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Los 40 de menos de 40: la historia de obstinación de Juan Carlos Mazo

El joven director acaba de lanzar el primer largometraje musical en la historia del cine colombiano.

El director Juan Carlos Mazo (c) junto a los actores Brian Moreno (d) y Juan Pablo Zurita (i) durante el rodaje de la serie ‘Manes’.

El director Juan Carlos Mazo (c) junto a los actores Brian Moreno (d) y Juan Pablo Zurita (i) durante el rodaje de la serie ‘Manes’. Foto: Milton Díaz. EL TIEMPO

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Es paisa, está en el filo de los 40 y, sin embargo, ya ha hecho todo aquello que los de la generación anterior a la de él se habrían tardado más en hacer. Acaba de estrenar el primer largometraje musical en la historia del cine colombiano. Ha estado detrás de éxitos contemporáneos en la televisión como Leandro, Rigo y Manes y, en teatro, ha dirigido las famosas Mujeres a la plancha. Está claro que no va a parar ahí.
Obstinado, terco, insistente, soñador pero metódico. De otra forma no hubiera resistido once años para ver a su obra máxima, El bolero de Rubén, nacer, crecer y concretarse. Se llama Juan Carlos Mazo y esta es su historia.

Casi todos los entrevistados de esta sección dicen que desde niños soñaron con hacer lo que están haciendo hoy, ¿pero recuerdas algún momento definitivo para escoger la que ahora es tu pasión?

Recuerdo mucho dos momentos. Uno: mi papá lleva a la casa La ley del monte, que era una película musical de Vicente Fernández, y a mí esa película me impresionó. Entendí cómo se fusionaba la música con las historias y costumbres. Y el otro momento fue cuando mi mamá me llevó a ver una obra de Jorge Alí Triana que se llama Y se armó la mojiganga. Ese día sí ya fue una cosa muy reveladora. Yo no paraba de llorar y le decía a mi mamá: “Yo quiero hacer eso”, y ella me respondía: “¿Pero hacer qué? ¿Quieres actuar? Y yo le dije: “No, hacer eso. Estar detrás de quienes salen ahí. Hacer eso”.

Curioso, porque los niños cuando ven este tipo de obras lo que quieren es ser actores, salir a escena. ¿No te pasó?

Nunca. Lo que siempre hice es lo que hago ahora: cogía a mis amigos del conjunto y los ponía a ellos a actuar sobre la base de cosas que me inventaba yo, y ponía las luces y los organizaba y los hacía repetir. Yo siempre supe que quería ser director aun cuando no le había puesto ese nombre a lo que me movía.

Comienzas entonces a darle forma a tu vocación. ¿Cómo transcurren esos primeros años, en el colegio, en Antioquia?

Seguí alimentando mi pasión. Cuando yo era niño estudiaba en la Casa de la Cultura de Envigado y en una escuela que se llamaba Efraín Arce Aragón. En ambos lugares tomaba la batuta de la dirección. Escribí una obra que se llamaba Crisis, ¿cuál crisis?, porque además tenía una fascinación por lo que sucedía en el país, a partir de lo que me salpicaba como niño, de la realidad de Colombia. Yo tenía 14 años y estaba escribiendo obras que tenían una posición política y una dosis de lo que sucedía en ese entonces.

Y llega el momento de ir por algo más y te vienes a Bogotá a estudiar. ¿Por qué publicidad y no teatro o cine, si eso era lo que te gustaba?

Siempre tuve un apoyo familiar muy grande pero tenía una condición, como buena familia paisa, y es: “Usted puede hacer lo que quiera pero tiene que estudiar una carrera profesional y en una universidad seria”. Y he ahí el dilema: no había dónde estudiar cine en Colombia en ese momento. Había unas posibilidades técnicas, pero no eran una opción para mi papá, entonces la carrera que me podía brindar herramientas para lo que yo sabía que iba a suceder en el futuro terminó siendo la publicidad. Era como una salida a algo que en realidad iba mucho más allá. Tenía claros mis sueños.

¿Qué tenía que pasar entonces para que esos sueños se fueran concretando?

Yo empecé muy pronto a hacer teatro profesional en Bogotá. En 2012 escribí El bolero de Rubén para teatro y la estrené en 2013. Todavía era muy joven y desconocido. No tenía cabida en los teatros. ¿Usted quién es?, me decían, y yo monté un restaurante en el centro con unos amigos y dije: “Si no hay sala, ¡me la invento!”, y estrenamos ahí. Terminó pasando que gente del Festival Iberoamericano acabó llegando allá, gente del Ministerio de Cultura y, poco a poco y con esfuerzo, comenzó a despegar una carrera que sigue siendo muy difícil. Cuando no tienes os o familiares en el cuento, es con el trabajo duro con el que tú convences. Nada más.
Necesitamos más apertura
y facilidad de acercarse a los beneficios (...). No todos deberíamos sufrir tanto o esperar once años para lograr concretar
los proyectos

¿Cómo llegas a la televisión?

Es lo último que ocurre y, sin embargo, creo que no me ha ido mal. Ja, ja. Pasé al cine primero, por cuenta de los actores que fui conociendo y que me decían que debía dar ese paso. Empecé a hacer adaptaciones de las obras de teatro que tenía. Hice tres películas y, después de esto, se acercó el Canal RCN, Ana María Pérez, en concreto, y me ofrecieron hacer la vida de Leandro Díaz. Yo cuando vi ese libro y esos libretos dije: “Yo ahí tengo que estar”.

Ocurre algo desafiante ahí, y lo digo porque conozco un poco el tema: era tu primera vez como director de televisión y la primera vez de Silvestre Dangond como actor. ¿Qué tal salió ese experimento?

Fue una cosa espectacular porque Leandro es nuestro país, es música, que a mí me encanta, es época, es la lucha contra la adversidad que tanto nos toca a los colombianos. Sobre Silvestre y su primera vez, te digo: él es la definición viva de lo que significa ser un artista. Yo solo conocía lo que la mayoría de personas sabía: que era un cantante vallenato. Pero después de la primera reunión que tuve con él me di cuenta de que siempre tuvo la materia esencial de un actor, que es el manejo de las emociones y los sentimientos. Fue una superexperiencia de ‘primera vez’, de mucha responsabilidad y de agradecimiento por el voto de confianza.

Ahora estás con ‘Rigo’, que es una novela que también ha sido tremendamente exitosa.

Esto para mí fue mucho más fácil, si quieres que te diga. Es Antioquia, que es mi tierra. La conozco, la siento. Yo hablo así, me expreso de esta forma.
El verdadero reto con Rigo es contar fielmente la historia de una persona que está viva y, no solo eso, que está más vigente que nunca. Estos son los héroes contemporáneos que merecen que sus historias sean narradas. El libro de Andrés López, los libretos de César ‘Pucheros’ Betancur, hacían que el trabajo fuera más fácil, por el profesionalismo con el que todos asumimos esta belleza de proyecto.

¿Crees que tienes un estilo de dirigir propio; distinto? Algo tiene que haber cambiado de los tiempos de Pepe Sánchez con Café o Mario Ribero con Betty la fea, dos tremendos directores.

Mi proceso fue netamente académico y llegué de una a la dirección. Eso tiene su lado oscuro y su lado brillante. Lo que yo sí creo que define mi trabajo y que ha cambiado mucho es la concepción de equipo. Para mí es muy importante eso. Yo no tengo un esquema jerárquico sino que para mí es mucho más horizontal. Todos estamos aportando y ese trabajo hay que valorarlo. En esto estamos coincidiendo todos los directores jóvenes, cosa que me alegra mucho. El trato con la gente es vital e integrar, con profundo respeto, lo que cada uno hace con tanto esmero es el desafío que uno tiene como director.

Lo más reciente que has hecho es El bolero de Rubén, tu obra, ya no en teatro sino en cine. La primera vez que tenemos una película musical hecha en Colombia. ¿Qué tan difícil fue sacar adelante este proyecto?

¡Muuy! Once años para que, finalmente, esta semana pudiéramos estrenarla. Es el resultado de la paciencia, de la insistencia, de la resiliencia. Como te contaba, yo esta historia la escribí en 2012 para teatro y siempre quise llevarla a cine. ¡Juepucha cómo hago!, me repetía todos los días. Y la respuesta es: trabajando en equipo, cuestionando, buscando. La obra se movió por varios teatros del país. Terminé de escribir la adaptación en 2016. En 2020 con Majida Issa y Oasis Films nos sentamos a ver cómo la producíamos y preciso llega la pandemia.
Pasa lo más duro y luego, por fin, el ministerio nos dice que tenemos el permiso para rodar y ver cómo se va a lograr la reactivación y, en agosto de 2020, nos fuimos a la calle a ver cómo le hacíamos, y luego pasaron cuatro años más con todo el proceso de posproducción… ¡Mejor dicho!

Ahora entiendo lo de “muuuy difícil”… Colombia está llena de talento y de gente como tú. ¿Estaremos haciendo las cosas bien en este ámbito cultural en el que te mueves?

Vamos por buen camino, pero estamos en deuda con facilitar los procesos. Hay mucha gente que se queda en el camino porque hay varios procesos engorrosos. Necesitamos más apertura y facilidad de acercarse a los beneficios, a las productoras. No todos deberíamos sufrir tanto o esperar once años para lograr concretar los proyectos.

No me quiero quedar con las ganas de saber tu opinión sobre un debate que vuelve a estar de moda. ¿Deberíamos dejar de hacer series y películas sobre narcotráfico para hacer más historias de héroes verdaderos y gente con valores?

Yo no soy muy fan de las primeras historias, pero reconozco la importancia de contarlas. Fue un tema que nos permeó como sociedad. Es como pedirles a los alemanes y a Europa que dejen de contar historias sobre la Segunda Guerra Mundial. Es imposible. Ahora, lo que sí siento es que debería cambiarse el discurso; escudriñar un poquito más en las historias y realmente ser más cuidadosos en lo que se cuenta. Lo que a mí me molesta definitivamente es la exaltación del delito y del delincuente.

Si te tocara escoger entre el cine, la televisión o el teatro, ¿con cuál te quedas?

Yo espero nunca tener que responderte esa pregunta en la vida. Es como poner a un papá a tener que escoger entre sus tres hijos.

¿Qué le dices a un jovencito, a un Juan Mazo en potencia, que quiere seguir tus pasos como director, o que quiere ser productor o actor, de teatro o de cine?

¡Que se dedique a hacer! Yo no podía quedarme esperando a tener un nombre algún día porque cómo lo iba a tener si no hacía nada. No le tengan miedo a empezar. Si yo no hubiera hecho esa obra de teatro en 2013 en un restaurante, con un público de 20 personas, seguramente no estaría aquí en esta entrevista contigo, entonces lo más importante es hacer. Eso les diría: que hagan, hagan y hagan.
De la serie 'Los 40 de menos de 40': 
Para más contenidos de José Manuel Acevedo, haga clic aquí.
JOSÉ MANUEL ACEVEDO
Especial para EL TIEMPO

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