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San Andrés: dos jóvenes buscan cuidar la isla de los residuos peligrosos
El proyecto Ecoísla SAI, fundado por isleños, se convirtió en el primer gestor ambiental autorizado.
Humberto García es un joven ingeniero de 26 años y el líder del proyecto llamado Ecoísla S. A. I. Foto: Archivo particular
Trabajar con residuos peligrosos no es sencillo. Recogerlos, almacenarlos y luego procesarlos es un reto que requiere de operadores con varias certificaciones, centros de acopio con características muy específicas y hasta vehículos diseñados únicamente para el transporte de ese tipo de residuos. Pero ese reto, en las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, ubicadas a más de 700 kilómetros de territorio continental, es aún más complejo.
Además, estos residuos abarcan un grupo de productos muy amplio. Son categorizados como peligrosos.
Por ejemplo: baterías, llantas usadas, electrodomésticos o aparatos electrónicos usados (neveras, televisores, celulares, cargadores), empaques de medicinas o medicinas vencidas, envases de plaguicidas, entre otro gran cúmulo de productos que por sus compuestos (corrosivos, tóxicos, infecciosos o inflamables) deben ser correctamente manejados para que no se traduzcan en riesgos para la salud humana o el medioambiente.
Por eso, buscando hacerle frente a esa problemática, y con el apoyo de la Corporación Punto Azul, entidad que integra al 97 por ciento de los laboratorios farmacéuticos de Colombia, dos jóvenes raizales han puesto en marcha un proyecto con el cual se convirtieron recientemente en el primer gestor ambiental de residuos peligrosos del archipiélago que empezará a trabajar con uno de estos desperdicios: los medicamentos.
Así nació el proyecto
Según explica Humberto García, un joven ingeniero y quien es el líder del proyecto llamado Ecoísla S. A. I., desde 2019 ellos ya trabajaban aprovechando residuos de la isla. Lo hacían con plástico que reciclaban y convertían en diferentes productos como sillas, mesas, y pisos.
Pero hace poco más de un año se enteraron de que también podrían ayudar a resolver el problema de gestión de los residuos peligrosos gracias a una convocatoria de Punto Azul, la Secretaría de Salud de la Gobernación, Coralina y la Cámara de Comercio del archipiélago.
La convocatoria de la cual fueron beneficiados Humberto, de 26 años, y su compañero Simón Quintero, de 25, les entregó 80 millones de pesos aportados por Punto Azul como capital semilla, así como el apoyo técnico, jurídico y logístico para que pudieran consolidar su proyecto de ser gestores ambientales y enfrentar así la contaminación farmacológica.
“Todo empezó en 2019 con una problemática que tiene San Andrés en la gestión de sus residuos. Sean peligrosos o no peligrosos, en general, San Andrés solo tiene un relleno sanitario y ya se encuentra colapsado. Hace un año, Punto Azul lanzó la convocatoria y, obviamente, nos interesó mucho, miramos los términos y referencias, y como Ecoísla S. A. I. no solo quiere ser gestor en tema de plásticos, sino en todos los residuos que se generan acá, participamos en esa gran convocatoria. Miramos ítem por ítem y en qué cumplíamos, qué nos faltaba, cómo podríamos subsanar cada requisito que ellos solicitaban y mandamos nuestra idea”, asegura García.
Todo empezó en 2019 con una problemática que tiene San Andrés en la gestión de sus residuos. Sean peligrosos o no peligrosos, San Andrés solo tiene un relleno sanitario y ya se encuentra colapsado
Ahora, dice, el reto es conseguir un espacio en el cual construir la bodega donde se almacenarán esos residuos, teniendo en cuenta las limitaciones de extensión de territorio que tiene San Andrés.
Allí esperan almacenar, por ahora, las medicinas vencidas o empaques que son recolectados en nueve puntos dispuestos en las tres islas del archipiélago.
Por el momento, esos residuos seguirán siendo enviados al continente para que sean procesados, pero la idea de García es que, en un futuro, Ecoísla S. A. I. pueda contar con un horno especial que les permita hacer el procesamiento directamente en territorio insular. Este equipo puede costar más de dos mil millones de pesos.
El riesgo con los elementos de difícil disposición
Sacar basura de San Andrés es un gran desafío logístico dado lo lejos del continente que está la isla. Foto:Cristian Galicia
No quieren quedarse solo con medicamentos. El joven de 26 años asegura que su idea con Ecoísla S. A. I. es que pueda apersonarse de muchos más elementos de difícil disposición y así empezar a resolver la grave problemática ambiental y sanitaria que supone para una de las mayores joyas turísticas del país el manejo de residuos.
Hoy por hoy, por ejemplo, dado que los fármacos son activos generalmente solubles en agua, persistentes, tóxicos y bioacumulativos, diseñados para no ser fácilmente degradables, cuando estos llegan al agua pueden generar la aparición de superbacterias resistentes, una amenaza que según expertos podría ser causante de una próxima gran pandemia.
Según datos de la corporación ambiental Coralina, los residuos farmacológicos mal dispuestos en la isla han generado un declive de la población de la especie buitre dorsiblanco bengalí por insuficiencia renal y gota visceral ocasionadas por diclofenaco; un retraso en el desarrollo embrionario del pez cebra por estrógenos y efectos tóxicos en plantas de pepino cohombro, lechuga, fríjol y rábano a causa de la enrofloxacina.
De acuerdo con Jorge Trujillo, director ejecutivo de Punto Azul, en los últimos nueve años la corporación venía haciendo el trabajo de recolección y habían logrado recoger 7,9 toneladas de medicamentos en el archipiélago, en un trabajo conjunto con varias entidades.
Pero lo que buscaban con este proyecto era incentivar a que jóvenes isleños entre los 18 y los 35 años se encargaran de esa actividad, generando empleo y desarrollo en la región y a la vez haciendo una presencia constante y más efectiva.
“El problema de fondo se solucionaba fomentando que existiera un gestor de residuos peligrosos que se encargara permanentemente de la gestión de residuos. Y esa es la razón por la cual desde Punto Azul tomamos la decisión de financiar una iniciativa de un gestor para que hiciera de manera permanente la gestión con base en los parámetros normativos y técnicos que se requieren”, sostiene Trujillo.
Para él, que dos jóvenes isleños estén hoy a cargo de un proyecto que puede proteger el ambiente y cuidar los recursos naturales la Reserva de Biósfera Seaflower debe ser un orgullo para toda la comunidad y debe inspirar a otros a impulsar iniciativas de este estilo que busquen proteger el gran recurso que es la naturaleza.