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Retos de una educación transformadora en un mundo en evolución
Rectores de universidades de Chile, México y Colombia plantean desafíos para la educación superior.
Las expectativas de las nuevas generaciones han cambiado, dicen los expertos, por la exposición temprana a los dispositivos y a las redes. Foto: FOTO: Cortesía Universidad de los Andes
Educar (del latín educere) significa guiar al individuo fuera de sí mismo para llevarlo a otra realidad, hacia un crecimiento que se orienta a la plenitud de la persona. La educación integral de alta calidad nos permite desarrollarnos como individuos diversos y únicos, y supone un compromiso con nuestro florecimiento como seres humanos, enriquecido por valores fundamentales para el ejercicio democrático ético y riguroso.
Latinoamérica, con todos sus contrastes, es un lugar privilegiado para la experimentación y aprendizaje, con la necesidad de resignificar la educación y transformarla para volverla relevante y pertinente, así como fortalecerla a través de la investigación y la creación, el diálogo de saberes y la apertura a estudiantes de todos los caminos de la vida, de todas las edades, de todas las proveniencias.
Cuatro retos
Ignacio Sánchez Díaz, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Foto:FOTO: Universidad de los Andes
El primer reto, la cuarta revolución industrial basada en la inteligencia artificial (IA), genera cambios significativos en la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. La IA nos ofrece grandes oportunidades en múltiples campos de aplicación como salud, energía, cuidado del medioambiente, minería, industria manufacturera, el sistema financiero, el arte y la educación superior, entre muchos otros; y ha conectado al mundo de manera profunda y con implicaciones importantes en las interacciones humanas y la globalización. La IA está transformando la forma en que vivimos y trabajamos, generando la necesidad de adaptación en la educación superior para satisfacer las demandas laborales emergentes.
Las competencias digitales aparecen como una prioridad para que la tecnología sea un potenciador y complemento de la actividad humana. A la vez, debemos responder no solo para adaptarnos a la tecnología, sino para orientar su desarrollo al evitar los sesgos y garantizar su regulación ética con visión humanística. Esto requiere el fortalecimiento de las artes y humanidades, y de las ciencias sociales.
El segundo reto tiene que ver con el compromiso de las universidades en la formación de personas y ciudadanos ejemplares de sus sociedades. Al igual que los sectores económicos, las sociedades, las democracias y los contextos personales en los que convivimos han cambiado. La formación ciudadana se vuelve crucial en un mundo marcado por crisis climáticas, avances tecnológicos y conflictos globales.
David Garza, rector y presidente ejecutivo del Tecnológico de Monterrey (México). Foto:Foto; Universidad de los Andes
La educación superior debe aspirar a sociedades equitativas y justas, pero enfrenta una crisis de legitimidad debido a la exclusión y la falta de a certificaciones educativas. Crisis que se agrava en muchos países de Latinoamérica porque el a la educación superior sigue siendo para minorías, y porque muchas personas que ingresan a la universidad la abandonan sin un diploma o una certificación. Esto erosiona la percepción del valor de la educación superior.
Inmediatez y exigencia
Finalmente, las expectativas de las nuevas generaciones son distintas a las de quienes en estos momentos estamos a cargo de su formación. Ellas valoran más la experiencia que el resultado, quieren tener proyectos de vida de alto impacto, no están interesadas en carreras laborales largas o estables. Por la exposición temprana a los dispositivos digitales y a las redes, son personas acostumbradas a la inmediatez y, a la vez, con altísimos niveles de exigencia. Esto tiene implicaciones en la manera como aprenden y las razones por las cuales quieren (o no) adquirir un grado en educación superior.
Las universidades estamos llamadas a responder a estos retos y a profundizar nuestra contribución. Hoy, más que nunca, debemos fortalecer el desarrollo de competencias fundacionales (o transversales), que les permitan a las personas trasegar un mundo cambiante e incierto de manera ética y con genuina voluntad de aportar al bien común.
Raquel Bernal, rectora de la Universidad de los Andes (Colombia). Foto:FOTO: Universidad de los Andes
Tenemos la responsabilidad de transformarnos ante estos cambios desde la creación de nuevo conocimiento, y nuestro rol como formadores de personas a lo largo de la vida. La innovación educativa no solo debe responder a la disponibilidad de nueva tecnología, sino principalmente a que nuestros estudiantes deben ser formados con nuevas habilidades superiores. Esto implicará revisiones permanentes en los programas de pregrado y posgrado, transformar las aulas en espacios de aprendizaje activo, con nuevas plataformas de gestión e integración más flexible, implementar cambios significativos en las metodologías de evaluación y considerar la diversidad del estudiantado apalancando en la tecnología.
Debemos apoyar los proyectos de todas las personas más allá del período entre los 17 y los 25 años de edad. Necesitamos adquirir, ampliar y actualizar competencias a lo largo de toda la vida, no solo para fortalecer perfiles laborales que serán permanentemente cambiantes, sino para apoyar los proyectos de vida personales y fortalecer el compromiso con proyectos sociales compartidos.
Además de ofrecer educación posmedia, en la que cada estudiante podrá diseñar su futuro profesional, la educación superior deberá brindar este tipo de educación con trayectorias flexibles, apilables e incluyentes. Una trayectoria flexible se puede adquirir en cualquier momento y lugar, una trayectoria apilable permite acumular competencias obtenidas a través de diferentes tipos de oferta educativa, y una trayectoria incluyente tiene en cuenta las características del estudiante.
Además de ofrecer educación posmedia, en la que cada estudiante podrá diseñar su futuro profesional, la educación superior deberá brindar este tipo de educación con trayectorias flexibles, apilables e incluyentes
equitativo
La inter y multiculturalidad se convierten en elementos fundamentales para el aprendizaje y el impacto en las sociedades. La diversidad aumenta la capacidad de las personas de resolver problemas locales y globales, y aumenta la creatividad y la innovación. Educar para la ciudadanía global también significa formar en el conocimiento del lugar en el que estamos: lo global comienza en casa. Pensamos que para lograrlo es fundamental priorizar la educación inicial, las trayectorias educativas flexibles y la integración tecnológica, como pilares para cerrar brechas de aprendizaje y promover sociedades más justas y sostenibles.
Las universidades debemos seguir desempeñando un papel activo en la formación, investigación y creación que nos permita aportar a las soluciones para los grandes retos que enfrenta la humanidad. La crisis climática, la protección de la biodiversidad, los conflictos geopolíticos y la fragilidad de la democracia, entre otras, requieren un esfuerzo interdisciplinario mucho mayor del que hasta ahora hemos hecho. En este nuevo modelo transformado de la educación superior, las universidades deben ser centros de debate y solución para los problemas locales y los grandes problemas globales, catalizadores de tecnología y generadores de investigación y creación de alto impacto social.
Desde Latinoamérica podemos conectar con las experiencias comunes del sur global, que trascienden las fronteras geográficas y representan dinámicas compartidas. Tenemos la experiencia y la capacidad de entender y producir conocimiento sobre estas realidades típicamente consideradas superadas por el desarrollo económico, político y social de Occidente.
Al construir alianzas podremos cumplir nuestra promesa de promover el florecimiento de las personas y de contribuir a sociedades justas, equitativas, sostenibles y respetuosas de la diversidad.
Latinoamérica requiere de universidades como las nuestras para afrontar estos desafíos de manera efectiva.
Alianza La Triada (****) - Para EL TIEMPO
(*) Rectora de la Uniandes, economista, es la primera mujer en ocupar este cargo.
(**) Rector y presidente ejecutivo del Tecnológico de Monterrey. Ingeniero de sistemas computacionales y doctor en Ciencias Computacionales.
(***) Médico y académico chileno, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
(****) Alianza de las tres universidades privadas con mejor ‘ranking’ en Latinoamérica según QS, Pontificia Universidad Católica de Chile, Tecnológico de Monterrey y Universidad de los Andes (Colombia).
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