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Abbot y Costelo: la triste historia detrás de cierre de legendario bar de rock bogotano

El 14 de octubre fue el último evento de 'Abbot y Costelo'. Le contamos las razones de su cierre. 

Cierre del bar Abbot y Costelo.

Cierre del bar Abbot y Costelo. Foto: Imagen suministrada por Paul Contreras

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Desde las 8 p. m. el lugar estaba a reventar. La noche del pasado sábado, 14 de octubre, el 'templo' del rock bogotano, Abbot y Costelo, iba a cerrar sus puertas después de 38 años funcionando. Las personas lo sabían y una fila de casi dos cuadras que se extendía en la calle 65, entre la avenida Caracas y la carrera 13, lo evidenciaba. Todos los caminos llevaban a la misma conclusión: era el último evento.

'Rock de ayer, hoy y siempre'

Este fin de semana fue el último que prestaron su servicio.

Este fin de semana fue el último que prestaron su servicio. Foto:Abbot y Costelo Rock Bar

A las afueras del establecimiento se podían escuchar los clásicos del rock resonando en el aire. 'Metallica', 'Kiss', 'Queen', 'Guns n’ Roses', entre otras bandas que sonaban en los parlantes, terminaron ambientando la noche de despedida del lugar.
La escena era la siguiente: 'Petacos’ y ‘petacos’ de cerveza ingresaban sin parar para seguir alimentando el bar durante el servicio y decenas de personas continuaban acumulándose en los alrededores de la barra y de los proyectores característicos, que en las esquinas del establecimiento mostraban los videos de cada canción.
Las 20 mesas que se situaban en el espacio ya estaban llenas y las conversaciones no paraban, a menos que fuera para corear alguna canción en conjunto con todos los presentes.
Para Jorge Blanco, un estudiante universitario de ciencia política y teatro, esa noche le recordaba a la esencia del lugar: un espacio amistoso, pacífico y lleno de rock.
La conocida lista de canciones del Dj Jean Pierre Mariño, que llevaba años trabajando allí, nunca fallaba. Lograba llevar a los asistentes, como describían, en un viaje por los clásicos de los 70, 80 y 90.
Fue himno, tras himno, tras himno. La gente cantaba, bailaba y saltaba
“Fue himno, tras himno, tras himno. La gente cantaba, bailaba y saltaba”, contó Jorge, quien desde los 18 años visitaba el lugar.
La primera vez fue cuando su papá, Alexander Blanco, lo llevó. El olor a madera, ron viejo y una decoración con cuadros y fotografías de personajes históricos en la música, se le quedó en la memoria. Objetos que esa noche estaban en venta.
“Era un bar mítico bogotano muy acogedor. La gente y el ambiente era de fraternidad y amistad. Recuerdo cuando una pareja de esposos, que por lo menos tenían más de 60 años, nos hizo conversación y el señor nos gastó la comida y nosotros, las polas. Pero no es una situación aislada, es algo que siempre terminaba pasando: o coreabas la canción con un extraño, saltaban juntos o hablabas con cualquier persona”, recordó el estudiante de 22 años.
Él, sus amigos y su novia eran de las pocas personas jóvenes del espacio. Según contó, el 90 por ciento de los presentes aparentaban de 30 a 50 años.
Y es que el bar está en la memoria de esa generación. Fue fundado en junio de 1985 y su lema, hasta el día de su cierre, fue 'Rock de ayer, hoy y siempre'.

¿Por qué cerró Abbot y Costelo?

Situado en la localidad de Chapinero, Abbot & Costelo destacaba como uno de los establecimientos pioneros dedicados al género disruptivo en la capital.
Este sitio se convirtió en el punto de encuentro de múltiples generaciones y desempeñó un papel crucial al propiciar el encuentro entre músicos y amantes del género de diferentes épocas en un solo lugar.
Sin embargo, después de un servicio ininterrumpido de casi cuarenta años, se cerraron las puertas de este icónico bar que supo traer lo más selecto del 'rock and roll' desde todos los rincones del mundo.
Allegados de la familia le dijeron a EL TIEMPO que el establecimiento cerró debido a la muerte de Luis García, el padre del fundador, Jairo García, el 17 de septiembre de este año. Al parecer, debido a algunas inconformidades, se determinó no continuar con el establecimiento.
EL TIEMPO se ó con familiares y del personal que trabajaba en lugar. Sin embargo, prefirieron no ahondar en la situación.
Jairo y don Luis eran los rostros de este espacio, todo aquel que frecuentara al bar podía, al menos, distinguirlos.
Lamentablemente, la muerte sorprendió a Jairo hace 10 años, el viernes 12 de julio de 2013. Con 50 años, el hombre que había dedicado la vida a ese negocio se despidió. De acuerdo con información suministrada a esta casa editorial en ese momento, su muerte habría sido provocada por un cáncer de pulmón.
Abbot y Costelo. Año 2013

Abbot y Costelo. Año 2013 Foto:Archivo particular

Su padre, don Luis, decidió continuar con el legado de su hijo hasta este año, en el que falleció por causas naturales.
El hombre tenía un semblante amable, vistiendo siempre un gabán negro parado en las afueras del bar, alerta y atento a las necesidades de sus clientes. “Era el papá de todos”, o así lo recuerda Paul Contreras, un ‘vieja guardia’ del lugar.
La primera vez que Paul asistió al local fue en el año 98, con 18 recién cumplidos. En ese momento estaba haciendo el servicio militar obligatorio y un cabo los convenció de ir a escuchar buena música. El hombre, ahora de 43 años, recuerda que Jairo era quien estaba atendiendo el lugar, casi vacío, en la noche de aquel jueves.
“’Ponme por favor ‘Ace of spades’ de 'Motörhead’, le pedí y él me dijo ‘¿La versión en vivo o en video?’, inmediatamente se me prendió la alarma y pensé: está gente sabe de lo que está hablando”, comentó mientras hacía memoria de la primera de muchas conversaciones que sostuvo con el fundador del lugar.

Las paredes de la música y los recuerdos

“Era un bar a la antigua, en donde vas a conversar, a compartir. Tu llegabas allá y siempre había un saludo. Don Luis estaba dispuesto a escuchar, atento de los clientes cuando alguien salía demasiado borracho para que no quedara en el suelo o consiguiera un taxi. Era un bar que se preocupaba por sus clientes, por eso la gente amaba...ama tanto a Abbot y Costelo”, concluyó Contreras, comparando el lugar al resto de los establecimientos en donde, según su experiencia, apenas se pone un pie fuera, es todo.
Desde su primera visita, el comunicador social duró los siguientes 25 años asistiendo sin falta a celebrar sus cumpleaños, las fiestas de año nuevo y la fiesta disco. El lugar lo vio pasar los mejores y peores momentos de su vida: tomando solo, con amigos o festejando.
Banda presentándose en Abbot y Costelo. Año 2013

Banda presentándose en Abbot y Costelo. Año 2013 Foto:Archivo particular

Uno de los recuerdos que aún resuena en su memoria ocurrió en el año 2007. Con unos tragos encima y un anillo en el bolsillo, subió las escaleras hasta la consola donde estaba Jairo poniendo una canción de 'Metallica', cuyo video se reproducía en las pantallas.
Era un bar que se preocupaba por sus clientes, por eso la gente amaba...ama tanto a Abbot y Costelo
- Hermano, por favor, léete esta frase— le dijo con un tono de euforia al dueño.
- ¿Usted está seguro de la vaca loca en la que se va a meter?— le preguntó incrédulo.
-Claro, hermano, pero eso sí con Soda Estéreo— recuerda responderle. Paul lo observó cortar la canción de la banda de trash metal de los 80 casi que a las ‘patadas’ y poner, en su lugar, ‘De Música Ligera’, de Soda Estéreo.
Inevitablemente la gente empezó a cantar al ritmo con Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti. En ese momento, Jairo dijo a través del micrófono: ‘Johana, Paul quiere saber si te casas con él’. Paul se arrodilló y, de su pantalón, sacó el anillo. Su novia, actual esposa, lo abrazó y al oído le susurró que sí pero que mañana se lo repitiera cuando estuviera sobrio. Así, el ambiente explotó en el bar y, como recordó, “la rumba empezó”.

Una noche en Abbot y Costelo: un viaje por la música

“Tu llegabas y se sentía esa marea sónica del rock clásico, era escuchar a los 'Beatles', a 'Claptone', 'Dire Straits', o sea, a las piedras filosofales del rock”, contó Contreras. Sin importar si se asistía hace unos meses o hace 16 años, las costumbres no cambiaban, eran la marca e identidad del lugar.
Los proyectores acompañaban cada canción con su respectivo video, era un ambiente para tomar algunas cervezas y, según su experiencia, conversar. Sin embargo, cerca de las 8 y 10 empezaba a subir el tono, las notas del 'Glam rock', del ochentero, y del 'Hard Rock' se rotaban de la mano del conocido Jean Pierre, que con un semblante serio pero amable, se mantuvo controlando la música después de la muerte de Jairo.
Para mí y para los de mi generación era como el centro del culto. Como la academia de música donde aprendimos mucho y nos informábamos de las nuevas canciones
“Se sentía la subida y las personas se ponían de pie, era una marea de cabezas farreando y, después, iniciaba la rumba rock con 'Iron Maiden', 'Metallica' y 'Kraken', ahí las personas ya estaban gritando y saltando. Más tarde bajaba el tono, como diciendo ‘muchachos ya es hora de irse a casa’ o por lo menos de irse a ‘Púrpura’, el bar de al lado, a comer arepitas y seguir rumbeando”.
"Para mí y para los de mi generación era como el centro del culto. Como la academia de música donde aprendimos mucho y nos informábamos de las nuevas canciones porque en ese momento no teníamos Youtube ni redes sociales”, sentenció Alexander Blanco, de diferentes bares y restaurantes a lo largo de su vida. Actualmente tiene 46 años, pero su primera vez en Abbot y Costelo fue cuando tenía 16.
Era 1993 y encontraron el establecimiento después de salir de un sitio en el barrio de Las Aguas, donde había televisores pequeños y viejos reproduciendo la música. Al llegar a ‘Costelo’ se toparon con proyectores de tres cañones en un telón grande.
“Ver una banda de rock en tamaño gigante ya era una experiencia además con un sonido espectacular, era genial”, hizo memoria de una Bogotá en la que escuchar rock era extraño y con pocas posibilidades.
Para Alexander, el mejor recuerdo que tiene allí se dio al salir del colegio, y luego de la universidad, cuando iba a ‘parchar’ con amigos. Por eso, 26 años después decidió llevar a su hijo Jorge cuando cumplió los 18 a conocer el lugar. “Fuimos los dos, yo lo llevé y de hecho nos embriagamos allá, muchas personas de mi generación hacían lo mismo, era como un cambio, entregándonos la batuta el uno al otro”, explicó.

La identidad de la capital rockera

Fue como darnos cuenta de que el sitio donde fuimos jóvenes se había ido
La muerte de Luis García fue un golpe duro para los que asistían, porque a pesar de que sabían que seguía bajo el mando de Jean Pierre y de Nidia, la hija y hermana del fundador, reconocían que Luis y Jairo eran ”el alma del sitio”.
El anuncio del cierre se dio por medio de una publicación en la red social Instagram. Más de 300 comentarios lamentando el suceso se han publicado desde el 11 de octubre de 2023.
“Fue como darnos cuenta de que el sitio donde fuimos jóvenes se había ido”, concluyó Contreras.
El 14 de octubre, al final de la noche de despedida, aunque las luces ya se hubiesen encendido y la música estaba terminando, nadie se iba. En coro se escuchaba gritar “¡Costelo, Costelo, Costelo!", y en el fondo se oían frases como “No sé puede acabar” y “¿En dónde vamos a escuchar rock ahora?”
Jean Pierre, con pesar, pero manteniendo la semblanza que lo caracterizaba, tomó el micrófono por última vez. “Bien muchachos, muchas gracias por su cariño, amor y comprensión, pero no se preocupen, estén pendientes de las redes sociales que ahí hay sorpresas”, anunció en recompensa.
“Como siempre y para la despedida de toda mi vida: agradecemos su colaboración, tenemos la Policía afuera y toca salir, los quiero mucho”, finalizó. La última canción por fin se detuvo. No hubo tiempo para más.
Laura Nathalia Quintero Ariza. 
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO. 
REDACCIÓN ÚLTIMAS NOTICIAS. 

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