Ayyy Sofía ('Griselda') / El otro lado

El crítico de televisión de EL TIEMPO evalúa el relato de la serie de Netflix.

Sofía Vergara es coproductora de ‘Griselda’ junto al productor de ‘Narcos’, Eric Newman, y dirigida por el colombiano Andrés Baiz. Foto: FOTO: Cortesía Netflix

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Y llegó Griselda y se armó la moralina nacional. Y Netflix, feliz con el falso debate porque tantos hablando lleva a la gente a verla.

Ómar Rincón, Crítico de televisión. Foto:César Sánchez Carreño

El debate se da porque ahí está Sofía Vergara, nuestro ícono que con su cuerpo, desparpajo y seducción conquistó el cielo USA. Si hubiese sido protagonizada por otra mujer, todo se hubiera desvanecido en el olvido, ya que no es una serie novedosa, ni atrevida ni nada de nada: el mismo bluff de siempre.
Las narcotelenovelas son nuestro último producto cultural para el mundo. Sabemos hacerlas. Sabemos libretearlas. Sabemos actuarlas: haga casting para diabla buchona, y todas clasifican; haga casting para sicario, mafioso y maloso, y todos somos maravillosos. Llevamos el narco en nuestro ADN; si no, mire en la calle, los restaurantes, los centros comerciales, los aviones... y se dará cuenta de que somos una performance narco cotidiana.
Pero no es nuestro pecado, es el yopitalismo. Vea a los ídolos mundiales (Bukele, Trump, Milei, Petro, Uribe, J. Balvin, los reguetoneros, Cristiano, James y todos los deportistas, La Liendra y todos los influencers, los nuevos ricos, los políticos y los corruptos). Todos actúan su new money como style que expresan en la euforia del consumo y la fiesta. Luego, tranqui, no somos nosotros, es el capitalismo.
Volvamos a la narco-TV. Griselda es lo mismo de siempre: eufórica violencia y exceso de fiesta; machos patéticos que matan, torturan, gritan, consumen drogas; mujeres sexis y que lo dan por plata; Miami como el cielo de narcos, reguetoneros, deportistas y colombianos de bien; Medellín como la capital mundial de la cocaína, los narcos y las mujeres carne.
El relato es matazón sin ton ni son, policía y justicia ineptas y corruptas y algo de tetas. Habría cuatro “innovaciones”:
Ahora la mala es una mujer, y la buena, otra. La sicópata es una mujer (¡qué hallazgo: las mujeres también matan y delinquen!). Pasamos de mujeres deseo a mujeres machotas.
Hay un discurso reivindicativo de lo narco porque se da ante la falta de oportunidades sociales para ascender en el capitalismo y la ineficiencia del Estado.
Se cuenta cómo se puso a meter perico a los ricos de Miami y cómo los colombianos llegaron a tomarse el mercado de la mafia cubana y reinar vía la cocaína.
Sofía Vergara se salió de su estereotipo en Modern Family. Decidió perder belleza, dejar el chiste y hacer un personaje fuera de su prestigio. Sofía demuestra que puede actuar, ahora en el estereotipo de villana sin escrúpulos.
La música está buena. Lucen muy “verosímiles” los autos, rumbeaderos y casas para documentar la Miami cubana.
Griselda es una serie que es más de lo mismo, solo que los medios, políticos y periodistas con su doble moral la convirtieron en debate y escándalo. El ganador es Netflix, que logra marketing gratis.
Eso sí, demuestra que la cocaína es la droga del capitalismo eufórico y el narco expresa la cultura de la new money. Y Griselda es el espejo de esta narcocultura.
ÓMAR RINCÓN
Crítico de Televisión
Para EL TIEMPO
ORincón61@hotmail.com

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