En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
La historia real de Wilm Hosenfeld, el nazi que salvó a 'El Pianista'
Roman Polanski dio a conocer al oficial que ayudó polacos y judíos en la Segunda Guerra Mundial.
El soldado estuvo presente en una de las masacres más atroces de la Segunda Guerra Mundial. Foto: Página oficial museo Yadvashem.
El reloj de la pared sonaba mucho más fuerte que los pensamientos del soldado alemán que se encontraba en la fría y oscura habitación. Con las manos temblorosas y asomado al pequeño atisbo de luz que arrojaba la ventana, escribía con desesperanza una última carta.
Con la frase: “No te preocupes por mí. Hago todo lo que puedo, como las circunstancias lo permiten. Saludos a todos con mucho cariño, ¡Espero que todo vaya bien!”, el hombre de 57 años despidió una vez más, con profunda tristeza, a sus seres queridos y dejó que el oscuro aliento de la muerte se acercara a él.
Alrededor de seis millones de judíos fueron víctimas de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Foto:iStock
Sin dolor, el alma de Wilm Hosenfeld partió de la tierra y consigo el sufrimiento que cargó por ver todas las atrocidades que vio durante la Segunda Guerra Mundial. Aun así, en la historia quedaron también las memorias de su vida y cómo con sus pequeños actos logró ayudar a decenas de personas durante el holocausto.
Esta es la historia del soldado Nazi, reconocido por haber estado en silencio en contra de los ideales de la Alemania dirigida por Hitler pero que, a su vez, utilizó el poder de su uniforme para intentar “salvar a todos los que tienen que ser salvados”.
Pedagogía, amor y Dios
Wilhelm "Wilm" Hosenfeld nació en 1895 en Mackenzell, provincia de Hessen-Nassau, Alemania, en el seno de una familia católica y conservadora, que a su vez era muy patriótica.
Aquella formación hizo que surgiera en él la vocación de ayudar a los demás, especialmente si se trataba de niños pequeños. De hecho, antes de que estallara la Primera Guerra Mundial se dedicó a la enseñanza básica en escuelas ubicadas en áreas rurales, después de haberse formado como maestro en el magisterio.
El joven alemán se unió al ejercito pero volvió tras una fuerte lesión. Foto:Página oficial museo Yadvashem.
Sin embargo, esto no duró mucho. En 1914, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, dejó a un lado su vocación para defender a su país en medio del conflicto bélico. Aun así, retornó un año antes de que la guerra acabara, debido a una grave lesión.
Allí, continuó enseñando en la comunidad de Biebergemünd en Spessart y en Thalau, un pequeño pueblo ubicado cerca de las montañas Rhön. A pesar de las desgracias continuas que estaba viviendo el mundo, el joven de entonces 23 años conoció al amor de su vida: Annemarie Krummacher.
El hombre participó en la Primera y Segunda Guerra mundial. Foto:Página oficial museo Yadvashem.
La mujer, que había nacido en el año 1898, perteneció a una familia proveniente de la colonia de artistas de Worpswede, la cual fue fundada por un grupo de artistas que buscaba independizarse de las corrientes artísticas de las grandes academias y centrar su talento en la pureza del mundo.
Aquella sensibilidad con la cual se formó hizo que se uniera a Hosenfeld, quien veía al mundo de una forma distinta, a pesar de seguir muchos de los valores tradicionalistas de la época.
Se casaron en secreto, pues Annemarie era protestante y él católico, e inicialmente tuvieron a los dos pequeños Helmut y Anemone, y años después, en su estancia en Thalau, nacieron sus otros tres hijos: Detlev, Jorinde y Uta. Todo transcurrió con normalidad, hasta que en 1933 Von Hindenburg dimitió y Hitler subió al poder.
Una etapa de contradicciones
Hosenfeld se unió al partido nazi en 1935 atraído por las ideas del nacionalsocialismo y los valores conservadores que en un principio proclamaba.
Pero la fascinación no duró tanto, ya que cuatro años después fue llamado a filas en Polonia. Su ilusión se fue apagando conforme veía las atrocidades que sus compañeros y mandatarios hacían en contra de la población durante la Segunda Guerra Mundial.
El régimen Nazi puso a medio millón de soldados polacos en centros de reclusión en Rusia. Foto:iStock
“No quiero creer que Hitler quiera algo así, que haya alemanes que den tales órdenes. Sólo hay una explicación: están enfermos, anormales o locos”, escribió en una de las cartas que le enviaba a su familia, las cuales están guardadas en el Yad Vashem, el museo israelí, hecho para conmemorar a la víctimas del holocausto.
Entre las cosas que más lo incomodaban era la idea de discriminar a alguien por sus creencias y color de piel. Los claros casos de racismo y los constantes ataques a la iglesia fueron los detonantes para que el ahora soldado Nazi se encontrara en un dilema sobre sus convicciones.
Aun así continuó con su trabajo, pero de una manera que se alineara un poco con sus creencias.
‘Estoy tratando de salvar a todos los que tienen que ser salvados’
Cuando llegó a Polonia -en 1939- fue el encargado de organizar la prisión de Pabianice, destinada a encarcelar a los soldados polacos. Los testimonios que se pudieron recoger después de la guerra afirman que, para ese entonces, el soldado era muy humano y que permitió lo imposible: ayudó a que las familias de los polacos pudiesen ver a los soldados durante el encarcelamiento.
Un año después fue trasladado y se desempeñó como oficial de la Wehrmacht (es decir, las fuerzas armadas unificadas) en Varsovia desde julio de 1940 y fue ahí cuando ayudó a varios polacos y judíos presos por el régimen.
En las cartas escritas a su esposa, se relata cómo arregló liberaciones tempranas, además de salvar a varios polacos con la excusa de que los ‘empleaba’ para tareas varias durante las actividades deportivas que debía organizar en Varsovia.
El soldado fue reconocido entre los judíos por la ayuda que prestaba. Foto:Página oficial museo Yadvashem.
Todos sus escritos se encuentran consignados en el libro ‘Ich versuche, jeden zu retten’ (‘Intento salvar a todos’), en los cuales también habla sobre su separación moral del nazismo y cómo, al final, queda horrorizado al enterarse de los campos de exterminio.
“Hemos cargado sobre nosotros una infamia imborrable, una maldición indeleble. No merecemos ninguna gracia; todos somos culpables”, escribió en 1942, después de la masacre del gueto, ocurrida en el lugar donde militaba.
Entre el 22 de julio y el 12 de septiembre de ese año, 300 mil judíos fueron asesinados bajo las manos de las autoridades alemanas. Adicionalmente, llevaro a 265 mil judíos al campo de exterminio Treblinka.
Cuando Chopin ayudó a salvar una vida: Wladyslaw Szpilman
A pesar de su descontento, la guerra seguía y la violencia contra la población judía era cada vez más fuerte. Como misión personal, Hosenfeld trató de ayudar a todos los seres humanos que le fuera posible.
De hecho, en la masacre del gueto, ayudó a Leon Warm, un hombre judío a quien le proporcionó una identidad falsa en 1942 y le brindó un trabajo en el estadio deportivo de Varsovia.
No obstante, uno de los hechos que tal vez marcó de manera significativa las labores del soldado, fue cómo ayudó a sobrevivir al músico Wladyslaw Szpilman antes de que la guerra acabara en 1945.
El 17 de noviembre de 1944, el artista de 33 años se encontraba en una casa abandonada en la calle Aleja Niepodleglości, en Warszawa, Polonia, tratando de refugiarse de los soldados que lo perseguían.
Allí, el oficial nazi le preguntó por su profesión. Szpilman, desconcertado por la pregunta, sólo pudo responder la palabra “pianista”. Fue así como lo llevó hacia un piano abandonado que se encontraba en el mismo edificio y le pidió que tocara algo para él.
Con la muerte en el cuello y una desnutrición notable, el pianista puso el poco aliento que le quedaba en la interpretación de ‘Nocturno’, una clásica pieza Chopin que también había tocado en la radio el día que la Alemania Nazi invadió Varsovia.
Si le suena este momento es porque probablemente vio la escena en la película “El pianista” de Roman Polanski.
La historia del Nocturno 20 de Chopin es la historia d una obra milagrosa.Esta era la pieza q tocó en directo, desde Radio Varsovia, Wladyslaw Szpilman(personaje central de la película “El pianista”) la mañana del 23 de Septiembre de 1939 mientras los nazis bombardeaban la ciudad pic.twitter.com/vBHXkmitrD
Así mismo, puede que recuerde a grandes rasgos lo que sucedió después. El soldado, en medio de su misión de ayudar a todo aquel que se presentara en su camino, le ofreció comida, un mejor refugio y mantas para cubrirse del frío.
El punto final en la vida de Hosenfeld
Después de que el Ejército Rojo entrara a la zona, Hosenfeld fue encarcelado y sentenciado a 25 años de prisión. El hombre seguía escribiéndole cartas a su familia con la esperanza de reencontrarse con ellos y poder abrazarlos una vez más.
Wilhelm Hosenfeld falleció encarcelado por la Unión Soviética. Foto:Página oficial museo Yadvashem.
Sin embargo, en 1947 sufrió un derrame cerebral que dejó la mitad de su cuerpo paralizado y con problemas del habla. Por esto mismo, fue llevado al Hospital especial 5771, en el que lamentablemente sufrió un nuevo ataque, puntualmente el 20 febrero de 1952, el cual, finalmente, acabaría con su vida.
Pero su historia no termina allí. A pesar de que fue enterrado cerca al hospital, su memoria sigue viva gracias al reconocimiento ‘Justo entre las naciones’ que se le dio el 25 de noviembre del 2008 por parte del comité de Yad Vashem.
Este fue otorgado gracias a las insistentes peticiones de Wladyslaw Szpilman, quien después de la retención del soldado pidió incluso a los soviéticos que lo liberaran. Años más tarde, en 1998, hizo la misma solicitud pero esta vez al comité de premios del museo.
Lamentablemente el pianista murió antes de ver que sus deseos se hicieron realidad y de poder honrar una vez más al soldado que le salvó la vida.