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Análisis

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¿Por qué los aguaceros colapsan en el norte de Bogotá y los municipios aledaños y qué solución plantean?

Crónica de la jornada y sus similitudes con lo que sucedió en noviembre de 2024. 

El nivel de las inundaciones fue mayor en la autopista Norte.

El nivel de las inundaciones fue mayor en la autopista Norte. Foto: Mauricio Moreno/ EL TIEMPO

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La madrugada de este miércoles 12 de marzo de 2025, Bogotá amaneció bajo los estragos de un torrencial aguacero que rápidamente dejó en evidencia la vulnerabilidad de su infraestructura vial, como también sucedió en noviembre del año pasado.
Dos puntos críticos en el norte de la ciudad quedaron colapsados: la autopista Norte con calle 232, donde el agua alcanzó los 40 centímetros de altura, y la carrera Séptima con calle 245, donde la caída de un poste restringió el paso de los vehículos.
Desde las primeras horas, las autoridades distritales, en coordinación con equipos de emergencia del Acueducto, la ANI, el IDIGER y Enel, se desplegaron en las zonas afectadas para intentar controlar la situación.
En la autopista Norte, la acumulación de agua obligó al cierre de la vía en sentido norte-sur, generando una parálisis vehicular que solo comenzó a aliviarse cuando el nivel descendió a 15 centímetros y se permitió el paso controlado de camiones. Sin embargo, la ruta alimentadora de TransMilenio Guaymaral siguió sin operar, afectando a cientos de s.
A las 3:50  de la madrugada, un poste de luz cayó en el kilómetro 14 de la vía Bogotá-Chía, bloqueando completamente el tráfico. Equipos de Enel y del IDIGER trabajaron durante la madrugada para retirar la estructura, logrando habilitar un carril con paso restringido, aunque los trancones en la zona fueron inevitables.
Para aliviar la congestión, las autoridades recomendaron tomar la calle 183 o la calle 245 para conectar con la autopista Norte, mientras que quienes transitaban por la autopista fueron desviados hacia el retorno de BIMA.
Las complicaciones en el transporte llevaron a que muchas instituciones educativas suspendieran sus clases presenciales y migraran a la virtualidad.
El alcalde Carlos Fernando Galán informó sobre la emergencia a través de su cuenta en X, asegurando que no hubo vehículos atrapados ni personas afectadas. También señaló que los trabajos continuarían hasta garantizar el restablecimiento total del tráfico y advirtió que las lluvias podrían volver a complicar la movilidad en la tarde.
Trabajadores limpían los canales de la zona.

Trabajadores limpían los canales de la zona. Foto:Mauricio Moreno

Nos dijeron que se cayó un árbol cerca del Centro de Atención Inmediata (CAI) en la vereda Márquez- Triunfo
Las complicaciones en el transporte llevaron a que muchas instituciones educativas suspendieran sus clases presenciales y migraran a la virtualidad. La falta de rutas escolares, los retrasos en la movilidad y el riesgo de nuevas lluvias hicieron que varios colegios tomaran esta decisión para evitar exponer a estudiantes y profesores a una jornada de caos. “De colegio de mi hijo nos dijeron que se suspendían las clases y que las hacían de manera virtual hasta que se supere la situación”, dijo una madre de familia.
Otras rutas escolares que suben por El Codito hacia los colegios de La Calera tuvieron que tomar otras rutas para poder llevar a los estudiantes a los planteles educativos. “Nos dijeron que se cayó un árbol cerca del Centro de Atención Inmediata (CAI) en la vereda Márquez- Triunfo”, dijo otra familia afectada. 
Inundación en la Autopista Norte.

Inundación en la Autopista Norte. Foto:Mauricio Moreno

A medida que avanzaba la mañana, los ciudadanos intentaban sortear los retrasos, mientras Bogotá vivía otra jornada caótica marcada por las lluvias y la insuficiencia de su infraestructura para responder a estos eventos climáticos.

El aguacero de noviembre de 2024

La tarde del 6 de noviembre de 2024, Bogotá fue escenario de una emergencia sin precedentes, así lo recuerda este diario que cubrió la tragedia. La Autopista Norte, arteria vital de la ciudad, se convirtió en una laguna que atrapó vehículos, sumergió rutas escolares y dejó a cientos de ciudadanos varados en medio del agua. No era solo una lluvia más; era la más intensa en 27 años.
Desde las primeras horas del aguacero, el colapso fue inminente. El sistema de drenaje, incapaz de manejar tal volumen de agua, rebasó sus límites. Los reportes oficiales indicaron que el nivel del agua osciló entre los 50 y 80 centímetros, lo suficiente para que decenas de buses, taxis y automóviles quedaran inmovilizados. Transmilenio, el principal sistema de transporte masivo de la ciudad, quedó paralizado, sumiendo a Bogotá en un caos de proporciones mayúsculas.
Las imágenes que comenzaron a circular en redes sociales mostraban la magnitud del desastre: niños atrapados en buses escolares esperando ser evacuados, conductores subidos en los techos de sus vehículos y ciudadanos intentando cruzar calles convertidas en ríos. La situación era tan crítica que el Cuerpo de Bomberos de Bogotá tuvo que desplegar equipos flotantes y usar camiones para rescatar a las personas.
La crisis no tardó en escalar. A medida que la lluvia persistía, se multiplicaban los llamados de auxilio. En aquella ocasión un total de 121 personas fueron evacuadas de emergencia y 180 más resultaron gravemente afectadas. Muchos no lograron regresar a sus hogares y debieron buscar refugio temporal.
El alcalde mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, reaccionó de inmediato y dispuso un Puesto de Mando Unificado (PMU) en la zona, con 140 unidades entre agentes de movilidad y rescatistas. Además, la Secretaría de Educación del Distrito sugirió recortar la jornada escolar en los colegios cercanos para evitar que los estudiantes quedaran atrapados en futuras emergencias.
Pero la gran pregunta que todos se hicieron al día siguiente fue: ¿Cómo es posible que una de las principales vías de la capital colapsara de esta manera?

Entre licencias, obras y promesas incumplidas

La respuesta apunta a un problema que lleva años en discusión: la ampliación de la Autopista Norte. La concesionaria Ruta Bogotá Norte, encargada del proyecto, fue la primera en señalar que la tragedia evidenciaba la necesidad urgente de avanzar en la Fase 2 de los s Norte.
El proyecto, que busca mejorar la infraestructura vial y garantizar una mejor movilidad en el norte de la ciudad, se encuentra enredado en trámites istrativos y ambientales. La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) suspendió el proceso de licenciamiento en enero de 2024, argumentando deficiencias en el Estudio de Impacto Ambiental. El principal problema identificado es que las obras propuestas no garantizan la conectividad ecológica entre los humedales Torca y Guaymaral.
Buses y rutas escolares fueron afectadas por las lluvias.

Buses y rutas escolares fueron afectadas por las lluvias. Foto:Mauricio Moreno

Las obras de ampliación de la Autopista Norte que incluyen la solución ambiental para evitar estas inundaciones están suspendidas hace meses porque la ANLA no ha otorgado la licencia ambienta
Los expertos, sin embargo, afirman que la falta de intervención ha dejado a la ciudad vulnerable a fenómenos climáticos extremos. Alejandro Callejas, gerente de Lagos de Torca, explicó que la inundación fue causada por el desbordamiento del humedal Torca-Guaymaral, que no tiene salida efectiva para sus aguas cuando llueve en exceso
El meteorólogo Christian Euscátegui agregó en ese momento del 2024 que el Fenómeno de La Niña intensificó las lluvias en Bogotá, lo que aumentó la probabilidad de nuevas emergencias si no se tomaban medidas.
Mientras la ciudad intentaba recuperarse del desastre, el tema se volvió centro del debate político. Concejales como Daniel Briceño y Juan David Quintero exigieron al Gobierno Nacional que destrabara la ampliación de la autopista para evitar futuros desastres.
“Las obras de ampliación de la Autopista Norte que incluyen la solución ambiental para evitar estas inundaciones están suspendidas hace meses porque la ANLA no ha otorgado la licencia ambiental”, criticó el economista Bruce Mac Master.
En medio de la crisis, la Agencia Nacional de Infraestructura propuso una solución técnica: elevar ciertos tramos de la autopista con estructuras tipo box culvert, que permitirían el paso del agua sin afectar la movilidad.

¿Y el problema de siempre? La basura

Más allá de la falta de infraestructura, otro factor juega un papel crucial en este tipo de tragedias: el colapso del sistema de alcantarillado por la acumulación de basuras. Según la Unidad istrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), hasta noviembre de años pasado se habían retirado más de 55.000 toneladas de desechos de las redes de alcantarillado, ríos y quebradas de Bogotá.
Las cifras fueron contundentes: solo en septiembre de 2024 se recolectaron más de 10.000 toneladas de residuos en puntos de arrojo clandestino, incluyendo 7.200 llantas abandonadas. El problema es estructural y se repite cada vez que llueve con fuerza en la ciudad.

¿Se avecinan más emergencias?

La crisis de noviembre de 2024 y la de anoche en Bogotá dejó en evidencia la fragilidad de la capital  ante fenómenos climáticos extremos. Con un sistema de drenaje insuficiente, una infraestructura vial obsoleta y obras clave detenidas, la pregunta no es si volverá a ocurrir una inundación como esta, sino cuándo.
Las autoridades prometieron tomar medidas para evitar que la historia se repita, pero la realidad es que, si las lluvias persisten y las soluciones se siguen aplazando, el caos podría convertirse en la norma en cada temporada invernal.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ 
Escríbanos a [email protected] 

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