Algunos científicos hablaban, hace 20 años, de que quedaban 60 cóndores en toda la geografía nacional. Hoy, sondeos más optimistas estiman que sobreviven entre 90 y 130, sobrevolando las sierras nevadas de Santa Marta y El Cocuy (Boyacá), en algunos páramos como el del Almorzadero, situado entre Santander y Norte de Santander, y en zonas de La Guajira, Cesar y Cauca. También en los parques nacionales Puracé (Cauca y Huila), Tamá (Norte de Santander), Chingaza (Cundinamarca), Galeras (Nariño) y Los Nevados (Tolima, Quindío y Caldas), entre otros.
Para conocer realmente cuántos son y dónde están distribuidos, la Fundación Neotropical, con el respaldo de Parques Nacionales Naturales de Colombia, WWF, WCS y la Fundación Hidrobiológica George Dahl realizarán el Primer Censo Nacional del Cóndor Andino entre el 13 y el 15 de febrero.
“Hay un vacío de información enorme. Con los cóndores ocurre algo complejo: y es que por su alta capacidad de movilidad, el ejemplar que vieron en Santander puede ser el mismo que han observado en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Por eso es necesario utilizar la metodología del conteo simultáneo para que muchas personas, al mismo tiempo, estén recogiendo información en la mayor cantidad de puntos posible y evitar que se haga un reconteo de ciertos individuos”, explica Fausto Sáenz, investigador de la Fundación Neotropical y uno de los coordinadores del censo.
Personas de diferentes disciplinas, mayores de edad, y que se inscribieron voluntariamente y virtualmente hasta diciembre pasado, serán las encargadas de reportar los avistamientos (a finales del 2020 había 174 personas inscritas).
La idea es que ellas, con el respaldo de las corporaciones autónomas, universidades y otras organizaciones, puedan reportar la mayor cantidad de cóndores, desde sitios estratégicos escogidos previamente con base en registros históricos o por análisis satelitales, y en los que se presume que podrían existir poblaciones establecidas del Vultur gryphus, su nombre científico.
Para que la labor de los observadores sea exitosa, serán organizados en grupos, capacitados y dirigidos por varios coordinadores regionales, para que adquieran habilidades básicas como diferenciar un macho de una hembra, esto con tal de que puedan identificarlo en pleno vuelo y consignar sus datos en una plataforma digital.
Mejorar repoblamientos
Saénz, quien lleva más de 10 años estudiando la especie, la cual fue además el centro de estudio de su doctorado, agrega que resulta determinante “que el censo permita saber dónde están las poblaciones silvestres más importantes para hacer mejores repoblaciones, procesos que además tengan en cuenta la proporción que puede existir entre machos adultos frente a hembras adultas".
Y esto último es definitivo porque, entre los cóndores, el macho domina a la hembra, y esta última tiene una tasa de mortalidad más alta precisamente por estar sometida a ese dominio, lo que la obliga a tener, entre otras cosas, un menor a alimento. “Entonces, si un proceso de reintroducción libera muchos machos en determinadas zonas, las hembras van a sufrir más. En ese sentido, el censo nos permitirá saber qué hacer para no crear un desbalance entre ejemplares”, agrega el experto.
Por todo esto, y con el fin de blindar su existencia, es que se necesita saber con exactitud dónde está habitando esta ave insignia, en qué lugares se ubican sus poblaciones más importantes y dirigir hacia esas coordenadas, con el apoyo comunitario, las principales acciones para protegerla.
CON INFORMACIÓN DE WCS
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