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Esto dice el acuerdo para evitar extinción de especies y salvar la naturaleza
El histórico acuerdo de la COP15, reconocido por 196 países, plantea proteger el 30 % del planeta.
Nuevas especies en Colombia. Primera expedición de biodiversidad por la cuenca del río Tillavá. Foto: Instituto Humboldt
Mientras el resto del mundo estaba viendo una de las finales históricas para el fútbol, cientos delegados, líderes políticos, oenegés y representantes de 196 países estaban pactando un acuerdo para salvar la naturaleza calificado, también por algunos, como histórico.
El texto, que surgió de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP15) celebrada hasta la madrugada de ayer 19 de diciembre en la ciudad de Montreal, Canadá, plantea, entre otras cuestiones, proteger al menos un 30 por ciento de la superficie del planeta antes de 2030 para preservar la biodiversidad y detener la extinción de especies.
Equiparado con el Acuerdo de París pero referente a la biodiversidad, el documento no sólo plantea la urgencia de salvaguardar a la naturaleza como uno de los pilares claves para mantener el equilibrio del planeta, sino que además establece esta década como la ventana inapelable de acción.
“Estamos en un momento histórico. Por primera vez el planeta decide tomar acciones contundentes para adoptar un marco global de biodiversidad que nos permita tener una visión ambiciosa y transformadora. En este momento el tema es la urgencia de la pérdida de biodiversidad”, aseguró Lucía Ruiz, coordinadora de Biodiversidad y Finanzas de WWF México, que hizo parte de la delegación latinoamericana de la oenegé ambientalista en la COP15.
Para ella es clave dejar claro que la velocidad y la escala del impacto negativo de las actividades humanas en la naturaleza, que se manifiesta en el descenso del 69 por ciento (promedio) en la abundancia poblacional de mamíferos, reptiles, aves, peces y anfibios de todo el mundo. Una situación que tiene aún más impacto en América Latina y el Caribe, que a pesar de ser una de las regiones más biodiversas del planeta, es también la de mayor declive, con una disminución del 94 por ciento en las poblaciones monitoreadas.
Planeta Vivo advirtió que las poblaciones de flora y fauna se redujeron en un 69 por ciento desde 1970. En la foto mortandad de ballenas en Tasmania. Foto:AFP
En ese sentido, destaca Ruiz, es necesario dejar claro que la región tendrá que jugar un papel clave en la protección a futuro de la naturaleza y será también receptora de muchas de las iniciativas y apoyos que el acuerdo plantea.
Por ejemplo, entre lo establecido en el documento está que los países firmantes garantizarán que las zonas dedicadas a la agricultura, la acuicultura, la pesca y la silvicultura se gestionen de forma sostenible, con un incremento sustancial del uso de prácticas respetuosas con la biodiversidad; así como que se restaurarán el 30 por ciento de los ecosistemas degradados, como mínimo.
El texto final para la preservación de la biodiversidad planetaria establece 4 metas a 2050 y 23 objetivos a 2030 para lograrlas. Además, también se crea un fondo a 2030, vía acciones nacionales e internacionales, de al menos, 200.000 millones de dólares al año, procedentes tanto de fuentes públicas como privadas.
En paralelo, se asume que los países más ricos proporcionarán al menos 20.000 millones al año (objetivo a 2025) y 30.000 millones al año (objetivo a 2030) a los países en vías de desarrollo para la preservación de su naturaleza.
Las partes también se comprometen a reducir a la mitad el exceso de nutrientes y el riesgo global que suponen los pesticidas y los productos químicos altamente peligrosos a 2030. Además, trabajarán para suprimir progresivamente o reformar subvenciones que perjudican a la biodiversidad en, al menos, 500.000 millones de dólares al año, al tiempo que aumentarán los incentivos para la conservación y el uso sostenible de la misma.
El 18 de mayo, diversas organizaciones se movilizaron en 40 países contra Monsanto y sus agroquímicos. Foto:Philippe Wojazer / Reuters
Prevenir la llegada de especies exóticas invasoras e impedir su establecimiento en las distintas zonas geográficas, es otro de los puntos del acuerdo, que recoge también reducir a la mitad el desperdicio alimentario y rebajar significativamente el consumo excesivo y la generación de residuos. El texto incluye exigir a las grandes empresas e instituciones financieras que controlen, evalúen y divulguen sus riesgos, dependencias e impactos sobre la biodiversidad.
Los elogios y la calificación de histórico llegaron desde todos los frentes: La ONU, Reino Unido, Chile, la Unión Europea, y oenegés ambientalistas como la misma WWF. Sin embargo, algunos expertos critican que este documento pueda convertirse en un segundo Acuerdo de París desde lo negativo. Básicamente un texto con metas necesarias, buenas intenciones pero con metas poco posibles de ser alcanzadas, sobre todo en temas financieros, como ya se ha visto antes.
Según advierte el investigador y profesor de la Universidad del Rosario Manuel Guzmán-Hennessey, el compromiso de proteger al menos 30 por ciento de las áreas terrestres y marítimas del mundo para 2030, “es una manifestación de buena voluntad que, una vez más, refleja la hipocresía de las grandes potencias. Declaran en las cumbres que la pérdida de la biodiversidad es un problema crítico pero no atienden financieramente la restauración de acuerdo a la gravedad de la crisis”.