En menos de un mes, entre mayo y junio, cuatro multinacionales anunciaron su compromiso de reducir la cantidad de plástico que producen. La empresa Royal Caribbean, en sus 50 cruceros, y la cadena de hoteles Hilton, en sus 650 propiedades, se comprometieron a reemplazar los pitillos plásticos por unos de papel antes del 2019. También se sumó la multinacional de objetos para el hogar Ikea, la cual aseguró que eliminará de sus tiendas los productos de un solo uso hechos con este material para 2020.
El comunicado más reciente fue el de McDonald’s. La compañía de comidas rápidas también cambiará sus pitillos plásticos. La medida aplicará en sus locales del Reino Unido a partir de septiembre, por lo que diariamente dejarán de circular 1,8 millones de pitillos, cuyo destino final suelen ser los océanos.
Desde la década de 1950, cuando empezó la producción industrial de estos materiales sintéticos, obtenidos a partir de derivados del petróleo, la humanidad ha generado 8.300 millones de toneladas de plástico, según un informe de la Universidad de Georgia, la Universidad de California y la Asociación de Educación del Mar.
Esta producción equivale al peso de 822.000 torres Eiffel, una cantidad que ha ido a parar a vertederos o al medioambiente en el 60 por ciento de los casos. Anualmente, 12,7 millones de toneladas de plástico acaban en el océano, lo que equivale a un camión de basura lleno de plástico por minuto.
Durante poco más de seis décadas, los residuos se han acumulado en cinco grandes islas de plástico en los océanos. La más grande está en el Pacífico Norte, entre California y Hawái, y tiene una extensión que equivale a tres veces la de Francia. La componen 1,8 billones de piezas de plástico, 250 por cada ser humano en el planeta.
Para Silvia Gómez, coordinadora de Greenpeace Colombia, el principal problema del plástico es la desproporción entre su tiempo de uso y el tiempo que permanece en la naturaleza: “Utilizamos una botella durante máximo 15 o 20 minutos, pero se descompone miles de años después. No llega a biodegradarse, solo se fragmenta en trozos más pequeños que siguen siendo tóxicos”.
Se estima que el 90 por ciento de todas las aves marinas han comido plástico de algún tipo. La razón es que confunden los colores brillantes de las piezas pequeñas de desechos con alimento. Y Greenpeace ha advertido que una de cada tres tortugas y al menos la mitad de las especies de ballenas y delfines también han ingerido este tipo de materiales.
Ante la magnitud de la amenaza para la vida en el planeta, acciones como las de las multinacionales resultan importantes, pero, a juicio de Gómez, insuficientes. Su opinión coincide con la del experto Manuel Rodríguez Becerra, el primer ministro de Ambiente que tuvo Colombia, quien opina que “las multinacionales están comprometiéndose con este tipo de acciones por un tema más reputacional que por cualquier otra cosa, debido a la presión de la sociedad civil”.
Precisamente, en el comunicado que anunció la medida de eliminar los pitillos plásticos, McDonald’s explicó que lo hace motivada por la demanda de sus clientes por un servicio más amigable con el medioambiente.
El poder de los consumidores parece ser más efectivo que el de los activistas, pues la junta directiva de McDonald’s había rechazado en mayo la petición de la ONG SumOfUs de eliminar los pitillos de plástico.
“Pero los grandes problemas ambientales no se han resuelto con voluntarismo, sino a raíz de acuerdos multinacionales”, opina Rodríguez, quien deposita sus esperanzas en el tratado internacional para proteger el medio marino en alta mar, votado positivamente por la Asamblea General de las Naciones Unidas a finales del año pasado.
El académico señala un estudio del Helmholtz-Centre for Environmental Research (UFZ), en Alemania, que revela que el 95 por ciento del plástico que contamina los océanos proviene de diez ríos, nueve de ellos en Asia. Por lo tanto, enfocar los esfuerzos en reducir los desechos que diariamente circulan por esas fuentes de agua mermaría el impacto sobre los mares.
Por el momento, ante la ausencia de esos acuerdos internacionales, hay decisiones unilaterales de los Estados. El Reino Unido firmó un ‘Pacto por el plástico’ con 40 compañías, entre ellas grandes productoras de plástico, como Coca-Cola y Nestlé, con el propósito de que el 100 por ciento de los empaques que producen sean reciclables de aquí al 2025.
Y más de 30 países han prohibido el uso de bolsas plásticas. Otros, como Colombia, han impuesto una tarifa por su uso. La cuenta regresiva de la amenaza del plástico exige que estas medidas proliferen y se profundicen porque, si se mantiene este ritmo de producción de desechos, en el 2050 habrá más plástico que peces en el océano.
¿Qué puede hacer usted para reducir el uso de plástico?
Con acciones básicas en su cotidianidad, las personas pueden ayudar a que menos plástico llegue a la naturaleza, como explica Laura Ossa, docente investigadora de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia.
Los cinco pasos son: rechazar, reutilizar, reducir, reciclar y reusar. Rechazar, el más importante, implica no aceptar bolsas plásticas, pitillos u otros elementos de un solo uso. Reutilizar tiene que ver con el uso de artefactos con mayor vida útil que el plástico, como bolsas de tela y vasos de vidrio. Reducir, es utilizar la menor cantidad de plástico posible. Reciclar implica disponer los desechos de forma que pasen por un proceso industrial que los haga útiles de nuevo.
Finalmente, reusar es darle un nuevo uso a un objeto dañino para el planeta, como cuando se usan botellas para materas o se utiliza ese plástico en muros y otras estructuras.
JUAN MANUEL FLÓREZ
Escuela de Periodismo Multimedia de EL TIEMPO