Agridulce. Así se titulará el segundo álbum de Soy Emilia, próximo a estrenarse. Es el que le sigue a Reconstrucción, un buen debut de electropop latino que la llevó a ser candidata al Grammy Latino a mejor nuevo artista en el 2020.
Aún puede verse como artista nueva. Soy Emilia adquirió relevancia con aquella nominación, después de tres años llevando ese nombre como alter ego de Juanita Carvajal.
Juanita llevaba metida de lleno en la música desde mucho antes. Fue la bajista de Esteman durante ocho largos años, mientras fue estudiante universitaria. Y a la hora de definir su propio proyecto musical decidió crear un personaje: Soy Emilia. Dijo en entrevistas que Emilia salió en memoria de alguien muy querido. Y dejó de ser “la bajista de alguien más”, para construir su propio proyecto musical.
El proyecto la llevó a la actuación, de paso, y a vivir en México. La mudanza se dio, más que todo, porque su casa de management –representación artística– es mexicana. Y la actuación llegó porque en el país norteño son abiertos a proyectos que de alguna manera no establecen fronteras. Pero Soy Emilia tiene claro que su prioridad es la música.
“Sí estuve en una película –relata en esta charla con EL TIEMPO–. Se llama No, porque me enamoro, también aparece mi música, así que Soy Emilia está ahí. La verdad, mi lado siempre ha sido la música, pero México te incluye y te acoge en proyectos que tienen que ver con musicales. Siempre y cuando haya música, no veo que sea una mala opción".
-¿Cómo ha sido la transición del primer álbum, en el que debía darse a conocer, al segundo, en el que busca consolidación?
Con el primer disco logré experimentar bastantes cosas. Al crear Emilia buscaba fusionar lo electrónico pop latinoamericano que estaba surgiendo en ese momento, como Javiera Mena o Francisca Valenzuela. Empecé a juntarme con colectivos femeninos como Ruidosa y con corrientes de música alternativa colombiana como 039, Las Pirañas o Frente Cumbiero. Quería llevar esa influencia musical de Colombia a este electropop latino.
Ahora, el nuevo disco lo logré trabajar con uno de los productores más sobresalientes de esta nueva corriente colombiana, que es Julián Salazar, que estuvo desde los inicios de Bomba Estéreo como compositor, productor e intérprete de la guitarra. Durante la pandemia tuve el tiempo de dedicarle buen tiempo al segundo disco. Con Julián nos pusimos a trabajar seis canciones. Luego hice otras tres con un productor chileno. Seguimos fusionando ambas corrientes, con una dirección mucho más clara.
-¿Cómo ve esta época en la que la industria de la música requiere de muchas colaboraciones entre artistas?
Me gusta mucho colaborar en todos los sentidos de la música. Composición, principalmente, y producción. Me llena. Creo que es algo valioso no solo compartir música, sino también ideas, expandir la creatividad, encontrarse con un productor y reunir tu música con la de alguien más para encontrar siempre algo mejor. Eso es lo que hace una colaboración. No creo que sea una moda, sino una corriente para reforzar y crecer.
Los colectivos de mujeres me gustan. En Colombia está Todopoderosa. Hice parte de su creación y el año pasado estuve dando unas charlas. Está Ruidosa en Latinoamérica. Somos, simplemente, mujeres que, en vez de ponernos a competir, nos unimos para crear un ambiente más fuerte y apoyarnos.
No podemos cerrar nuestra mente pensando que el pop sigue siendo lo que era en los años 90
-Usted se enmarca dentro del electropop, ahora es común oír que el reguetón es el ‘nuevo pop’. ¿Qué opina de la evolución de estas clasificaciones?
Inicialmente, no podíamos ver el reguetón dentro de lo urbano, porque lo urbano tiene mucho de hip-hop y rap. Pero no se puede encasillar todo en una sola cosa. Lo que hace Maluma, para mí, es pop con cierto bit de reguetón. Lo que hago también es pop, con bit de reguetón, pero un poco más electrónico. Entonces, creo que todos los géneros urbanos, al colaborar entre ellos, van evolucionando. No podemos cerrar nuestra mente pensando que el pop sigue siendo lo que era en los años 90. Los géneros se van fusionando.
-¿Cómo fueron surgiendo los temas de sus canciones?
El álbum es muy potente, más de lo que había soñado con el primero. Con Reconstrucción hubo mucho sonido de estudio, quería que el segundo tuviera un sonido más de banda, más de en vivo, de grabación análoga. Y a la hora de componer, quería la misma línea de Soy Emilia, con más confianza, independiente, sin miedo a hablar de tabús. Por ejemplo, en la canción High. Es una palabra controversial, pero la canción se trata, al fin, de la intención de encontrar esa persona con la que te sientes mucho más elevado, más allá de lo terrenal. Entonces dices: ‘Contigo me siento high’.
Y está la segunda canción: Todo lo tiene. Es más de ir de fiesta, de fin de semana. La letra habla sobre situaciones que he encontrado alrededor de amigos, habla de gente que tiene trabajo, puede comprar lo que quiera, salir el fin de semana, pero no tiene un proyecto de vida. Quiero decir que no es solo tener plata o salir por salir, porque se vuelve como un loop eterno en el que no se encuentra el sentido de la vida.
Y así vienen otras canciones. Hay una que dice que el amor no cura nada. A veces confiamos en que vamos a encontrar a una persona ideal que nos va a arreglar todos los problemas. Y cuando aparece alguien, no nos arregla nada, los problemas siguen. Creo que el disco afronta muchos problemas reales que enfrenta mi generación. Se va a llamar Agridulce porque a veces la vida tiene altibajos.
-¿Por qué necesitaba ser Juanita, por un lado, y Soy Emilia, por el otro?
Siempre he sido la misma. Cuando empecé a construir mi carrera como música, el público me veía como la bajista de tal o de este. Al lanzar mi música quería tener el peso de no ser la persona de alguien. Y quise un seudónimo que me ayudara a recuperar esto. Ayudó bastante. De todos modos, veo que Emilia es más soñadora y Juanita es como una persona que trabaja por bajar los sueños y tener los pies en la tierra.
-¿Qué aprendizaje le dejó ese tiempo cuando trabajó con Esteman?
Fue mi primer trabajo. Duró ocho años, mientras estaba en la universidad. Al tiempo desarrollaba habilidades dentro de la industria de la música. Sin darme cuenta, empecé a entender lo que era un tour manager, cómo organizar conciertos o una banda. Fue una escuela importante a la hora de aprender a desarrollar un proyecto en la industria de la música, me dio bases para entender la importancia de la parte visual en un proyecto. Aprendí mucho sobre videos, fotografía, entendía que había que tener siempre un objetivo visual.
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