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Pederastia: la piedra en el zapato del pontificado de Francisco
El pontífice fue nombrado cuando el escándalo estaba en furor. Así intentó apagar las llamas.
El papa Francisco anunció la añadidura de nueve para la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. Foto: Angelo Carconi / EFE
El humo blanco de la Capilla Sixtina, el 13 de marzo de 2013, anunciaba la elección de un nuevo Papa tras un hecho sin precedentes en la historia moderna: la renuncia de su antecesor. El cónclave designó a Jorge Mario Bergoglio -quien adoptó el nombre de Francisco I- como el Papa número 266. Pero el primer pontífice americano llegó a la Cátedra de San Pedro con grandes retos a cuestas, uno de los más sonados: el escándalo de pederastia al interior de la Iglesia Católica.
Era un cáncer que había hecho metástasis en los últimos años. Si bien desde principios de los 90’s se hablaba tímidamente sobre el abuso sexual a menores de edad por parte de sacerdotes y religiosos, fue hasta el 2002, con un informe del Boston Globe, en Estados Unidos, cuando la problemática sumó las voces suficientes para alertar mundialmente sobre la responsabilidad institucional de la Iglesia en el encubrimiento y permisividad frente a estos casos.
Un daño irreparable
Transcurría el final del pontificado de Juan Pablo II, cuando los ecos de la avalancha que sacudiría hasta los cimientos del Vaticano empezaban a sonar. Miles y miles de testimonios revelaron que no se trataba de manzanas podridas, sino que la pederastia, como se reconocería luego desde la misma Iglesia, fue un patrón presente en diferentes países y que permeó toda la jerarquía, incluyendo obispos y cardenales.
Benedicto XVI fue pionero en tratar de encarar este fenómeno. En 2005, cuando tomó el báculo papal se propuso “limpiar” toda la “suciedad” -en sus propias palabras- que había percudido a la Iglesia en los últimos años. Se refería a las acusaciones de abuso sexual y corrupción que salpicaban la Santa Sede. Las finanzas también fueron un tema sensible. Pero en lo que respecta a los delitos contra los niños, fue el Papa alemán el que, desde la Congregación de la Doctrina de la Fe, que dirigía antes de su elección, mencionó el tema y adelantó investigaciones para intentar esclarecerlo.
Marcial Maciel, fundador de la congregación los 'Legionarios de Cristo', fue obligado por Benedicto XVI en 2006 a retirarse en México el resto de su vida, dedicado “a la penitencia y la oración”. El religioso fue investigado entre 1956 y 1959 pero se cree que nunca fue procesado por su cercano vínculo de amistad con el Papa Juan Pablo II. Maciel fue castigado por abusar de menores y drogarse con morfina. Además, es señalado de haber tenido varios hijos con dos mujeres. Foto:AFP
Ya como Papa, Benedicto emprendió acciones. Apartó del ministerio a sacerdotes pederastas, entre ellos el mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, quien tenía al menos 60 denuncias de abuso. También reconoció “con gran dolor y vergüenza” la responsabilidad de la Iglesia frente a estos casos, y pidió perdón; sin duda el paso más importante de cara a las víctimas. Así, bajo su mandato iniciaba el camino de “Tolerancia cero”, que retomaría años después Francisco en su lucha para remover el lastre de estos crímenes.
“Aun cuando BXVI fue criticado por su inacción frente a la pedofilia, siempre tomó cartas en el asunto. Incluso, en 2022, siendo emérito, pidió perdón por sus errores a través de una carta”, recuerda Hernán Olano, vaticanista y rector de la Unicoc. Sin embargo, la carta en mención fue en respuesta a señalamientos de encubrimiento frente a cuatro casos de pederastia cometidos cuando fue obispo de Múnich. Cargos que ensombrecieron sus años finales, pese a que siempre los negó.
Precisamente, “considerando que no tendría la energía suficiente para hacer frente a esta polémica y a la dolorosa realidad que era erradicarla del clero, valiente y conscientemente el Papa Benedicto dio un paso al costado, dejándole a su sucesor esta tarea”, comenta la teóloga Isabel Corpas.
Francisco llega entonces con la responsabilidad de acelerar el camino empezado por su antecesor. Su nombramiento, que desde el primer momento fue muy comentado por los aires de cambio y renovación, trajo esperanza en la postura que asumiría la Iglesia frente a un escándalo que había lacerado fuertemente su imagen.
"El papa Francisco ha asumido el reto desde su preocupación y sintonía con las víctimas, escuchándolas, al mismo tiempo que denunciando a sus victimarios".
“El reto era acelerar los trámites al interior del Dicasterio (que son las diferentes instituciones dentro de la curia) para incrementar el número de expulsiones de sacerdotes pederastas, que hasta el pontificado de BXVI sumaban 14.000. En segundo lugar, reconocer culpas y pedir perdón abiertamente en distintos escenarios, pero con mayor énfasis y directamente a las víctimas. Y, finalmente, reiterar la política de Tolerancia cero, como escudo ante nuevos casos”, enumera Olano.
Desde el primer año encaró el problema. No solo quitó ese hermetismo que terminaba cubriendo a los pederastas, sino que emprendió reformas “antiabuso” para tratar de cortarlo de raíz. En el 2015 creó la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, un ala dentro del Vaticano especializada en la defensa de los más vulnerables, emprendiendo acciones para garantizar la no repetición.
Aspectos de la cumbre sobre pederastia en el Vaticano que realiza el máximo representante de la iglesia católica. Foto:Vatican Media / AFP
“Dolorosos hechos han impuesto un profundo examen de conciencia por parte de la Iglesia y, junto con la petición de perdón a las víctimas y a la sociedad por el mal causado, han conducido a iniciar con firmeza iniciativas con la intención de reparar el daño, hacer justicia y prevenir, con todos los medios posibles, episodios similares en el futuro”, dijo el Papa argentino luego de fundar la Comisión.
También reformó el Código de derecho canónico, que es como la constitución vaticana, y modificó y agregó funciones, especialmente disciplinarias, para aseverar las sanciones contra los que cometieran delitos graves, entre estos la pederastia. Es más, dos de estas leyes obligaban a obispos y arzobispos abrir procesos contra cualquier denuncia que llegara a sus manos, y anuló el secreto pontificio para fortalecer la relación con las autoridades civiles en las investigaciones de los casos.
“El papa Francisco ha asumido el reto desde su preocupación y sintonía con las víctimas, escuchándolas, al mismo tiempo que denunciando a sus victimarios. Una práctica novedosa, pues se acostumbraba a darle un manejo interno que, al final, promovía la impunidad”, asegura Isabel Corpas.
Varias personas asistieron al discurso del papa Francisco durante el último día de la cumbre sobre pederastia que se celebra en el Vaticano. Foto:EFE
Muestra de su compromiso fue la reunión, en 2019, de los presidentes de las conferencias episcopales y superiores y superioras de comunidades religiosas en la Cumbre Antipederastia. Fue el primer cara a cara con las víctimas, en el que a través de su testimonio se buscaba generar conciencia de la gravedad de los “abusos sexuales, de poder y de conciencia”, como los llamaba el Papa, y adoptaran en sus respectivos entornos las medidas necesarias para intentar sanar las heridas de quienes los sufrieron para prevenirlos a futuro.
No fue un camino fácil para Francisco porque, según expertos, hacer frente a los abusos y confrontar públicamente a los sacerdotes señalados generó resistencia al interior de la Curia. Esperaban seguir teniendo el respaldo de la sotana que, de cierta manera, los indultaba, reservando los asuntos de la Iglesia, solo para la Iglesia. Y no solamente con la pederastia, que tiene una connotación mayor. También con otros temas que, pensaban, trascenderían el plano religioso. Sin embargo, la acogida que tuvieron las reformas en la opinión pública terminó legitimando la decisión del Papa.
Mea culpa
Además de las leyes, uno de los avances más simbólicos y relevantes en el camino hacia la reparación fue el perdón que desde diferentes escenarios ofreció la Iglesia. A través de cartas, en las homilías, en las visitas a los lugares más golpeados, no sólo por los delitos sexuales sino por cualquier tipo de atropello -como la evangelización forzada de las comunidades indígenas de Canadá-, el Santo Padre agachó la cabeza y reconoció los daños causados, siendo consciente que no es suficiente para enmendarlos, pero sí un gesto en la dirección correcta.
"Es la Iglesia la que tiene que ofrecer espacios seguros para escuchar a las víctimas, acompañarlas psicológicamente y protegerlas".
Su última intervención, precisamente este mes, resume la actitud que su pontificado, y por ende todo el Catolicismo, ha tomado frente a los crímenes cometidos por sus .
“Ante los abusos, especialmente los cometidos por de la Iglesia, no basta pedir perdón. Pedir perdón es necesario, pero no basta. Pedir perdón es bueno para las víctimas, porque son ellas las que tienen que estar en el centro de todo. Su dolor, sus daños psicológicos pueden empezar a sanar si encuentran respuestas; acciones concretas para reparar los horrores que han sufrido y prevenir que no se repitan. La Iglesia no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos, sean del tipo que sean. Tampoco cuando los abusos se dan en las familias, en otro tipo de instituciones. La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos, sacarlos a la luz en la sociedad y en las familias. Es la Iglesia la que tiene que ofrecer espacios seguros para escuchar a las víctimas, acompañarlas psicológicamente y protegerlas. Oremos por los que sufren a causa del mal recibido por parte de los de la comunidad eclesial: para que encuentren en la misma Iglesia una respuesta concreta a su dolor y a su sufrimiento”, declaró recientemente el Papa.
No obstante estos esfuerzos, las medidas tomadas por Francisco también han sido cuestionadas, pues algunas víctimas ponen en duda su efectividad en la práctica. Uno de sus más vehementes contradictores ha sido Peter Saunders, víctima de abuso y miembro de la Comisión para la Protección de Menores, quien asegura no se han tomado acciones concretas que realmente erradiquen la pederastia.
“Pensé que su trabajo consistiría en tomar medidas contra individuos específicos (sacerdotes cuestionados)”, le dijo a la BBC, Saunders. Al fin y al cabo, es lo que todo el mundo piensa: que es un organismo para proteger a los niños. Pero nada más lejos de la realidad. Su tarea ha sido establecer cuáles serían las mejores formas de evitar los abusos”, agrega, haciendo énfasis en que todavía sigue siendo un proyecto sin madurar.
El papa Francisco explicó este domingo las razones por las cuales es importabte realizar una cumbre antipederastia desde el 21 de febrero. Foto:Angelo Carconi, Efe
En paralelo, desde el Vaticano destacan la expulsión de cerca de 900 curas acusados de abuso sexual en los últimos años como un logro de las reformas adelantadas. Igualmente, a la vanguardia del contexto actual, en los escenarios en los la Iglesia tiene presencia, reafirma el compromiso con las políticas institucionales que eviten futuros casos.
“Es una herida profunda en la vida no poder cumplir con la adecuada reparación a las víctimas. La Iglesia asume una carga eterna que no responde a las exigencias de la justicia restaurativa”, concluye el vaticanista Hernán Olano.