En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cual es la ciudad colombiana clasificada como la más peligrosa del mundo?
¿Cómo va el juicio al expresidente Álvaro Uribe?
¿Accidente de bus en Calarcá?
Frío inusual en Bogotá explicado por el Ideam

Aunque los coleccionistas los reclaman, en Colombia ya no se fabrican CD

Los más golpeados en esta carrera tecnológica han sido las tiendas de música y los coleccionistas.

Tienda de CD y vinilos usados, en el centro comercial Omni 19, en la calle 19 con carrera 8.ª de Bogotá.

Tienda de CD y vinilos usados, en el centro comercial Omni 19, en la calle 19 con carrera 8.ª de Bogotá. Foto: César Melgarego. EL TIEMPO

Alt thumbnail

Actualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Ocurrió tan de prisa que quienes cuentan la transformación de la tecnología y del negocio de la música lo enuncian de una manera sintética, rápida, como algo irremediable, que quedó atrás. Pero no así los clientes y coleccionistas.
“Hace 15 o 20 años, por poner un ejemplo, Carlos Vives sacaba un disco y todo el mundo se tenía que acercar a las tiendas a comprarlo. Hoy ya no es así”, recuerda Daniel Roa, de Tango Discos, empresa bogotana que cumple ya 31 años.
¿Cómo era la industria y en qué momento sobrevino esta avalancha tecnológica tan veloz que arrasó con todo lo anterior? ¿Y a qué costo para disqueras, los artistas y las tiendas de música, hasta ser manejada por grandes conglomerados mundiales que convirtieron la afición del público en un jugoso negocio se conjugan audio, imagen y espectáculo?
“Desde 1982 –relata David Drezner, cabeza de la firma Disonex, que produjo por muchos años colecciones enteras y paquetes en el campo del CD– la industria musical ha venido teniendo cambios cada determinado tiempo. Antes eran los casetes y los LP. El casete murió; el LP quedó dormido por mucho tiempo. En el 82 aparecieron los CD, que le dieron un nuevo aire a la industria, ya de capa caída. Cuando Steve Jobs creó el iPod, que tenía 4.000 o 5.000 canciones, casi todas piratas, empezó a revolucionar la industria, pero esta se demoró en entender este cambio tecnológico. Después vinieron plataformas como Spotify, en las que la gente puede escuchar gratuitamente o con una suscripción mensual, para no tener publicidad, cualquier tipo de música a la carta”.
Para Drezner, en el salto cualitativo se juntan dos cosas: primera, un cambio tecnológico que permite escuchar el 99 por ciento de la música de manera inmediata, sin tener que ir a una tienda. Y segunda, que la industria discográfica en este momento está pasando por el mejor momento de toda su historia, porque el negocio se convirtió básicamente en mercadeo y dejaron atrás fabricación, inventarios, distribución, etcétera. “El CD se terminó convirtiendo en un asunto de coleccionista y como para las disqueras eso no genera la utilidad que requieren, simplemente lo dejaron de lado”, dice.
Su teoría es que con el CD está pasando lo siguiente: “Hoy se fabrica algo, pero no cosas muy puntuales. En el caso de Colombia, nosotros somos los únicos en Colombia que fabricamos CD, y nuestros clientes son básicamente: el artista independiente, que manda fabricar todavía CD porque los vende en presentaciones o los necesita para promocionarse. Y productos multimedia como cursos de inglés. En Colombia, las compañías que venden música son tres: Panamericana, La Música y Tango Discos”.
Roa, por su parte, describe este proceso desde la perspectiva de las tiendas de discos.
Ahora el mercado se compone de personas de 18 a 30 años que no vivieron la época de los vinilos. Los compran para escucharlos en tornamesas de tecnología más avanzada.
“Al negocio de los discos le han dado varias sentencias de muerte. Una en los 90, cuando empezó la era digital. Ahí sobrevivimos con los CD, y siguen siendo la base de nuestras ventas. Después vino el streaming, que fue otro golpe superfuerte –nuestras cuentas se redujeron como al 40 por ciento del tamaño de la compañía–, pero a la vez reapareció el vinilo como una moda y ahora se ha establecido como el formato predilecto para coleccionistas. Eso nos ha permitido seguir subsistiendo.
Nosotros hemos buscado siempre una mezcla: primero el cine, pero el cine en físico ha ido desapareciendo, y nos decantamos por los libros. Son la herramienta para contrarrestar el efecto de la música digital. Pero hay un fenómeno y es que no toda la música aparece en físico y no todos los géneros son consumidos en físico. Eso es lo que nos permite seguir”.
“Cada vez hay menos al producto físico –agrega Mauricio Cardona, director de puntos de venta de la otrora popular cadena de tiendas Discos La Música–. Ahora el mercado se compone de personas de 18 a 30 años que no vivieron la época de los vinilos. De unos años para acá, los compran para escucharlos en tornamesas de tecnología más avanzada, que es lo que hoy estamos vendiendo, junto con otros dispositivos de audio”.
A la par con esta fiebre nostálgica por los LP y los tornamesas de apariencia retro, hay la tendencia de un tiempo acá, de los propios artistas, a retomar este formato, por considerarse de mucha mejor calidad en el sonido que los de tecnología más reciente, como lo explica Daniel Roa:
“Aquí ha ido creciendo el mercado del vinilo. Hasta hace unos 10 años no se vendían mucho. Nosotros los traíamos como una cosa exótica. Desde esa época empezaron a aparecer muchos más títulos, a agrandarse los catálogos y los artistas decidieron que ya ese es su formato de predilección. Probablemente, a veces salen primero los vinilos que los CD.
Entonces hay gente que consume vinilos nuevos, pero también el mercado de los usados se volvió fuerte. Nosotros vendemos usados y nuevos. Hay gente que solo consume usados y hay quienes solo consumen cosas que solo se consiguen en vinilos nuevos”.
Esa preferencia de algunos compradores por los antiguos formatos a qué puede obedecer.
“Todo el mundo –afirma Roa– se acerca por diferentes razones a los discos. Unos consumen usados porque muchas de esas grabaciones no están digitalizadas, y es un sonido que es superior”.
Y detalla: “Por ejemplo, gran parte del repertorio colombiano no se consigue en ninguna plataforma y solo están en vinilo, porque ni siquiera pasó a CD. Y hay nostalgia, que creo que fue como empezó, de tener esos discos con sus carátulas originales. Pero también hemos visto un fenómeno que es que hay personas que lo consumen como suvenires. Por ejemplo, un disco LP de un grupo que ya se disolvió. Son diferentes maneras de acercamiento al formato, no hay un consumidor tipo. Y hay los coleccionistas, gente que busca cosas mucho más especializadas: ediciones, prensajes, quién lo cortó, hay muchas maneras de acercarse”.
Una cosa cierta es que las tiendas de discos, como Tango, viven una contracción fuerte generada por la era digital. “Mucha gente se sorprende de que sigamos existiendo. Otros siguen siendo fieles, pues han sido clientes nuestros toda la vida y siguen buscando los discos”, relata Roa.
También, que el golpe de las plataformas cayó, de manera directa, sobre los CD. “Ahorita estamos en una fase complicada y es por el precio. Todo viene importado y, con el alza del dólar este último año, el desabastecimiento que hubo durante la pandemia ha hecho que los discos se vuelvan un producto costoso. La gente va con la esperanza de encontrar unos precios más accesibles, pero desafortunadamente el mercado no está dando esa posibilidad”.
Seguimos vendiendo CD también, pero todo lo traemos importado. Aquí la producción nacional se marchitó. De hecho, los artistas independientes tienen ahora dificultades para fabricar sus discos.
La pregunta obligada es por qué importarlos, ¿acaso las disqueras ya no los producen en el país? La respuesta inesperada es que los discos físicos, con muy contadas y honrosas excepciones, como Discos Fuentes, nunca los produjeron las disqueras sino fabricantes externos.
“Había tres fábricas reconocidas de CD: Disonex, CDSystem, que desapareció, y Grupo Alba”, recuerda Mauricio Cardona.
“En Colombia y en Latinoamérica –indica Roa– se le dejó de apostar mucho al CD, pero en Argentina y México hay todavía un mercado muy fuerte, y en Estados Unidos y Europa el CD sigue siendo importante. El problema acá fue que lo dejaron de producir, pero sigue existiendo”.
Aquí, Roa nos lleva al meollo del asunto, enunciado por David Drezner en el inicio de esta nota. “Nosotros seguimos vendiendo CD también –dice Roa–, pero obviamente todo lo traemos importado. Aquí la producción nacional se marchitó. De hecho, los artistas independientes tienen ahora dificultades para fabricar sus discos, porque aquí no hay quién se los haga porque las fábricas ya desistieron”.
Drezner explica así su visión de qué está pasando con esta industria: “Lo que están haciendo las multinacionales es que ellos están trayendo material importado. Pero en Colombia es muy poco lo que están fabricando las disqueras. Pondrán un producto superespecífico, pero dejan totalmente de lado fabricar discos. Es muy lastimoso porque dejémoslo claro: si existen tres cadenas que afuera todavía están vendiendo música, si no han cerrado es porque todavía la música se vende. Si hubiera mayor oferta, yo creo que se vendería mucho más. Las disqueras tomaron la decisión, en el caso colombiano, de olvidarse de fabricar el producto”.
Y rememora los tiempos en que “en la mejor época de la industria discográfica en Colombia, los periódicos y las revistas sacaban un CD todas las semanas. En Colombia alcanzábamos a fabricar más o menos 30 millones de unidades al año, en todos todos los formatos, multimedia, discos, periódicos. Y yo estimo que este año vamos a estar rondando el orden de 100.000 a 150.000 unidades”.
Lamenta que frente a un artista de la importancia de Carlos Vives, de talla mundial, “para ellos vender 300 o 500 copias de pronto ni siquiera les interesa. Pero creo que es un error de la disquera, no del artista, porque yo no creo que el artista sea el que decida eso”.
Le pedimos que explique la diferencia del negocio en relación con Spotify: “En la industria discográfica antigua –dice–, un disco en promedio en Colombia, el superéxito podía llegar a vender 200.000 copias. Por ejemplo, Diomedes Díaz o Carlos Vives en su mejor momento. Pero el estándar, en Colombia, eran artistas que vendían entre 1.000 y 2.000 copias. Cuando usted está hablando de 1.000 unidades con regalías a 2.500 pesos estamos diciendo que al artista le terminan entrando unos 2 millones y pico de pesos”.
“Pero si a usted lo tienen en la nube –agrega Drezner–, el negocio funciona es por streaming, esto es, descargas. Haga este ejercicio, métase en YouTube y coja cualquier canción de Vives, y va a ver que pueden tener 200 o 300 millones de reproducciones, entonces cuando usted coge esa fracción de centavo y la multiplica por esa cantidad inmensa de reproducciones, eso es plata. Entonces, claramente, para los artistas hoy es mucho mejor negocio y para las disqueras estar en internet”.
En este recorrido no podía faltar una entrevista que dio a Portafolio, a en febrero pasado, don Samuel Tobón, fundador y gerente de Almacenes La Música, con motivo del 40 aniversario de la compañía. “Hoy en día cerca del 15 por ciento del total de los ingresos en el mundo es en soporte físico, pero la industria ha venido reduciendo la producción”, dijo el empresario, al exponer su visión optimista del negocio.
Si a usted lo tienen en la nube, el negocio funciona es por streaming, esto es, descargas. (...) Para los artistas hoy es mucho mejor negocio y para las disqueras estar en internet.
“En el mundo –añadió–, la coyuntura parece alentadora. Apenas ayer (en febrero) se conoció un informe del compilador de datos musicales MRC Data, según el cual las ventas de CD aumentaron de 40,16 millones de unidades en 2020 a 40,59 millones en 2021, lo que marca la primera vez que las ventas de CD aumentan en 17 años. Las ventas de álbumes de vinilo aumentaron 50,4 por ciento”.
Y destacó: “Por fortuna, compañías como Universal, Sony Music y Warner aún tienen producto físico en otros países e importan para nosotros”.
También en el bando de los optimistas, Gerardo Alba hijo, del Grupo Alba, que está en el mercado hace 15 años, insiste en seguir, pese a que se diga que no se fabrican CD en Colombia. “Nosotros no lo queremos dejar acabar”, asegura.

El paso sin tregua de los cambios

La evolución de esta industria pasó, en menos de 50 años, de los antiguos formatos de 78 revoluciones por minuto, el long play (LP) o disco de larga duración, hasta llegar al MP3 y las plataformas de streaming, que dominan hoy el negocio de la música.
Los discos de 78 tenían dos caras, lado A y lado B, y originalmente se escuchaban en aparatos llamados victrolas, que funcionaban con cuerda de manivela y eran producidos por la misma compañía que fabricaba los discos, la RCA Victor. Cuando se terminaba una cara, había que darle cuerda a la vitrola y voltear el disco para oír la otra cara.
Al inventarse el LP, el comprador adquiría un producto con 12 canciones, 6 en cada lado, y solo había que voltearlo una vez. Simultáneamente hubo los llamados sencillos, que giraban a 45 r. p. m. y traían, como los de 78, solo dos canciones.
Simultáneamente con el LP hubo los casetes. Un dispositivo con cinta que venía cerrado. La cinta era reproducida al pasar por un lector. Solían enredarse con frecuencia y, en ocasiones, echarse del todo a perder. Hubo también, pero con menor popularidad, los cartuchos de 8 pistas, con superior sonido, y de ahí se pasó al compact disc (CD).
FRANCISCO CELIS ALBÁN
EDITOR DE EL TIEMPO

Sigue toda la información de Cultura en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.