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Noticia
Richard Serra: murió el titán del hierro, uno de los artistas más importantes del mundo
El estadounidense Richard Serra fue uno de los artistas más relevantes de los siglos XX y XXI.
El escultor Richard Serra murió a los 85 años. (Photo by BERTRAND GUAY / AFP) Foto: AFP
Richard Serra era el acero. Picasso y Julio González fueron los pioneros en el siglo XX en tirar a la basura el bronce y usar el hierro como un material artístico, pero Serra, el genio que murió el martes en la noche a los 85 años por cuenta de una neumonía en su casa en Long Island, fue unos pasos más adelante. Fue una revolución. El artista estadounidense –que trabajó en su juventud en una acería- logró convertir el hierro en algo más. Sus esculturas monumentales ocupan toda una sala del MoMa de Nueva York y un ala completa del Guggenheim de Bilbao. Sus placas de hierro, que reproducen el movimiento de una ola o el de una serpiente, o simplemente un muro, se convirtieron en un referente universal.
El escritor español Juan Tallón, en el Museo Reina Sofía, posa en la obra ‘Equal-Paralle / Guernica-Bengasi’, de Richard Serra. Esta misma obra fue la que desapareció misteriosamente en 2006. Foto:Cortesía del artista
En Nueva York se desató un escándalo en los años 80 porque un juez ordenó quitar una de sus esculturas, Tilted Arc (Arco inclinado) porque le estorbaba el paso a los trabajadores de su edificio, y en Madrid, el Museo Reina Sofía, sufrió uno de los mayores ridículos que ha sufrido un museo porque los encargados de su acervo dejaron perder una escultura suya de 38 toneladas.
Serra fue polémico y genial; sus esculturas son de un peso imposible de medir y recorrerlas es una experiencia que raya el misticismo. Su tamaño es aterrador, pero también el secreto de su poesía: ¿cómo se sostienen tantas toneladas sin inclinarse ni caer encima de nadie?, ¿por qué tienen movimientos tan ligeros? Su muerte marca el fin de una era de gigantes del arte estadounidense, Serra puede estar en el panteón de Andy Warhol, Robert Rauschenberg o Roy Lichtenstein, fue un genio del siglo XX. Y, sin duda, un escultor que marcó un derrotero espectacular en el arte público. Sus obras están en ciudades como Barcelona, Nueva York, Berlín, Washington o Londres. El conjunto de obras del Guggenheim pesa más de 1200 toneladas. Yuno de sus últimos milagros visuales fueron las esculturas que instaló en el desierto de Catar, a 90 minutos de la capital. No hay una carretera ni señales para llegar. Solo una dirección de GPS. La obra, East-West /West-East, consiste en cuatro enormes placas de acero, de más de 15 metros de altura, plantadas en línea recta en medio de la nada.
El Guggenheim guarda un ala completa con sus esculturas. Foto:Getty Images
La relación de Serra con Colombia es bastante particular. Santiago Cárdenas estudió con él en Yale y –para pagar sus gastos extras de estudiantes pobres- trabajaron juntos en el restaurante de la universidad. Serra y Chuck Close lavaban los platos y Cárdenas era mesero. “Serra era un tipo muy inteligente, pero engreído y envidioso. Close era lo opuesto: extrovertido, agradable y sencillo”, recordó en una entrevista con la revista Bocas. Por otra parte, uno de sus pares espirituales fue, sin duda, el barranquillero John Castles, uno de los grandes del hierro en Colombia, un artista que también falleció hace solo unos meses y que dejó obras emblemáticas como la escultura de hierro que se desliza por las escaleras de entrada del Museo del Banco de la República.
Detalle de una de esculturas gigantes en el Museo Guggenheim de Bilbao. Foto:Fernando Gómez
Serra nació en San Francisco en 1938 y recibió diferentes distinciones como el Premio Príncipe de Asturias en 2010 y fue uno de los artistas consentidos del legendario galerista Leo Castelli. Antes de entrar a Yale, estudió literatura en la Universidad de California y tuvo como maestro, entre otros, a Aldous Huxley, el creador de Un mundo feliz.
Escultura de Richard Serra en el Guggenheim de Bilbao. Foto:Fernando Gómez
Hace poco el escritor español Juan Tallón publicó la novela ‘Obra maestra’, que reconstruye el rocambolesco caso de Guernica-Bengasi, la escultura de Serra, de 38 toneladas, que desapareció sin dejar rastro de la bodega donde lo tenía almacenado el museo. La novela revive su relación con otros dos grandes artistas del hierro, Eduardo Chillida y Jorge Oteiza, su amistad con el músico Philip Glass que, en sus inicios, hacía una suerte de banda sonora para sus exposiciones y el espectacular trabajo que realizaba con su taller en Alemania para crear piezas de varias toneladas que debían recorrer medio mundo para llegar a su destino. Serra reconstruyó la obra del Reina Sofía y ahora es parte de su colección permanente.
El arte, sin duda, está de luto. Ha muerto un gigante.