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Noticia
La historia del padre agustino que se llevó a pasear al papa León XIV por Bogotá, ¿a dónde fueron?
El padre William Josué Carreño recuerda con emoción las visitas del entonces cardenal Robert Francis Prevost.
Padres Generales de la orden de San Agustín, entre ellos el Cardenal Robert Prevost. Foto: Archivo particular
El padre agustino William Josué Carreño Mora se encontraba en plena misa cuando le llegó la noticia que olía a humo blanco: el cardenal Robert Francis Prevost había sido elegido como el nuevo Papa de la Iglesia Católica. La sorpresa lo sacudió en medio de la celebración de la festividad de Nuestra Señora de Gracia, patrona de la provincia agustiniana en Colombia. Entre el asombro y la alegría, su mente viajó de inmediato a los recuerdos, especialmente a aquel día en que lo invitó a dejar por un momento sus deberes eclesiásticos y lo llevó a pasear por Bogotá.
El hoy Papa Robert Francis Prevost no era un desconocido para los agustinos colombianos. Antes de llegar al trono de San Pedro, fue provincial de la orden en Chiclayo, misionero en Perú, y posteriormente prior general durante más de una década, el cargo más alto dentro de la Orden de San Agustín. En ese tiempo, visitó varias veces Colombia: Medellín, Barranquilla, Bojacá, Chía y Bogotá fueron algunas de las ciudades donde compartió con las comunidades religiosas. Siempre se hospedaba en los conventos y participaba activamente en las reuniones que se realizaban cada cuatro años.
Padre, ¿usted no se cansa de estarse todos los días encerrado en un convento solo trabajando? Venga más bien y le doy un paseo
“Yo tuve la oportunidad de estar en el país todas las veces que el Santo Padre vino”, recuerda el padre Carreño. Fue durante una de esas visitas, cuando Prevost ya era prior general, que ocurrió algo poco común. En medio de una jornada de reuniones, William le preguntó con tono fraterno y sincero: “Padre, ¿usted no se cansa de estarse todos los días encerrado en un convento solo trabajando? Venga más bien y le doy un paseo”.
Foto del papa León XIV en el Liceo Cervantes. Foto:Archivo particular
La invitación fue aceptada con una sonrisa, y juntos salieron desde el convento Santo Tomás, ubicado en la calle 83 con carrera novena. Caminaron por los alrededores y en la Plaza de Andrés, pasaron por el parque de la 93 pero decidieron ir más lejos y visitar el Museo del Oro y Monserrate. Todo le encantó. Prevost le confesó que le gustaba la carne a término azul, una preferencia que Carreño no olvida. Al final del recorrido, el hoy Papa le agradeció: “Padre, gracias porque no solo conocí los conventos, sino algo de Bogotá”.
Tenía el cargo de prior general, pero era una persona absolutamente sencilla, bondadosa, tranquila. No le gusta tanto protocolo. Es una persona muy cercana y amable
Ese gesto espontáneo, que rompía con las rutinas habituales, revelaba también el carácter del entonces cardenal: “Es un hombre absolutamente descomplicado”, recordó el agustino. “Tenía el cargo de prior general, pero era una persona absolutamente sencilla, bondadosa, tranquila. No le gusta tanto protocolo. Es una persona muy cercana y amable”.
La elección de Prevost como Papa fue una sorpresa cargada de simbolismo para su comunidad. “Nosotros estábamos en la misa, no hallábamos qué hacer. Y pues seguimos la misa y la ofrecimos por su santidad”, cuenta Carreño. Fue un momento de celebración silenciosa, íntima, con la certeza de que la Iglesia queda en buenas manos. “Es un hombre entregado a la vida comunitaria, a la fraternidad. Le aportó a la Iglesia no solo desde la religión, sino también desde temas políticos, musicales, teológicos. Sabe y entiende el mundo actual”.
Nosotros estábamos en la misa, no hallábamos qué hacer. Y pues seguimos la misa y la ofrecimos por su santidad
Carreño no duda en destacar la amplitud de visión del nuevo Papa. “Conoce la realidad de Norte América porque es de Estados Unidos, la de América Latina porque vivió en Perú, y la de la Curia Romana porque fue prior general. Como general, visitó los 47 países donde tenemos presencia como orden agustiniana”.
Más allá de su trayectoria institucional, hay detalles que no se olvidan. Carreño recuerda las noches después de las reuniones, cuando se sentaban a conversar sobre la situación del Perú, de América Latina, del mundo. También recuerda la tesis doctoral del nuevo Papa, centrada en el rol del prior local, una figura esencial dentro de la vida agustiniana y la comunidad.
“Él no solamente sabía lo que decía, lo vivía”, insiste Cerreño. Y remata con una frase cargada de afecto y humor: “Ahora me imagino al Papa diciéndome: ‘¡Qué hubo, William!’ y no lo puedo creer”. Una expresión sencilla, como tantas que compartieron en los conventos y en las caminatas por Bogotá, y que ahora cobra una nueva dimensión bajo el peso de la historia.