En la América del siglo XIX se tenían
mascotas por las mismas razones en las que se las tiene en la actualidad, por compañía, sin embargo, en el caso de los perros, estos se utilizaban para pastoreo, casa y protección.
Por el lado de los gatos, estos mantenían el control en cuanto a los insectos dentro y fuera de los hogares. Más adelante, se empezaron a valorar como mascotas.
Así mismo, se tuvieron varios animales como mascotas como las ardillas, aves salvajes, mapaches, caballos, serpientes, tortugas, siervos, entre otros.
De acuerdo con el portal 'World history' muchos habían traído animales desde Europa para luego domesticarlos con otros animales que encontraron en Norteamérica. Antes de la llegada de los europeos a América, algunos nativos también habían tenido como mascotas pavos y perros.
Según algunas investigaciones, se cree que los perros empezaron a domesticarse por parte de los nativos de Norteamérica hace más de 14.000 años, de igual forma se cree que el primer perro que llegó a Norteamérica fue una especie dingo, de los cuales se utilizaron para la protección de casas, la caza, los trineos y en algunos lugares su era pelo utilizado para hacer mantas.
La historia del perro y la Gran Medicina de Los Cheyenes cuenta algunos detalles de cómo los perros eran considerados un regalo de los dioses.
El dios de los Cheyenne les enseñó cómo capturar lobos jóvenes para criarlos como mascotas, puesto que recibían constantes ataques de otras tribus, no tenía los medios para perseguir búfalos y cazarlos, así como tampoco para transportar el maíz. De esta manera fue que esta tribu pudo domesticar a los lobos que más adelante se convertirían en perros.
Por el lado de los gatos, antes de este siglo habían sido utilizados únicamente para el control de plagas, así como también eran relacionados con culturas paganas.
En el siglo XVIII los felinos se convirtieron en una mascota tan mimada como en la actualidad, en retratos de familias de esta época se observa a un gato como mascota familiar.
Asimismo, animales como siervos aparecían en los retratos de estas épocas, los cuales eran paseados con correa y aparecían en los jardines de las propiedades coloniales.
Las ardillas también figuraban como mascotas de la época, las cuales se domesticaban y se vendían en las plazas de mercado. A estas se les ponía collar y correa y se las paseaba tal y como se hacía con los perros.
Los castores eran animales muy populares en la época y se los entrenaba para atrapar peces y llevarlos al hogar. Por el lado de los mapaches, los cuales también eran domesticados, se los entrenaba para que robaran alimentos.
Las chicas jóvenes usualmente tenían como mascotas serpientes o monos pequeños, sin embargo, se dejó de mantener esta tradición porque no conservaban limpio el hogar.
A pesar de qué se tenía como mascotas, algunos animales exóticos siempre se volvía a la tradicional: perros y gatos.
LUZ ANGELA DOMÍNGUEZ CORAL
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO
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