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El dilema de usar falda en Bogotá: las mujeres le temen al acoso callejero
El sistema de transporte público y la calle es donde las mujeres se sienten más vulnerables.
"¿No te da miedo andar en TransMilenio usando falda?", fue la pregunta que le hicieron sus familiares a Ana Rodríguez, una joven estudiante que solía vestir esta prenda antes de vivir un hecho de acoso que hizo que dejara de hacerlo por más de un año. Y es que cada vez es más común que las mujeres en Bogotá desistan de usar faldas porque temen ser víctimas de acoso callejero.
Así lo reveló un reciente un estudio del programa de diseño de modas de la Universidad Manuela Beltrán (UMB), en el que se encontró que tres de cada cinco (el 60 por ciento) de las encuestadas no usan falda porque sienten miedo del acoso callejero.
Más de 600 mujeres de todos los estratos y entre los 18 y 51 años participaron en la encuesta. El 96 por ciento aseguró que se sentía vulnerable, expuesta o incómoda de tener esta prenda en el transporte público.
Además de este escenario, otros que generan incomodidad según el estudio son los centros de salud (57,2 por ciento) y la calle (26,7 por ciento), por encima de sitios de rumba (21 por ciento).
Paula Amaya, psicóloga forense, explica que la sensación de incomodidad se genera cuando el público reacciona de forma inesperada a acciones de una persona. "En este caso, las mujeres reciben exceso de atención al usar falda y como no es algo que estén buscando, eso produce que se sientan fuera de contexto incluso si no lo están", expresa.
Queremos que las mujeres vuelvan a usar falda sin sentirse inseguras
Camila Amaya, docente de diseño de modas de la UMB, dice que "la minifalda tiene una connotación que simboliza liberación" y explica que esta prenda fue popularizada por la diseñadora británica Mary Quant en la década de 1960 como símbolo de rebeldía de una generación reprimida por la Segunda Guerra Mundial.
Por eso, aunque debería ser una prenda que simboliza la flexibilidad de la sociedad, termina siendo lo contrario. "Queremos que las mujeres vuelvan a usar falda sin sentirse inseguras", concluye.
La modalidad de acoso callejero guarda similitudes con el voyerismo, pero impacta en la población femenina. Foto:iStock
A pesar de que el 83 por ciento considera que es una prenda que debería poderse usar sin ningún tipo de restricción, cerca de la mitad piensa mucho antes de ponerse una minifalda y el 58 por ciento se siente vulnerable al hacerlo.
Según Paula Amaya, la vulnerabilidad hace parte de una experiencia emocional a raíz del estrés o pánico que sufren las personas al sentir que su integridad corre peligro. Entonces, estar sometida a comentarios sexuales genera este tipo de sensaciones.
Me sentía mareada, me temblaban las manos y aumentó mi ritmo cardiaco
Este fue el caso de Ana, que vivió acoso sexual callejero. La joven dice que se puso un vestido negro que había usado antes sin que pasara algo; cuando tomó el servicio J70, en el Portal del Norte, sintió que un hombre de unos 50 años se acercó mucho a ella.
Aunque inicialmente pensó que se debía a que había mucha gente en ese vagón, después se dio cuenta de que le estaba tocando las piernas y acercaba cada vez más sus manos y su cuerpo a ella.
"Solo fue un trayecto de cinco minutos, apenas pude me bajé en la siguiente estación. Me sentía mareada, me temblaban las manos y aumentó mi ritmo cardiaco", cuenta Ana. Estos son síntomas comunes que se derivan de este tipo de eventos que amenazan la integridad de las personas, explica Amaya.
La experta señala también que las mujeres pueden llegar a experimentar estrés postraumático no solo al tener una experiencia directa, sino también al escuchar una ajena. Otro de los síntomas físicos que causa la ansiedad al acoso son la sudoración excesiva y dolores de cabeza al transitar por espacios que recuerdan una experiencia de este tipo.
Como Ana, ocho de cada diez mujeres en el mundo viven este tipo de situaciones, mientras que solo el tres por ciento de ellas llega a denunciar, según un informe de la ONG Plan Internacional.
Aunque en Colombia el acoso callejero no es un delito, quienes sean víctimas de ello pueden denunciar injuria por vía de hecho. De acuerdo con Sofía Huertas, abogada feminista, este delito se configura cuando se daña la reputación de alguien porque se le hace algo; en este caso, por tocamientos o gritos que perturban su honra.
Según explica la abogada, este es un delito querellable, es decir, de menor gravedad, con un tiempo corto de prescripción y exige que la persona afectada denuncie. Sin embargo, "cuando es por motivos de género se alarga ese término, de acuerdo con el Código de Procedimiento Penal", señala Huertas.
No obstante, "en 2009 la Corte Suprema dijo que con el acoso callejero no hay violencia, sino sorpresa. Por eso no suele haber detención y puede ser conciliable, así que estos casos rara vez llegan a una condena", afirma Francisco Bernate, presidente del Colegio de Abogados Penalistas de Colombia.
El Distrito ha puesto en marcha diferentes estrategias para reducir el acoso en el sistema masivo de transporte. Una de ellas es ‘Date cuenta, es violencia, pita y avisa’, que busca que con el sonido de un silbato disponible en diferentes espacios, cualquier persona víctima o testigo de violencia contra la mujer alerte a los funcionarios.
Esta señal universal salva vidas.✊ #NiUnaMás Solo necesitas empuñar tu mano para avisar que requieres ayuda. Estamos por todo Bogotá con nuestro #ComandoPúrpura para prevenir violencias contra las mujeres.
— Secretaría de Seguridad BOG (@SeguridadBOG) May 17, 2023
Otra es la estrategia de Puntos de Asistencia Básica contra la violencia basada en género. Alrededor de 30 gestores de convivencia expertos en trabajo social o psicología adelantan recorridos permanentes en el sistema y brindan primeros auxilios psicológicos.
El protocolo del Comando Púrpura es informar al conductor, quien activará el botón de emergencia para alertar al centro de control de TransMilenio. También puede llamar al 018000112137 para asesoría jurídica gratis o escribir al WhatsApp 3007551848.