evidencia en las públicas.

“El cierre de colegios en Colombia, tanto oficiales como no oficiales, responde a una variedad de factores que, en algunos casos, son coincidentes y en otros, difieren de manera significativa para los dos sectores”, explican los investigadores.

De esta forma, se encontró que uno de los factores comunes es una caída en la demanda de matrícula. Y es que las cifras oficiales del Sistema de Matriculas Estudiantil (Simat), del ministerio de Educación, muestra una evidente caída en el número de estudiantes en los últimos años.

Y es que mientras en 2010 se reportaron 11’122.874 estudiantes matriculados en la educación preescolar, básica y media, el año 2023 cerró con 9'800.134, 1,3 millones menos de estudiantes.

Pero a esto se suman los problemas financieros constituyen otra causa común para el cierre de colegios. La incapacidad de cubrir los costos operativos, que incluye el pago de salarios a los docentes, el mantenimiento de las instalaciones y la adquisición de recursos educativos, se ha vuelto un desafío significativo tanto para los colegios oficiales como para los no oficiales.

Sin embargo, esto sería mucho más dramático en el caso de los colegios privados, donde la estabilidad financiera es la principal causa de los cierres, según el informe. Y es que al depender en gran medida de las matrículas y otros ingresos privados, cualquier caída en la demanda puede desencadenar dificultades económicas que comprometen su operación.

A lo anterior se añade que “la regulación de tarifas impuesta sobre el servicio educativo privado, por un lado, alivia los costos que asumen los padres de familia; sin embargo, por otro lado, limita la capacidad de los colegios para ser financieramente sostenibles sin afectar negativamente la calidad. Esta situación ha llevado a la insostenibilidad de algunos establecimientos educativos”, explican los investigadores.

Y hay un factor adicional: los últimos años fueron complejos para la economía de las familias, muchas de las cuales optaron, principalmente en la pandemia, a matricular a sus hijos en instituciones públicas y no privadas para ahorrar dinero. Esto se evidencia en un incremento en las matrículas en colegios públicos en 2021 y 2022, los años más críticos en esta materia.

En lo que respecta al cierre de los colegios públicos, esto suele relacionarse más con decisiones gubernamentales (tanto nacionales como locales) en lo que respecta a la asignación de recursos. La normativa le permite al Estado optar por cerrar una institución educativa pública si no cuenta con un número suficiente de estudiantes, buscando así reubicar a los alumnos en colegios cercanos. Pero también se fuerzan los cierres por falta de disponibilidad de recursos, lo que obliga a las secretarías de educación a cerrar los establecimientos y reubicar a los estudiantes.

Todo parece indicar que, más allá de las dificultades económicas de las familias, hay un factor inherente de esta caída en el número de estudiantes matriculados en colegios y jardines infantiles: la caída en los nacimientos.

Así lo explica Gloria Bernal, directora del LEE de la Javeriana: “A nivel mundial se ha registrado el fenómeno de menores nacimientos, por tanto, si hay menos nacimientos, hay menos niños y niñas, lo que impacta en una menor demanda educativa, reducción de la matrícula, afectación en los ingresos de los establecimientos educativos, que, finalmente, se traduce en cierre de colegios en muchos casos. Bajo este panorama, es importante que el sistema educativo se prepare ante los diversos retos y oportunidades que traiga este fenómeno”.

Particularmente en el caso colombiano, mientras que en el 2012 en el país se registraron un total de 676.800 nacimientos (la cifra más alta en el periodo analizado), en el 2019 se redujo a 620.000 y en el 2023 se registró la cifra más baja de los últimos doce años: 510.748 nacimientos, lo que representó una caída del 11 por ciento frente al 2022, pero del 24,5 por ciento al compararlo con el 2012. Esto de acuerdo a cifras del informe de Estadísticas Vitales del Dane.

Todo esto impacta al sistema educativo, ya que representa menos estudiantes en los colegios, forzando el cese de actividades de algunos de ellos. Y esto también implica un duro golpe para quienes trabajan en este sector, que al menos en el caso de los colegios públicos representa la nómina más grande del Estado.

“Este cierre produce efectos negativos directos como el hecho de que parte o todo el personal docente y istrativo quede desempleado o en el mejor de los casos, sea reubicado; así como indirectos como el que tendrá niños, niñas y adolescentes que están dentro del sistema educativo, en el sentido que, si no existe otro establecimiento similar o cercano al lugar de residencia del estudiante, estos presenten altas probabilidades de no volver al colegio, y con ello, se incrementa la deserción escolar”, explicó Bernal.

Todo parece indicar que esta caída en los nacimientos de los últimos años se mantendrá durante décadas. Al menos eso es lo que se evidencia en las previsiones y proyecciones del Dane.

De acuerdo con esta entidad, mientras que en el 2000 el 35,9 por ciento de la población nacional tenía 16 años o menos, para el 2024 este porcentaje se redujo en 11 puntos porcentuales (pp) alcanzando tan solo el 24,9 por ciento. Para 2070 se proyecta que la participación se reduzca al 13,9 por ciento, lo que implica un constante descenso en la población en edad escolar.

Así lo explica el informe: “La caída continua en los nacimientos en Colombia junto con la mayor esperanza de vida ha producido un cambio en la composición demográfica de la población en el país. Eso quiere decir que cada vez más se amplía la parte alta (cima) de la pirámide poblacional (aumenta el porcentaje de personas adultas mayores o en etapa no productiva) y en paralelo se reduce la base de la pirámide (se reduce la participación de personas jóvenes o en etapa productiva)”.

Y agrega: “Ante esta situación, los establecimientos educativos que conforman la oferta educativa han venido obtenido menores ingresos por concepto de matrículas (y otros ingresos complementarios como ventas en restaurantes o cafeterías propias, entre otras), que ante unos costos sostenibles o fijos hacen que la provisión de la educación y mantenerse a flote sea todo un desafío”.

MATEO CAHCÓN ORDUZ

Subeditor Vida - Educación