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Talleres de floristería: una forma de conectar con el poder de la feminidad
Aprender que hay detrás de un arreglo floral fomenta habilidades artísticas y de autoconocimiento.
Mónika Gómez, directora general de Don Eloy. Foto: Milton Díaz. El Tiempo
Las flores regeneran los espacios y el alma. Jugar con los colores de sus pétalos, trabajar de forma prolija sus tallos y combinar las especies botánicas resulta en todo un deleite para quienes deciden instruirse en la floristería. Incluso, un estudio reciente de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) ha demostrado que el o con flores y plantas mejora la salud mental.
Con esa convicción, la empresa Rosas Don Eloy diseñó unos “talleres que funcionan como vehículo para que personas ajenas a este mundo se involucren en el oficio y puedan aplicarlo en su vida, ya sea emprendiendo su propio negocio o ampliando sus conocimientos”, dice Mónika Gómez Valek, directora general de Don Eloy.
En Rosas Don Eloy describen dichos espacios de formación como “la construcción de una comunidad que celebra la pasión por las flores”. Este negocio que abrió sus puertas en 1959 en el barrio San Diego de la ciudad capitalina, realiza desde hace 11 años talleres de floristería dirigidos a todo el público.
En ellos participan diseñadores interiores encargados de la decoración de espacios corporativos, personas interesadas en emprender, pero casi siempre las que conforman la mayoría de los cursos son mujeres. “Queríamos desarrollar el negocio de las mujeres al igual que desarrollar la comunidad femenina”, sostiene Mónika Gómez Valek, directora general de Don Eloy.
Gómez realiza un paréntesis para explicar que las floristerías pueden dividirse por las que son de tradición, es decir, las que se dedican a las ocasiones especiales y que usualmente, tienen clientes hombres que compran flores para sus parejas mujeres. Mientras que las boutiques son lugares donde se venden arreglos florales que acompañan los espacios del hogar, allí los clientes piensan en flores que son para ellos mismos.
Don Eloy se ha enfocado en ese concepto de floristería boutique por tanto, los talleres que realizan, terminan siendo un lugar de mujeres y para mujeres, donde ellas mismas crean los arreglos que quieren.
Las alumnas tienen la oportunidad de interactuar con las flores de los cultivos propios de la marca, las cuales son traídas desde Bojacá, Cundinamarca. Estas pueden ser hortensias, ranunculus, claveles, calas, astromelias y por supuesto, rosas.
La directora general de Don Eloy cuenta que al arrancar los talleres se pregunta cuál es la conexión que las asistentes tienen con las flores. “Ellas hablan de esa necesidad de tener o siempre con la naturaleza: algunas mencionan que durante toda su vida, la mamá generalmente, tenía flores en la casa, ahí descubrimos que hay patrones generacionales. Igualmente, narran que cuando no tienen flores en casa, sienten que está descuidada. Otras hablan sobre lo que quieren hacer con el conocimiento que van a adquirir, debido a que desean emprender su negocio”, afirma Gómez.
Don Eloy maneja presentaciones en cajas, bouquets, macetas, entre otras. Foto:Milton Díaz. El Tiempo
Las asistentes aprenden sobre técnicas y tendencias de la mano de los floristas de la marca, sin embargo, ha habido talleres con expertos internacionales como Preston Bailey, Sally Hambleton y Eleonora Morales, con quien se discutió sobre el impacto de las flores en la expresiones artísticas de la cotidianidad como la ropa que a diario se viste. Los cursos duran entre 4 a 5 horas, la primera parte es teórica y la otra, es práctica.
En estos espacios de educación, las mujeres aprovechan para potenciar al máximo sus personalidades a través de la elaboración de los arreglos. “A mí me causa mucha curiosidad, que siempre se ve reflejada la personalidad de cada participante. Si tú eres métrica y rígida, pues tu arreglo te queda con las medidas muy proporcionadas, si tú eres un poco más espontánea, tu arreglo te queda con una soltura diferente. Entonces es lindo ver que con las mismas instrucciones y con la misma flor, todos los arreglos quedan diferentes y eso es lo importante, que el arreglo sea el reflejo de tu personalidad, que hable tu lenguaje”, expresa Mónika Gómez.
Sede de Don Eloy en la calle 79 en Bogotá. Foto:Milton Díaz. El Tiempo
“Esto es una terapia, porque al conectarte con la hoja, ves que hay un ser más indefenso que tú y se vuelve un poco espiritual”, añade Gómez. En Don Eloy se han formado entre 700 y 800 personas en floristería. De hecho, durante la pandemia, se llevaron a cabo 12 talleres virtuales, los cuales conectaron a clientes que estaban en diversas partes de Colombia. Gómez describe que estos talleres virtuales sirvieron como “compañía en momentos difíciles”.