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De tres a cuatro años tu hijo empieza a dar pasos de gigante

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La terapeuta ocupacional de la Universidad del Rosario Natalia Peña, quien trabaja en el Jardín Infantil Librito Encantado, nos habla sobre las áreas en las que tu pequeño empieza a dar pasos de gigante.
La edad del movimiento
“En este aspecto que está directamente relacionado con la motricidad gruesa, cada niño demuestra mayor seguridad y agilidad en sus habilidades como subir y bajar escaleras y, en ocasiones, sin apoyo de la baranda. También comienza a saltar en un solo pie y a mantener el equilibrio sobre sí mismo, en intervalos aproximados de cinco segundos”, afirma la experta. Además, en esta etapa el menor presenta avances como caminar en puntas de pies, dar más de cinco pasos y lanzar pelotas con intensión a un punto fijo o lanzarlas por encima de su cabeza. “Si deciden jugar con su chiquitín a lanzar la pelota, él podrá atraparla si la envían rebotando y patearla aunque todavía con poca precisión”, agrega. (Te puede interesar: Si falta estimulación cognitiva se afecta el aprendizaje de los niños)
Lo que pasa por su mente
Las habilidades cognitivas de tu pequeño durante esta etapa se encuentran directamente ligadas a sus experiencias preescolares y procesos conceptuales. “Por ejemplo, el niño empieza a establecer la diferencia entre concepto numérico y vocálico, y reconoce y nomina gran variedad de colores, por lo que un buen ejercicio para él consiste en preguntarle los colores que ve en su entorno (naturaleza, casa, calles, jardín)”, añade Peña.
En cuanto a su cuerpo, el niño aprende a identificar la mayoría de partes que lo componen, señalándolas en sí mismo y en los demás. “Como ya está entre los tres y cuatro años, logrará identificar varias formas geométricas y su atención es selectiva, según su interés. Tiene noción de igual y diferente, también de espacio como arriba y abajo, noche y día”, afirma.
La terapeuta recomienda que como padres hay que ser directos con lo que se quiere que hagan los pequeños, pues deben aprovechar que en esta etapa siguen instrucciones de más de tres pasos.
Juegos
Es una buena oportunidad para que papá y mamá recuerden su infancia y enseñen a su hijo juegos como la golosa, bolos y congelados con balón. Estas actividades no solo tienen un carácter recreativo sino que estimulan el desarrollo motriz de su hijo y las habilidades psicosociales que el juego en equipo promueve, inclusive se genera diversión y esparcimiento en familia. (Puedes leer: Jugar en familia enseña, diverte y demuestra afecto)
Actividades que pueden incentivar
Es el momento ideal para empezar algún deporte de balón como fútbol, baloncesto o voleibol y fomentar en su pequeño los lanzamientos, las atrapadas y las patadas.
Además de los beneficios físicos del deporte, practicar alguno estimula sus habilidades de socialización y trabajo en equipo.
La manipulación de objetos
Según la experta, el niño empieza a mostrar avances en su motricidad fina: dibuja el cuerpo humano con más de tres segmentos (cara, manos, piernas). Además, manipula objetos con ambas manos y con gran precisión, realiza copias de círculos perfectos, y afianza la copia del cuadrado.
“Aunque tu pequeño comience a recortar con tijeras, el agarre aún no es preciso. Deben estar pendientes de que el agarre del lápiz y las crayolas sea con los dedos en extensión”, recomienda la terapeuta.
Por otro lado, el menor demuestra más agilidad para usar cuchara y tenedor. En esta etapa, elementos como las crayolas, los colores o los cubiertos, entre otros, serán de gran disfrute para tu hijo.
Así se relaciona y siente
En este aspecto, las habilidades psicosociales de tu hijo se incrementan en la medida que quiere saber más del mundo. En ese sentido, desarrolla una personalidad clara frente a situaciones que se le presentan. “Sus relaciones con otros son participativas y de compartir. Disfruta de espacios como fiestas, amigos y juegos en grupo, en especial si son competitivos”, anexa Peña.
Igualmente, cuando se equivoca, lo reconoce, y está en la capacidad de reflexionar y pedir disculpas si se le indica cómo hacerlo. Por otro lado, puede establecer hábitos y rutinas, al igual que seguir normas claras, como acostarse a una hora determinada o lavarse los dientes sin desperdiciar crema dental e ir al baño, puede que aún con apoyo.
“En este mismo periodo de tiempo, el niño todavía no diferencia con facilidad lo que es realidad de fantasía, a pesar de que frecuentemente está explorando e indagando por nuevas experiencias y aprendizajes. Por ello es importante que los padres le expliquen cuándo van a iniciar la narración de un cuento y cuándo le están hablando de algo que sucede y es real”, puntualiza la terapeuta.
Una etapa para seguir alertas
Ojo, papás: aunque el niño empiece a reclamar independencia en muchos aspectos, no se debe bajar la guardia ante las señales que puedan alertar de inconvenientes en el desarrollo del pequeño.
Como primera medida, consulten un especialista y exprésale la preocupación o duda que tengan para que identifique si verdaderamente existe o no algo por lo que alarmarse sobre el desarrollo del niño. “Esto porque cada menor es único y aunque existen unos parámetros relacionados con su crecimiento y desarrollo, también es cierto que el ambiente, la familia y la estimulación que reciba son fichas importantes del proceso”. Es decir, cada niño aprende y alcanza sus logros a su ritmo.
Cuándo acudir al pediatra
El momento indicado para ir con el especialista depende de ciertas manifestaciones: cuando sus movimientos tengan poca coordinación o si no logra saltar, correr o mantener el equilibrio. “También, si no sostiene o agarra los colores, lápices, crayolas, cuchara, tenedor, etc. Además, si no interactúa con otras personas o niños y su juego suele ser solitario y/o repetitivo”, alerta la experta Natalia Peña.
Es también una señal de que deben asistir al pediatra si los padres ven que se muestra irritable ante cambios de ambiente o situaciones nuevas, no se controla frente a las pataletas y reacciona con gran irritabilidad sin una causa específica.
Por otra parte, si tiene dificultades para dormir, vestirse, comer y bañarse, entre otras, también se deben consultar con el pediatra. “Recuerden que no hay nada más importante que conocer a su hijo y, por tanto, estar informados de su crecimiento; saber quiénes son las personas que lo acompañan en su desarrollo y establecer adecuados espacios de estimulación, pues estos harán parte de la formación del adulto que tendremos en el futuro”, finaliza Peña.
Cómo se comunica contigo y el mundo
Su habilidad en el lenguaje crece de manera significativa. La imaginación y el juego serán parte de ese maravilloso mundo de exploración en el que se encuentra. “Tiene un vocabulario tan amplio como para entablar conversaciones con un adulto, y disfruta narrando historias y experiencias que vive en su cotidianidad. Además, logra realizar oraciones con más de cinco o seis palabras que tienen sentido”, asegura la terapeuta Natalia Peña. (Lee: La inteligencia del bebé se estimula desde antes de nacer)
Asimismo, en esta etapa el menor disfruta de aprender y cantar canciones y por medio de estas también aprende a describir objetos.
Aparece el autocuidado Esta es la etapa en la que la frase: ¡mamá, papá, ya soy un niño grande!, se convierte en un lema de los niños, pues manifiesta con frecuencia que puede hacer sus cosas solo, porque nota que está creciendo y considera que es lo suficientemente capaz de realizar cualquier actividad por su cuenta. Come, se viste y se baña solo.

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