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Especies en peligro están cercadas por microplásticos
Científicos alertan de su impacto en el medioambiente y urgen estudiar las consecuencias.
La foca monje del Mediterráneo está amenazada y afectada por microplásticos. Foto: iStock
La instantánea de una tortuga boba atrapada entre redes de pesca o la de un caballito de mar que se aferra a un bastoncillo para los oídos dieron la vuelta al mundo. No fue solo por el premio fotográfico que recibieron sus autores, sino también por ser una alegoría del daño que causamos a los ecosistemas marinos. Pero si nos impactan estas y otras imágenes, como la de cetáceos atiborrados de plásticos que varan en la costa, esa es solo una realidad de lo visible. Existe otra más pequeña que casi no se percibe ni se retrata: la de los microplásticos que también los amenazan.
Estas diminutas partículas de menos de 5 mm se han extendido hasta los lugares más remotos del planeta, pueden perdurar durante más de cinco décadas en las cadenas tróficas y muchas especies están en riesgo de ingerirlas.
Cada vez más estudios se centran en analizar su presencia, como biomarcadores del estado de nuestros océanos, para conocer el riesgo que suponen a los humanos o el impacto en la salud de los animales. Se ha descrito su presencia en más de 690 especies, principalmente marinas, 200 de las cuales son comestibles.
Los depredadores son especialmente vulnerables a los microplásticos de origen antropogénico debido a su elevada posición trófica y a que su presencia en nuestros océanos no para de crecer. Ponen en jaque a grandes mamíferos, como la ballena azul, que consumen grandes cantidades de alimentos y están en peligro de extinción, pero no son una excepción. Acá, unos ejemplos.
El 100 por ciento de las muestras de piensos o alimentos triturados contenían cantidades detectables de al menos un tipo de plástico. Foto:iStock
Foca monje mediterránea
Hubo un tiempo en que este mamífero marino (Monachus monachus) habitaba toda la costa mediterránea. Sin embargo, en la actualidad está catalogada como “en peligro de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), con menos de mil ejemplares en el mundo y está en la lista de las diez especies de mamíferos más amenazados del planeta.
La Universidad de Lisboa lidera una investigación que ha estudiado las poblaciones de la isla portuguesa de Madeira para conocer cómo les afectan estas partículas.
“Los archipiélagos son más vulnerables a la acumulación de plásticos. Como consecuencia, los organismos marinos insulares corren un mayor riesgo de ingerir microplásticos y otros contaminantes que los que viven en entornos más abiertos”, explica Ashlie McIvor, autora principal del estudio.
Este trabajo, publicado en la revista Science of The Total Environment, se basó en el análisis de los excrementos del animal. El 100 por ciento de las muestras contenían estos restos en su interior.
Los grandes escualos tampoco escapan a esta amenaza. Este es el caso de un depredador superior amenazado y poco conocido, el marrajo negro (Isurus paucus). Su baja fecundidad, su madurez sexual tardía, así como otras amenazas antropogénicas, lo han llevado al riesgo de extinción.
Proporcionamos una base importante sobre la ingestión de plásticos en este tiburón. Este trabajo aporta una medida cuantitativa preliminar que podría utilizarse en futuros estudios sobre el riesgo
Su estudio no es fácil debido a la escasez de ejemplares, pero la Universidad Oceánica de Shanghái (China) ha conseguido analizar el contenido estomacal de esta especie en un ejemplar capturado accidentalmente en el océano Pacífico.
“Proporcionamos una base importante sobre la ingestión de plásticos en este tiburón. Este trabajo aporta una medida cuantitativa preliminar que podría utilizarse en futuros estudios sobre el riesgo en depredadores superiores”, dice Yi Gong, que lidera este trabajo.
Examinaron los plásticos en este espécimen hembra (1,22 m de longitud) y sus presas para evaluar el potencial de transferencia trófica de microplásticos. En el estómago se hallaron envases de polipropileno de botellas y piruletas, peces lanceta (Alepisaurus ferox) y calamares. Aunque no se observaron lesiones internas aparentes, estos contaminantes no podían atravesar la unión entre el estómago y el píloro; además, le podrían haber causado obstrucciones en el sistema digestivo o la muerte.
“Actualmente no existe un protocolo estandarizado para evaluar sistemáticamente los riesgos potenciales de los microplásticos en los tiburones pelágicos. Además, no se ha determinado el riesgo ecológico potencial, porque los estudios de laboratorio se ven obstaculizados por condiciones de exposición poco realistas”, asegura el científico.
Los fragmentos y gránulos de estos tóxicos, confirmados por espectroscopia infrarroja directa con láser, se hallaron en el sistema digestivo de los calamares intactos ingeridos, por lo que podría producirse una transferencia trófica entre el tiburón y la presa.
Esa no es la única especie de tiburón que han analizado este científico y su equipo. En otro trabajo recurrieron a la tintorera (Prionace glauca) para determinar que cerca del 40 por ciento de los ejemplares estudiados tenían microplásticos en su organismo, uno de ellos con un nivel de riesgo ecológico alto debido a la gran presencia de PVC.
Existen también otros estudios sobre la afectación de estos materiales en especias en peligro, como el charrán rosado, un ave ya castigada por la gripe aviar, y las anguilas europeas.