Las redes sociales y el mundo digital se han convertido en espacios para que todo tipo de personas obtengan ganancias y puedan vivir dignamente promocionando productos o experiencias; sin embargo, no son pocos los casos en que las personas denuncian haber sido víctimas de estafas digitales: mensajes invitando a hacer pagos con enlaces falsos o aplicaciones que vacían las cuentas de los s, son solo algunas de las denuncias más comunes y de las cuales este diario ha hecho eco.
Sin embargo, en las últimas semanas EL TIEMPO ha recogido testimonios de personas que dicen haber sido víctimas de una posible estafa bajo una nueva modalidad. Muchas de estas personas son activos en redes sociales y cuentan con miles de seguidores, pues, además de tener un oficio al que se dedican a diario, utilizan sus plataformas digitales para compartir conocimiento o para dar consejos sobre estilo de vida.
Ellos obtienen ganancias a través de un modelo de negocio llamado marketing influencer, que consiste básicamente en promocionar productos o servicios en plataformas como Instagram a cambio de un pago. En algunos casos las marcas negocian las tarifas a través de agencias especializadas en el asunto o directamente con las personas.
Ese es el caso de Diego Santos, consultor digital que usa sus redes para dar consejos sobre el mundo digital y opina respecto de temas de interés para los ciudadanos, y quien actualmente tiene más 65.000 seguidores en Instagram.
Tenía comportamientos extraños desde esa época.
En mayo de este año, Santos fue ado por Guillermo García a través de WhatsApp. Se presentó como un experto en redes sociales y le hizo una oferta.
“Me comentó que NextU, una plataforma de enseñanza de la empresa de idiomas Open English, quería que probara uno de sus cursos. Al principio no le presté mucha atención, pero igual le respondí cordialmente que claro que sí, pero me desentendí del asunto”, cuenta Santos.
Semanas después ‘Guillo’, como se hacía llamar en redes sociales, volvió a escribirle para que pudieran empezar a trabajar. El trato era sencillo: Diego probaba los cursos, si le gustaban subía una serie publicaciones a redes comentando lo que pensaba y al final de la campaña García se quedaba con una comisión y Diego recibía su pago. “Le pedí una reunión con alguien de NextU para resolver unas dudas del contenido. Tras la reunión, procedí a realizar mis piezas”, agrega el influenciador.
Tras la reunión, y luego de discutir las condiciones de pago, aceptó. El trato era que una vez NextU le pagara, le debía pasar la factura y él le giraría 30 días después.
Fiel a su forma de trabajar, Diego probó los cursos y empezó a generar contenido cuando vio que eran una buena opción para las personas interesadas en el tema.
Días después, y tras no recibir noticias de su pago, decidió escribirle. Según cuenta, García jamás respondió sus mensajes ni las llamadas. Preocupado, ó directamente a la empresa. Allí le confirmaron que el desembolso de 8’500.000 pesos se había realizado desde el 6 de junio. “A ‘Guillo’ nunca le pregunté en qué agencia trabajaba, ni le solicité en ese momento un contrato”, dice.
Luego de confirmar sus sospechas, Diego fue al único lugar en el que podría tener pistas sobre la persona que le había incumplido el pago: las redes sociales. Encontró sus perfiles en LinkedIn y en Instagram. Allí se presentaba, nuevamente, como ‘Guillo’ García, el CEO de Influlatam, una agencia especializada en asesorar marcas y cuya función era ser el puente entre estas y los influenciadores.
También encontró una cuenta en Instagram donde alertaban sobre el comportamiento de esta persona y lo señalaban de supuestamente estafar a otros. “En ese momento pensé este tipo me vio la cara de pendejo”, asegura Santos.
Otras denuncias
Uno de ellos es Martín (nombre cambiado por solicitud de la fuente) una persona que trabajó durante varios años con García en la misma firma de publicidad y que dice haber sufrido en carne propia sus acciones.
“Tenía comportamientos extraños desde esa época. Cuando él se fue tenía que entregar un computador. En ese momento le dije al dueño de la empresa que me lo había dado a mí y realmente me estaba metiendo en un problema con sus mentiras”, narra.
Cuenta que luego de que salió de la compañía en 2019, volvieron a escuchar de él por sus apariciones recurrentes en espacios dedicados a emprendedores: desde congresos hasta podcast.
“Allí siempre decía que era un emprendedor en serie y se ufanaba de cómo había logrado levantar varias empresas desde cero”, dice un antiguo socio de Guillermo que pidió reservar su identidad y quien asegura haber sido también víctima.
Martín recuerda que pese a no trabajar con el supuesto empresario, sabía de sus movimientos por amigos o conocidos que habían laborado con él. “Él les ofrecía trabajo a influenciadores con marcas que representaba en ese momento. Tenía dos o tras marcas, si no estoy mal, entre ellas Open English y una entidad gubernamental”, relata el excompañero de ‘Guillo’.
El socio de García era una persona que llevaba años forjando relaciones con influenciadores y personajes de la farándula. Había trabajado en decenas de campañas y gozaba de una buena reputación en el medio. “Cuando nos dimos cuenta, digamos, no solo mi amigo, sino personas del círculo cercano que le habían prestado plata, habían caído. A ellos siempre les entregaba recibos de consignación falsos”, agrega Martín.
Era una persona que tapaba un hueco para abrir otro. Al comienzo creo que no lo hizo de mala fe, si no para tratar de dar una apariencia de vida que no se podía costear.
“Al ser el o con los talentos, fuimos nosotros quienes vimos afectada nuestra reputación cuando él empezó a incumplir y los que tuvimos que responder”, cuenta uno de sus antiguos socios, quien hoy adelanta un proceso en la Fiscalía en contra de García.
Pero este no es el único proceso legal que tiene en su contra. Pese a que EL TIEMPO conversó con varias fuentes quienes aseguran que podría tener hasta 16 denuncias, este medio solo pudo corroborar dos. Existe una denuncia en su contra interpuesta en febrero de este año por Jesús Enrique Gallardo Vásquez, gerente de una cadena hotelera a quien, según confirmó una fuente, le habría ofrecido sus servicios en temas de marketing para luego, supuestamente, desaparecer.
La otra fue radicada el 6 de julio de 2022 por María Cristina Hurtado Álvarez y ya se encuentra en manos del juzgado 21 civil municipal de Bogotá. Este diario conoció que dicha denuncia sería por un supuesto incumplimiento en un pago por parte de García luego de que se firmará un contrato para la publicación de contenido en redes sociales.
En el radicado aparece como representante de una empresa llamada Servicios de Mercadeo y Experiencia S.A.S.
EL TIEMPO ó al empresario Guillermo García, quien señaló que se pronunciará frente a las denuncias en su contra solo en presencia de su abogado en los próximos días y que emprenderá acciones legales contra las personas que lo acusan.
“Era una persona que tapaba un hueco para abrir otro. Al comienzo creo que no lo hizo de mala fe, si no para tratar de dar una apariencia de vida que no se podía costear. Pero el problema es que le terminó gustando”, concluye Martín, quien trabajó con el emprendedor y empresario.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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