En septiembre de 2021, el Ministerio de Hacienda de Colombia emitió 750.000 millones de pesos en bonos verdes soberanos entregados en moneda local. Colombia se convirtió así en el segundo país de la región en emitir estos títulos de deuda (que se usan para financiar proyectos sostenibles) y el primero en hacerlo en su moneda, pues Chile, pionero en el tema, emitió en dólares y euros. De hecho, los inversionistas ofertaron 4,6 veces más que lo que ofreció inicialmente el Minhacienda al mercado, que fueron 500.000 millones de pesos y se recibieron ofertas por 2,3 billones.
Ahora, el camino lo han seguido las empresas privadas, que empiezan a ver en los bonos verdes una apuesta no solo por el negocio, sino por el futuro del mercado y el mundo, algo que además empieza a verse respaldado por la mirada de los inversionistas.
La semana pasada, el banco Finandina BIC hizo su primera subasta para emitir bonos verdes. En una exitosa jornada en la Bolsa de Valores de Colombia, el banco ofertó 100.000 millones de pesos y recibió ofertas de adquisición por 264.756 millones de pesos, con un BID to cover (índice que mide la relación de oferta y demanda de los bonos), de la más alta observada en 2022 para emisiones de deuda, 2,6 veces más del monto ofrecido en la subasta. El objetivo de los fondos: financiar proyectos elegibles de transporte sostenible (créditos destinados para la adquisición de vehículos eléctricos, híbridos, operados con hidrógeno o de tecnologías eficientes de última generación que garanticen la mitigación de la huella de carbono).
Finandina BIC, claro, no fue el primer emisor de bonos verdes en el mercado privado del país. Ya otras grandes compañías como el Banco de Bogotá lo habían hecho para financiar proyectos de energía renovable, manejo de residuos y eficiencia energética. También lo han hecho otros como Bancolombia, Isa , Bancóldex y Davivienda. Pero que un banco pequeño le apueste a portafolios de productos de este estilo con una aceptación tan grande de los inversores muestra una tendencia de la industria financiera hacia la búsqueda de proyectos que no solo generen crecimiento y rédito, sino que a la vez cuiden de los recursos, en el segundo país más biodiverso del planeta.
Pero ¿cómo el mercado financiero está apalancando un desarrollo más sostenible en el país? Básicamente, lo que hizo Finandina BIC fue pedir dinero en el mercado público de valores a inversores para luego ellos prestar ese dinero, pero solo a aquellos que vayan a invertirlo en adquirir vehículos con menores emisiones y más responsables con el planeta. Lo mismo que hizo el Ministerio de Hacienda en 2021, que solo podrá invertir los 750.000 millones de pesos que pidió en proyectos de gestión y saneamiento de agua, servicios ecosistémicos y de biodiversidad, transporte limpio y fuentes de energía no convencionales. Temas claves en la lucha contra la pérdida de la biodiversidad, la contaminación de los ecosistemas y la disminución en la emisión de gases.
El gerente general del banco Finandina BIC, Orlando Forero, asegura de que a pesar de que son un banco de tamaño pequeño en la industria, lo que están buscando es crear una tendencia de productos sostenibles en el mercado financiero basados en su visión de ser más responsables con el planeta, algo que ya están valorando sus inversores, mayormente empresas de capitalismo sostenible.
“Creo que la tendencia del mercado, no solamente de los clientes, sino de los potenciales empleados, está cambiando hacia la demanda de empresas de capitalismo consciente, o empresas de triple impacto. Y eso va a empezar a estar marcando en el mercado no solamente en productos de inversión de los grandes fondos de pensiones, de los fondos de inversión institucionales, sino también en la demanda de productos al público. Como los de financiación de vehículos que no tengan emisión de dióxido de carbono, y algunos otros proyectos que ya empiezan a exigirnos la calificación de elegibilidad”, destaca Forero.
En el caso de Finandina, que ya tiene el calificativo BIC, que lo determina como una compañía de Beneficio e Interés Colectivo, que busca generar una repercusión más allá de lo económico, se han enfocado en los vehículos porque cuando nacieron en 1977 como entidad financiera fue a eso a lo que se dedicaban: a los préstamos para adquisición de vehículos. Hoy, cinco años después de convertirse en banco digital, y tras 20 emisiones en el mercado de valores, una de ellas enfocada únicamente en ofrecer productos sostenibles, Forero destaca que lo que buscan es que las demás compañías empiecen a ver que se puede hacer negocios, ser rentables y a la vez impulsar el cuidado del ambiente y los recursos.
“Sin ser requisito, el año pasado el banco tomó la decisión de convertirse en un banco carbono neutral, y en la medida en que las entidades vayamos tomando estas decisiones el resto de agentes en el mercado van a ir siguiendo esta buena costumbre, porque necesitamos ser rentables en el largo plazo, pero también ser conscientes de que tenemos impacto socioambiental que debemos mitigar, medir y de alguna forma compensar”, dice Forero.
EDWIN CAICEDO | REDACTOR MEDIOAMBIENTE
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