Sharon Stone pudo tener una carrera cinematográfica más luminosa después del éxito de Bajos instintos (1992), película que protagonizó a comienzos de los años 90, al lado de Michael Douglas. El filme, ahora un clásico de la época, parecía haber despejado el camino a un largo estrellato.
Una de las consecuencias fue su selección como protagonista de la película Sliver (1993). La sex simbol de los 90, tenía 35 años, y deseada por todos, contó en sus memorias del 2021, que tuvo que someterse a las exigencias de una persona de la producción de dicha película, para salvar el filme que venía naufragando, según cuenta ella, por la calidad de la actuación de su coprotagonista.
El coprotagonista era William ‘Billy’ Baldwin, parte de la dinastía cinematográfica de los Baldwin (es hermano de Alec). La historia era la de una mujer, Carly Norris (interpretada por Stone), que llegaba a vivir a un apartamento en Nueva York, en un edificio donde habían ocurrido algunos accidentes trágicos. Billy hacía el papel de Zeke Hawkins, uno de sus nuevos vecinos.
La película tuvo entre su banda sonora la versión de Can’t Help Falling In Love, de UB40, cuyo video, en algunos apartes retoma escenas de la pareja dentro del filme.
Pero nada más lejano que el idilio propuesto. Sharon Stone se sinceró con el público contando lo ocurrido fuera de cámaras en sus memorias (tituladas The Beauty of Living Twice). Había relatado que alguien dentro de la producción la instó a acostarse con Baldwin.
Pero en una entrevista reciente, en el podcast de Louis Theroux, reveló el nombre de quien lo hizo. Y mencionó a Robert Evans, productor de cine fallecido en 2019, a los 89 años, quien le dijo -según el relato de la actriz- que ella era “responsable” de “corregir” la mala actuación de su compañero de set.
En su relato, Sharon Stone describió la charla en la oficina de Evans (entonces poderoso en Paramount y responsable de películas como El padrino y La semilla del diablo). El productor tenía gafas de sol y caminaba por el espacio explicando que él mismo se había acostado con Ava Gardner y que ahora le tocaba a Stone con Baldwin, para conseguir “mejorar” su actuación.
Según Evans -dijo la actriz- “si pudiera acostarme con Billy, entonces tendríamos química y salvaríamos la película. El verdadero problema era yo porque estaba muy tensa y no como una verdadera actriz que podía simplemente acostarse con él y volver a encarrilar las cosas”.
Pero, al final, Stone se juzgó a sí misma: “El verdadero problema era que yo era una imbécil”.
La película no tuvo salvación en todo caso. Ahora la actriz ve que la “culpa” fue de quienes lideraban el proyecto al elegir el reparto.
Ella misma alega: “No tuve que acostarme con Michael Douglas. Michael podía venir a trabajar y saber cómo alcanzar esas marcas, hacer su papel, ensayar y presentarse”. Y recordó haber pensado: “Ahora, de repente, estoy en el negocio en el que tengo que tener sexo con la gente”.
La actriz cuenta que no volvieron a ofrecerle papeles destacados y que la calificaron como “difícil”, en Hollywood, desde entonces. “Soy la actriz invisible”, puntualizó.
Por su parte, Baldwin -el protagonista- respondió al relato de la actriz echando más leña al fuego desde sus redes sociales. “No estoy muy seguro por qué Sharon Stone sigue hablando sobre mí después de todos estos años", manifestó en su cuenta de X.
"¿Todavía le atraigo o es que está herida después de todos estos años porque rechacé sus avances? "¿Le dijo a su amiga Janice Dickinson el día después de que me hice la prueba y me las encontré en nuestro vuelo del MGM Grand de regreso a Nueva York: 'Voy a hacer que se enamore tanto de mí que le dará vueltas la cabeza'?"
De paso amenazó con revelar aspectos poco agradables de Stone: “Tengo tanta mierda sobre ella que le daría vueltas la cabeza, pero me he mantenido callado" y negó la versión de Stone. Y en su propia versión es él quien le “implora” a Evans no tener que besar a Sharon en la escena de sexo final de la cinta.
"La historia de la reunión que tuve con Bob Evans implorándole que me permitiera coreografiar la escena de sexo final en la foto de abajo para no tener que besar a Sharon es una leyenda absoluta", dijo.
Baldwin agregó: "¿Me pregunto si debería escribir un libro y contar las muchas, muchas historias inquietantes, pervertidas y poco profesionales sobre Sharon? Podría ser divertido".