En 1993, con la creación del Ministerio de Ambiente,
nació también una de las bases de datos más importantes para la biodiversidad del país. Aunque su entrada en funcionamiento fue apenas después del año 2000, el
Sistema de información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB Colombia) es quizá uno de los bancos de documentos más importantes para el sector ambiental, pues resguarda 20’645.440 de registros biológicos de especies avistadas en el territorio nacional.
Cada registro se traduce en la observación, preservación o muestra de una especie. Es decir, cada vez que una organización adscrita, sea pública o privada, obtiene algún dato de un individuo, esa información va a parar al SiB, lo que ayuda a incrementar el tamaño de la base y aumenta la disponibilidad de información gratuita para investigadores nacionales o extranjeros.
Y en ese trabajo el 2022 ha sido un año clave, porque se obtuvieron 6’401.123 nuevos registros biológicos, cifra récord de los últimos diez años y que representa un incremento de 44 por ciento con respecto a la del año anterior.
Según explica Dairo Escobar, coordinador del SiB Colombia, la cifra récord del año pasado y el hito obtenido de superar los 20 millones de registros fueron posibles en gran medida gracias a los 192 colaboradores de múltiples sectores que aportan al objetivo de consolidar la infraestructura de datos abiertos sobre biodiversidad más grande del país.
“Las organizaciones publicadoras son el corazón de todo esto. El SiB no funcionaría sin la participación voluntaria de estas organizaciones. Este es un modelo 100 por ciento colaborativo. Uno creería que el Estado invierte en esto miles de millones para poder concentrar y agrupar esta información, pero resulta que no. Aquí estamos en un modelo distribuido y colaborativo que depende de la voluntad de esas organizaciones”, señala Escobar.
De acuerdo con el experto, desde 2012 el SiB Colombia ha trabajado en superar varios retos para lograr el crecimiento al cual ha llegado, entre ellos: la baja disponibilidad de recursos económicos, la puesta en funcionamiento de una infraestructura informática escalable y, el desafío con el mayor grado de dificultad, fortalecer y consolidar una cultura de trabajo que reconozca la importancia de compartir datos abiertos para su uso libre y gratuito.
Más de diez años después, la mayoría de esas dificultades se han podido sortear y hoy el SiB Colombia no solo ha crecido a pasos agigantados, sino que también ha logrado llegar a zonas de gran importancia ecosistémica que sin embargo carecían, en su gran mayoría, de datos disponibles sobre las especies presentes en el lugar.
“Hoy tenemos cada vez más información de regiones que históricamente han estado olvidadas en diferentes sectores. Hay más datos de La Guajira y la región Caribe Norte, la Amazonia, la Orinoquia y el Chocó biogeográfico. Son áreas importantísimas en términos de biodiversidad para el país, pero de las que menos sabemos”, indica Escobar.
Otro punto para resaltar, según el experto, es el trabajo que el sector empresarial ha aportado para el crecimiento del SiB Colombia. Durante los últimos dos años, gracias a la alianza hecha con la Asociación Nacional de Industriales (Andi), que ha traído como resultado cerca de tres millones de registros de los 20 millones totales, aunque la academia y las ONG siguen ocupando los primeros puestos.
Por otro lado, un poco más del 50 por ciento de los datos han sido aportados por la iniciativa de ciencia ciudadana e-Bird, una plataforma de observaciones sobre aves que proporciona a científicos, investigadores y naturalistas aficionados datos en tiempo real sobre la distribución y abundancia de aves.
Al ser Colombia el segundo país con mayor diversidad de este grupo, es coherente que 10’878.787 de los datos se atribuyan a aquella plataforma.
Para él, finalmente, el mayor logro de esta información es que se use. Todos los datos están disponibles en la página web de
www.biodiversidad.co, y al ser totalmente gratuitos y abiertos no solo sirven para que científicos investiguen o legisladores creen políticas, sino también para desarrollar talleres, publicaciones impresas, campañas de responsabilidad ambiental, veeduría, turismo responsable, entre otros
productos que puedan tener como base el conocimiento real de la biodiversidad de Colombia. “Esta información es completamente abierta. Cualquier persona puede hacer reúso de ellos. Esta no es una biblioteca bajo llave, no. Pueden ser usados de diferentes maneras y eso le da un valor enorme porque permite la aceleración de la generación de nuevo conocimiento sobre la biodiversidad. Esos datos son el insumo para responder nuevas preguntas. Por ejemplo, hay grupos de investigación en el país y en el mundo que quizá no tienen suficientes recursos para levantar datos en ciertas zonas de interés, pero otros ya lo hicieron y los compartieron, entonces esos datos pueden ayudar. Así, cada vez tenemos más publicaciones académicas y divulgativas a partir de esta información”, finaliza el experto.
EDWIN CAICEDO | REDACTOR MEDIOAMBIENTE