Colombia tiene hoy un gobierno que cree en unas cosas distintas a las que defendían todos sus antecesores. Y es apenas lógico y evidente que, como en todo, en la cancha del fútbol, pues domine con el pie izquierdo, avance por la punta izquierda y dispare de zurda. ¿Acaso qué esperaban?
Así, la Unidad de Investigaciones Especiales del Ministerio del Trabajo metió contra los palos a la Federación de Fútbol y a la Dimayor, su rama profesional, para obligarla, a riesgo de abrir cargos e imponer millonarias multas, a negociar un acuerdo colectivo con los más de 1.100 futbolistas agrupados en la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), que desde 2019 presentaron 12 puntos para el pacto colectivo:
1. El calendario de las competencias profesionales, períodos de descanso y recuperación.
2. El estatuto del jugador de la FCF.
3. El código disciplinario de la FCF.
4. La minuta única de contrato de trabajo obligatoria de la FCF.
5. El torneo profesional de fútbol femenino.
6. Las pólizas complementarias de salud para el jugador y su familia.
7. Horarios, intervalos y tiempo de descanso entre partidos.
8. Partido anual de la Selección Colombia de mayores a favor de Acolfutpro.
9. Participación sobre derechos de televisión.
10. Dos reuniones anuales de Acolfutpro con los/las futbolistas de las selecciones Colombia femenina y masculina en el lugar de concentración.
11. Concertación del número de entradas para los partidos de los torneos locales y las selecciones Colombia.
12. Adopción de protocolos contentivos de las políticas contra la discriminación, el acoso laboral y la violencia de género.
Los puntos críticos son los que tienen que ver con la plata, ¡cómo no!: la participación en los derechos de TV es clave, como el partido para la asociación, como el plan complementario de salud para los jugadores y sus familias, y la boletas...
Si en el primer mundo del fútbol, si en el segundo mundo, si hasta en el tercer mundo del fútbol se pactan esos puntos, ¿por qué no se puede hacer aquí? Es insólito, de entrada. Pasa en todas partes.
Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor. Foto:Dimayor
Un ejemplito hasta innecesario: el Real Madrid es el que le paga el salario a Bellingam, a Vinícius, a Modkirc, a Kroos y a todas sus superestrellas, pero todos los jugadores del Real Madrid, como todos los de todas las divisiones profesionales de España, están cobijados por el acuerdo colectivo con la Real Federación Española de Fútbol, que, obviamente, no es su empleador directo.
Aquí, el fútbol, soberbio y confiado, no quiso oír nunca a los futbolistas. Además de no querer soltar una plata, tiene el miedo colateral a lo que el fútbol llama “el cogobierno inisible”, como me lo han dicho varios presidentes de equipos, de tener que acordar, por ejemplo, las fechas de los partidos por los descansos. Y ni hablar de tener que aguantarse a Acolfutpro y sus directivos –que les generan roncha– en las concentraciones de la Selección. ¡Su imperio!
Repito una cosa: es insólito que en todo el mundo, hasta en los países más ricos del fútbol, haya negociaciones colectivas, pero que acá sea dizque “imposible”. Repito otra cosa: Colombia tiene hoy un gobierno que cree en otras cosas...
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