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Navidad en Colombia: así se vivían 'aquellos diciembres que nunca volverán'
Hace algunos años, la figura de Papá Noel no existía y los regalos se dejaban bajo la almohada.
Así se veía la iluminación navideña de Bogotá y Boyacá en el pasado. Foto: Archivo EL TIEMPO
¡Llegó diciembre con su alegría! Un mes que se destaca entre los demás no solo por ser el último del año, sino por los festejos que se celebran durante esta época, en los que la gratitud, la unión y la esperanza son las principales protagonistas.
La alegría de la Navidad se ve reflejada en las luces y la llamativa decoración de las casas, en las calles cuyos rincones cautivan con sus alumbrados temáticos y en los corazones que se dejan invadir por un espíritu de bondad y gozo.
Esta es una temporada colorida, de reuniones familiares, baile, música, juegos y comida deliciosa, pero también existe un componente religioso, que la hace, para algunos hogares, un tiempo de reflexión y júbilo por la llegada del Niño Dios.
Sin embargo, aunque Colombia aún conserva muchas tradiciones, la forma de disfrutar de estas festividades no ha sido indiferente al paso de los años, la Nochebuena de hace 100 o 50 años no se vive del mismo modo que en la actualidad.
Aquí le contamos cómo eran aquellos diciembres que nunca volverán y que recuerdan con nostalgia quienes se atreven a afirmar que ‘los tiempos pasados fueron mejores’.
El pesebre
La primera actividad navideña que realizaban las familias era ir a las montañas más cercanas y recoger musgo, ramas, lama y flores para adornar el pesebre. Aunque según la tradición española la idea es recrear Belén, la diversidad de paisajes colombianos inspiraba a las personas para hacer sus pesebres: valles, ríos y montañas eran el paisaje que rodeaba el nacimiento del Niño Dios.
Este es uno de los pesebres más antiguos de Bogotá. Las figuras miden entre dos y tres centímetros, y solo unas cuantas superan los cuatro centímetros. Foto:Archivo EL TIEMPO
Por lo general, los espejos se convertían en lagos, las cajas en montañas y el algodón en nevados, mientras el celuloide cobraba vida en las personitas y los animales. Las casas se hacían de cartón y la gran estrella era de estaño.
Con el paso de los años, los más pequeños de la casa fueron interviniendo más al momento de armar el pesebre, así que era común encontrar sus juguetes. Colombia, era quizá, el único país del mundo en el que Jesús nacía en medio de soldaditos de plomo, guerreros, muñecas, carros, dinosaurios y, con el tiempo, hasta 'pokemones' y figuras de ánime.
El pesebre de antaño, y quizá uno que otro de la actualidad, lograba combinar la Belén del Niño Dios con la belleza del paisaje colombiano y el maravilloso mundo de fantasía de los niños. Aunque los animales fueran más grandes que los aldeanos y nada tuviera simetría, lo que importaba era reunir a la familia alrededor del nacimiento del niño Jesús.
La creación del pesebre era todo un acontecimiento familiar. En muchos hogares era de gran tamaño. Foto:Carlos Julio Martínez. Archivo EL TIEMPO
Nochebuena, noche de paz
Si hay algo que el tiempo no ha cambiado es el espíritu de compartir que viene acompañado de la Navidad. Ahora son comunes las anchetas, pero hace más de 100 años se acostumbraba intercambiar alguna delicia de una receta familiar con los vecinos y amigos.
"Así como mis tíos les mandaron buñuelos a los Pérez y a los Gómez, los Gómez mandaron tamales a los Pérez y a mis tíos, y los Pérez mandaron arroz con leche a los Gómez y a mis tíos", se lee en una nota de archivo de EL TIEMPO.
Hace algunos años la natilla no venía lista para preparar. Había que cocinar el maíz blanco con un día de anticipación. Foto:Claudia Rubio. Archivo EL TIEMPO
Otra de las características de las navidades de antaño era su sentido religioso.
Si bien en la actualidad aún se conmemora el nacimiento de Jesús, los actos católicos eran una parte importante de esta celebración. Es el caso de la misa 'de gallo', una vigilia solemne, poco antes de la medianoche, en la que se alababa a Dios por el misterio del nacimiento de Jesús.
En Bogotá, por ejemplo, las familias se reunían en la Catedral Primada. La Plaza de Bolívar se llenaba, pues muchas personas se congregaban para ver pólvora, tomar chicha, escuchar a quienes salían a las calles a cantar con tiple y guitarra y, sobre todo, a esperar la ceremonia eucarística que anunciaba la llegada del Niño Dios.
"El Niño Dios bajaba del coro, por la cuerda tensa, como un cable sobre el pequeño firmamento de la iglesia, ante el asombro de todos, y terminaba por caer como un milagro de la medianoche, sobre el mullido lecho que había esperado su presencia durante nueve días y nueve noches de ansiedad religiosa", escribió escritor colombiano Eduardo Santa, en una columna de 1993 para este medio.
Una vez se terminaba la ceremonia, las familias regresaban a sus hogares para compartir la cena que, por aquel entonces, no era el pavo sino los platos tradicionales de cada región: el ajiaco, la gallina, los buñuelos, los tamales y otras delicias gastronómicas colombianas.
Eso sí, como era de esperarse, los niños dormían con la esperanza de recibir su regalo mientras los adultos recordaban las anécdotas del año, amenizados por la música de cuerda.
Así se veía la Plaza de Bolívar en 2002. Foto:Archivo EL TIEMPO
Arbolito lindo de Navidad, ¿qué me vas a dar?
Cabe destacar que el árbol de Navidad, Papá Noél con sus renos, los muñecos de nieve y las villas navideñas no eran parte de las decoraciones del pasado.
Estos símbolos llegaron del extranjero con la apertura económica.
El árbol de Navidad era una costumbre prácticamente desconocida e 1948. Foto:Rafael Espinosa. Archivo EL TIEMPO
"Ahora el Niño Dios ha sido reemplazado por el Papá Noel que nos trajeron los gringos con sus barbas nevadas y su vestido rojo. El pesebre navideño, pequeño mundo de ilusión y fantasía, ha sido también reemplazado por el árbol de Navidad con su tronco, sus ramas y sus hojas de un plástico verdoso", comentaba Santa en el texto ya mencionado.
Entonces, ¿cómo llegaban los regalos? Los humildes obsequios de la época arribaban misteriosamente a las almohadas de los niños, quienes se los habían pedido fervorosamente, durante toda la novena, al Niño Dios. Por supuesto, no se trataba de juguetes ostentosos o de alta tecnología como los obsequios más habituales de la actualidad.
"Los niños pobres no conocíamos los regalos caros. Recibíamos carritos de madera o tambores de hojalata, mientras que los más ricos tenían triciclos, bicicletas, y muñecos de cuerda", explicó el periodista Gabriel Cabrera en un artículo de 1998 de este diario.
Navidad que vuelve, tradición del año
Aunque el tiempo ha pasado y el país ha cambiado, el espíritu de la Navidad se despierta cada año en el pueblo colombiano.
Las familias se reúnen, se reconcilian y recuerdan lo importante que es estar unidos y compartir.
La Navidad sigue siendo una época de encuentro y unión familiar. Foto:iStock
En la actualidad no solo se siguen las tradiciones de antaño, también hay espacio para nuevas costumbres, abiertas a las creencias religiosas y al sentir de otras personas.
A diferencia de años anteriores, ahora hay mayor conciencia ambiental, pues se entiende que no se debe maltratar la vegetación del país por adornar el hogar. Aunque no haya travesías en busca del musgo, la elaboración del pesebre y el árbol sigue siendo un plan familiar.
La esencia de la Noche de Navidad no cambia, aunque a veces parezca imponerse el materialismo y consumismo. Al final lo que queda en la memoria son los momentos, esas risas y anécdotas que no se repetirán.
De ahí la importancia de disfrutar del ahora para no anhelar las navidades pasadas, sino revivir esa magia año tras año, sin importar el paso del tiempo.