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La historia de las 14 mujeres que tenían ‘dinamita’ en sus manos
La periodista Gloria Susana Esquivel investigó la vida de mujeres que marcaron la historia.
El libro está ilustrado por Power Paola y son retratos de las 14 mujeres. En la imagen: Helena Araújo, escritora y crítica literaria (1934-2015). Foto: Power Paola
“Mano pequeña, pequeñita, pero con ella puedo lanzar una bomba de dinamita”, dijo María Cano, la primera mujer líder política que en la primera mitad del siglo XX impulsó la lucha por los derechos civiles y laborales en Colombia. Esta frase y esa historia de vida para Gloria Susana Esquivel retratan perfectamente la fuerza de las mujeres que han logrado en la historia “dinamitar”, fisurar, fragmentar el muro de la “cárcel del género”.
Gloria Susana Esquivel nos lo explica y lanza su dinamita. Durante casi cuatro años la periodista, escritora, traductora y poeta se embarcó a investigar y esculcar lo que muchos no hacen: revisar archivos, viajar a lugares recónditos y hablar con expertos para desentrañar del olvido la historia de 14 mujeres que marcaron la historia del país. El resultado es el libro ¡Dinamita! Mujeres rebeldes en la Colombia del siglo XX, con ilustraciones de Power Paola.
¿Por qué el título?
Me inspiré en una cita de María Cano, que me pareció perfecta para todo porque dice: “Mano pequeña, pequeñita”, que habla de la fisionomía de las mujeres, que siempre hemos sido consideradas menos fuertes y consideradas, literalmente, como el sexo débil, y lo que dice ella ahí es que “aun así puede poner dinamita”. Es decir, como que no importa la estructura física y biológica, yo con estas dos manos puedo dinamitar el sistema, y fue lo que ellas hicieron. Y es que ha sido y sigue siendo una pelea difícil. Hay muchas razones por las cuales las mujeres se pueden “salir de la carrera”, y lo que hicieron estas mujeres fue perseverar en un entorno muy violento y muy hostil y dinamitar las cosas y tener esa convicción.
Gloria Susana Esquivel es la autora de Dinamita Foto:Cortesía Penguin Random House
Me imagino que también era una cuestión de elegir mujeres no solo por el hecho de ser mujeres…
Exacto. Por ejemplo, Marta Lucía Ramírez es la primera vicepresidente de Colombia mujer. Entonces, eso podría ser algo interesante, pero siempre hay muchas mujeres primeras en algo. Pero si uno analiza, por ejemplo, el caso de Marta Lucía, es una mujer que no ha tenido una agenda feminista en su política... Entonces para mí sí era muy importante que fueran mujeres que hubieran luchado por estos derechos, mujeres que se hubieran visto involucradas en la política para hacer de ella y del país unos lugares más amplios para todos, en vez de restringir ese poder a las élites.
Yo me apoyé muchísimo en los documentos que están en la Biblioteca Luis Ángel Arango y en la Biblioteca Nacional, pero encontrar información sobre ellas fue muy difícil porque pasaban dos cosas: en esos capítulos de la historia de Colombia a las mujeres se les menciona y todas se meten en el mismo saco y no se especifica mucho las circunstancias de vida de algunas; lo otro que pasaba es que hay algunas biografías que se han hecho sobre ellas, pero se han escrito en una época en la que estaba mal visto hablar sobre las mujeres solamente desde su campo profesional o de su campo activista. Entonces muchas de esas biografías hablaban sobre ellas como mujeres, como madres, como entregadas a su casa... pero eso a mí no me interesaba. Yo quería conocer genuinamente las circunstancias que las llevaron a esas luchas.
Mujeres que fueron duramente criticadas en su tiempo…
Tuve que buscar mucho lo que se había dicho sobre ellas en ese momento, si había crítica que se escribía sobre estas mujeres, que me parecía que era muy interesante porque mostraba que en su momento fueron relevantes y que habían entrado en la esfera pública y dado de qué hablar; pero luego de eso habían sido completamente invisibilizadas. Por ejemplo, Dévora Arango fue una mujer que no entró en los libros de la historia del arte colombiano sino como hasta 1990. Entonces si ves una enciclopedia de arte vieja, no vas a encontrar por ningún lado una referencia de Dévora Arango, sino solo hasta después que se hizo una labor súper grande de reconocer su obra. Ahora ella sale hasta en los billetes, pero hasta hace 20 años nadie sabía quién era ella porque no estaba en las historias oficiales.
Feliza Bursztyn (1933-1982), artista y escultora. Foto:cortesía Power Paola
¿Cómo fue para usted encontrarse con estas mujeres? ¿Cómo se sintió al hacer esta investigación?
Para mí todo fue muy loco porque en un momento entré como en un trance demente de toda la información que tenía, y me daba cuenta de que muchas de las historias de ellas se parecían mucho a mi historia. Comencé a imaginarme mucho que si mi vida es complicada ahora como mujer colombiana urbana que tiene trabajo con educación de posgrado, solo pensaba cómo fue para estas personas hacer esto hace un siglo. Para mí fue una cuestión de empatía muy fuerte y fue desde ahí de donde yo también escribí los perfiles.
Como lo evidencia su libro, el feminismo en Colombia es de vieja data…
Hoy parece como si el feminismo fuera el tema de moda, todo el mundo habla de feminismo y está en la mesa y parece algo muy novedoso, pero realmente el movimiento feminista en Colombia data de los años 30. Ese fue un primer descubrimiento para mí, entender que esta lucha viene desde hace tiempo, que en realidad si uno lo ve desde otro lado, no es tanto. Es decir, si uno ve que las mujeres en Colombia gracias a esta lucha lograron entrar a la universidad en el 36, significa que han pasado 90 años. O sea que nuestras abuelas fueron las primeras en ir a la universidad, pero antes hay toda una estirpe de mujeres que nunca pudieron acceder a algo tan sencillo como la educación. En una época ir al colegio era algo imposible para las mujeres.
¿Cómo ve la comparación entre las luchas que daban las mujeres en la Colombia del siglo XX y las luchas que hacen hoy en día?
Me sorprendía muchísimo entender esas luchas y a su vez ver que hoy en día seguimos también luchando por la educación de las niñas, pero obviamente bajo otro ángulo. El problema ahora no es que las niñas puedan o no entrar al colegio, el problema ahora es que las niñas colombianas tienen una tasa de deserción de la escuela a los 12 años, y las sacan del colegio para ponerlas a cuidar la casa. Entonces, han pasado 90 años y aun hoy en día las niñas colombianas no tienen el completo a la educación. Sigue existiendo estas ideas arraigadas de que una niña no vaya al colegio porque es tiempo perdido y debería estar en la casa. Y lo mismo pasa con muchos otros temas como el trabajo doméstico, el aborto... que son temas que han estado en la boca de las feministas desde los años 30 y que siguen estando ahora. Es como si fuera una repetición, un ciclo, y que aunque han habido grandes hitos y gracias a estas mujeres feministas, sigue estando aún un problema cultural muy grande en el país que hace que esa lucha no haya parado y que podamos decir que estamos en igualdad.
Emilia Herrera (1932-1993), cantante y compositora. Foto:Power Paola
En el pódcast que hace, Womensplaining hizo un ejercicio de ‘entrevistar’ a Ofelia Uribe de Acosta... ¿Cómo fue esa cercanía con ella, casi de revivirla?
Con Ofelia me pasó algo parecido a lo de María Cano. Y es que yo súper hipster dije: ‘Voy a hacer un pódcast de feminismo en Colombia, soy muy disruptiva (risas)’... Resulta que Ofelia tenía en 1936 un programa radial feminista en Boyacá. Las mujeres hemos luchado por nuestros espacios desde siempre. Entonces, que yo desconozca que haya existido no significa que no haya existido. Y, por otro lado, tenerlas a ellas y escuchar de lo que hablaban y ver que son de temas muy parecidos a los que yo hablo con mis invitadas e invitados en mi pódcast... y es que la cuestión es que la discusión pasa por ahí, o sea, no se restringe a la historia. Creo que Ofelia decía, por ejemplo, que ella soñaba con ver qué iba a pasar con el feminismo en Colombia para las nuevas generaciones. Es muy loco que estas mujeres que empezaron su lucha en los años 40 luego llegaron al mayo del 68 y vieron esta revolución que se armó en Francia, y luego en 1975 la ONU declara el año de la mujer y se vuelve una ley hasta en Colombia que las mujeres tenían que entrar en altos cargos... Entonces, claro, estas mujeres debieron ver la esperanza del movimiento y me imagino que pensarían que para el año 2020 las mujeres estarían gobernando el mundo e iba a haber igualdad completa, pero nos encontramos con que no hay nada absolutamente más lejano de la realidad. Es decir: sí, las mujeres tenemos muchísimas más oportunidades y ya no es una cosa completamente terrible decidir no tener hijos, aunque sigue habiendo muchos reproches, pero ya no lo mandan a uno al manicomio como en su época. Aun así, aún hoy no hay una ley paritaria en donde las mujeres representen un 50/50 en los altos cargos, sigue habiendo brecha salarial entre las mujeres, sigue siendo muy difícil tener al aborto, y si eres una mujer rural o empobrecida, sigues viviendo la misma realidad que vivían estas mujeres en los años 30... Me daría tristeza decirles a ellas que estoy en el 2020 y las cosas no son el futuro que ellas se imaginaban: los carros no vuelan y las mujeres seguimos no siendo consideradas ciudadanas plenas. Cada vez estamos conquistando más, pero no tan rápido como ellas se imaginaban.
Hay una palabra en el título que me llama mucho la atención, que es ‘rebeldes’...
Me parecía que era muy interesante porque también era pensar qué es ser rebelde. Y en el caso de estas mujeres ser rebelde fue ir a la universidad, fue publicar un libro, fue divorciarse... y a mí eso me parecía demasiado fuerte porque siempre se nos ha enseñado que la idea del rebelde es la del macho en moto que masca chicle. Por ejemplo, en la misma historia de la literatura colombiana, Gonzálo Arango, un gran poeta y un ‘rebelde’ porque se paraba en las iglesias a arrancar páginas de la biblia. Pero Helena Araújo dijo que se quería divorciar y la metieron en un sanatorio y le hicieron terapia de electroshock. Ella no tenía ni siquiera tiempo para pararse en una iglesia a romper páginas de la biblia porque estaba intentando liberarse de un matrimonio en donde sufría violencia física. Eso habla mucho de la realidad de las mujeres. ¿Qué es lo que pasa ahora?: Lo mismo. Dicen: ‘Es que las mujeres científicas no existen, no se ven mujeres académicas’. Y pues han salido millones de estudios que demuestran que las mujeres científicas están, pero en esta pandemia no han podido publicar porque están cuidando a sus hijos mientras que sus esposos son los que están encargados de eso. Entonces, ¿cuál es el espacio de rebeldía de un sujeto que históricamente ha sido confinado a lo doméstico? Y es pensar la revolución también desde ahí, porque ahora las mujeres salimos a las calles, estamos marchando, pero es algo muy nuevo porque antes la máxima rebeldía que podías hacer era leer un libro que no fuera de cocina.