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Flora: técnica, arte y pasión, en 'El caldero de Sancho'
Sancho dice que este restaurante es uno de los mejores lugares para comer pasta en Bogotá.
Rigatoni cavolo nero, de Flora. Foto: Instagram @Florachapinero
Supe desde el primer bocado que estaba en un lugar con una cocina que me iba a deparar una muy grata experiencia. Un lugar en el cual se escogen muy buenos ingredientes, se dominan las técnicas y se les suma arte y pasión a la hora de convertirlos en platos muy apetecibles. Un lugar que se llama Flora y queda en una casa encantadora de Chapinero Alto.
Lo supe desde el primer bocado de unas berenjenas que aterrizaron en mi mesa, ubicada en un rincón estratégico desde el cual podía contemplar el movimiento de la cocina –me fascinan las cocinas abiertas que le permiten al comensal integrar a la experiencia las escenas que allí ocurren, la coordinación, la prisa, el fuego– y, al mismo tiempo, irar un salón acogedor con una barra en la que debe ser un placer enorme beber lentamente una copa de tempranillo mientras se traen a la memoria mundos lejanos.
Iban asadas aquellas berenjenas –que es uno de mis vegetales favoritos… un lujo de la naturaleza– y llevaban una vinagreta de anchoas, pistachos y orégano muy bien lograda. Las recuerdo y se me hace agua la boca.
Los agradables espacios del restaurante Flora, en Chapinero (Bogotá). Foto:Instagram @Florachapinero
Al lado de las berenjenas, Flora ofrece entradas y vegetales en las cuales vale la pena detenerse y dejarse antojar. Por ejemplo, unos chipirones con zucchini verde frito, una burrata con puré de alverjas, un hinojo con ricota batida o unos camarones al carbón con tomate y chile.
El capítulo de pasta es uno de sus fuertes. Pasta fresca, preparada en el segundo piso de la casa, a la vista de quien quiera subir a curiosear un proceso artesanal que es muy grato contemplar. De allí salen, por ejemplo, los célebres cappelletti di zucca, los tentadores bucatini all’amatriciana, los curiosos rigatoni alla vodka y los atrevidos gnocchi de ricota, shitakes, alverja y prosciutto frito, entre muchas otras opciones. Sin duda, uno de los mejores lugares para comer pasta en Bogotá.
No menos sorprendente es el capítulo de fuertes, en donde encontré una pesca al carbón increíble, con una costra tostadita y jugoso en el interior, sobre una cama de salsa putanesca. Me encantó. A su lado llaman la atención un chuletón de cerdo de una libra con hinojo y porcini, y un estofado de mariscos a base de tomate, entre otros.