Hace siete meses en la
India, país agobiado por la corrupción, la ilegalidad y los bajos niveles de bancarización, entre otros problemas, se tomó una decisión radical:
la mayor parte del papel moneda en circulación no sería legal, y no lo fue a partir del 9 de noviembre del 2016.La medida, conocida como ‘desmonetización’, fue además repentina y no dio mucho tiempo a las personas para cambiar sus ahora depreciados billetes por los nuevos valores.
El hombre detrás de esa idea fue Anil Bokil, ingeniero mecánico, quien años antes se la había comentado a Narendra Modi, quien al convertirse luego en el primer ministro de la India la puso en marcha con resultados poco esperados, quizás por la forma poco planeada en que se llevó a cabo, según opinión de algunos expertos.
Una iniciativa similar ya había sido planteada en Colombia, sin que se le prestara mucha atención hace cuatro años:
“Propongo cambiar en un plazo de seis meses los billetes, bien sea porque retomemos la idea de transformar su denominación, eliminando tres ceros, o porque emitamos nuevos billetes de distinto color, dejando los anteriores sin aceptación. Esto último podría hacerlo el Banco de la República solo con las denominaciones de 20.000 y 50.000 pesos, que son el 52 por ciento de las piezas emitidas y el 91 por ciento del valor del efectivo que se encuentra”.
La propuesta fue de Santiago Perdomo, presidente de Multibanca Colpatria, quien hoy insiste en que
se dejó pasar esa oportunidad con esos billetes o cuando salió la nueva familia de billetes para haber exigido el cambio en un periodo razonable de los antiguos, lo que hubiese obligado a quienes tienen enormes caletas de dinero a sacarlas de sus escondites y, de paso, decir de dónde obtuvieron esos recursos.
Banqueros y expertos consultados coinciden en que, no obstante los esfuerzos hechos desde distintas instancias para desestimular el uso del efectivo e impulsar los medios de pago electrónicos, “la batalla contra el efectivo se está perdiendo”.
“Utilizamos tanto efectivo en Colombia como un Estado fallido, en guerra o de ingresos bajos, cuando somos de ingresos medios altos. Claro, no queremos ser como Canadá, donde se apagó la imprenta, o Suecia, donde
al que paga en efectivo se le ve como a un bicho raro, pero la meta sí debe ser reducir el uso del efectivo a niveles similares a los que tienen los países de la Alianza del Pacífico, que es del 8 por ciento”, dice Jonathan Malagón, vicepresidente técnico de la Asobancaria.
Uno de cada seis vehículos de alta gama se paga en efectivo, eso no tiene presentación en ninguna parte del mundo
En Colombia, ese manejo del efectivo, como proporción del dinero que hay en la economía, incluidos los depósitos bancarios (M2), es más del 13 por ciento. En los países de la Ocde es de entre 4 y 5 por ciento.
Con esos niveles actuales, la meta trazada por el Gobierno en su plan de desarrollo, de bajarlo al 8,5 para el año entrante, no se cumplirá, dice Malagón, tras advertir que “eso se conseguirá con políticas más agresivas, algo similar a lo que se hizo en la India, pero de una manera mucho más planeada y organizada; esa no es una mala solución”.
Los expertos coinciden en que se necesita que haya mayor trazabilidad de las operaciones en el sistema financiero, y eso, sin duda.
La salida es ponerles trabas a ciertas operaciones en efectivo, como la compra de autos de alta gama y viviendas de más de 100 millones de pesos.
“Uno de cada seis vehículos de alta gama se paga en efectivo, eso no tiene presentación en ninguna parte del mundo”, dice Malagón.
Hay que prohibir las transacciones en efectivo de más de 2 millones de pesos, castigar con un impuesto del 1 o 2 por ciento los retiros de efectivo para cuantías mayores a 10 millones de pesos al mes para no afectar a la población de menores recursos, eliminar los pagos en efectivo en las notarías, así como los de los impuestos.
La receta para bajar el uso del efectivo incluye también la necesidad de crear estímulos para vencer la resistencia de los comercios a formalizarse y a tener canales que les permitan aceptar los medios electrónicos de pago.
“Hay que eliminar el 4 por 1.000 y fijar compromisos desde el Emisor, la Dian, el Gobierno, los bancos y los comercios, porque vamos en la dirección contraria y el uso del efectivo, en lugar de bajar, está aumentando”, dice Perdomo.
Lo que ha salido bien
1. Los pagos más grandes del Sistema General de Participaciones, que son los de salud, educación y agua, se deben hacer a través del sistema financiero.
2. Para el 2025, la totalidad de los peajes del país deben recibir pagos electrónicos.
3. Todos los pagos de las pensiones de los empleados públicos se harán por medios electrónicos.
4. Bancos dejarán la planilla asistida y pasarán a la electrónica para recibir pagos de la seguridad social.
Razones del sobreuso de los billetes en Colombia
Además de implementar una estrategia que lleve a reducir el uso del efectivo por los colombianos, el sistema financiero quiso conocer las razones de ese comportamiento y encontró que entre estas hay desde motivaciones económicas, culturales y falta de educación hasta desconocimiento de las bondades de otras alternativas como los medios de pago electrónicos.
Andrés Felipe Duque, presidente de Redeban, dijo que se contrató un estudio cuyos resultados quedaron consignados en el libro 'El uso del efectivo', presentado el jueves de esta semana.
“Queremos entender bien los motivos del sobreuso del efectivo en Colombia, pero también conocer las percepciones, cómo validarlas y entender las barreras que impiden el crecimiento de los medios de pago electrónicos”, señaló.
El estudio, que recoge la opinión de 1.200 microcomercios y 1.500 personas, señala, por ejemplo, que los individuos se alejan de las tarjetas (débito y crédito) porque perciben ‘costos ocultos al tener que usarlas’; dicen que son poco útiles, frente a un efectivo que les da mayor poder de negociación a la hora de comprar y les ayuda a controlar mejor sus gastos.
Duque agrega que el estudio les permitió conocer que los comerciantes ven muy complejo el modelo de adquirencia de los datáfonos, que los medios de pago no les proporcionan mayores beneficios y sí los obligan a asumir responsabilidades derivadas de la formalización que implica esa tecnología.
Aunque en el libro no se fijan soluciones, a la pregunta de qué los motivaría a usar más los medios de pago elecrónicos, el 44 por ciento de los consultados contestaron que los descuentos, al utilizarlos; el 34 por ciento mencionó que menores costos y un 33 por ciento señaló que los bancos respondan cuando se presente algún fraude con dichos mecanismos de pago.
CARLOS ARTURO GARCÍA M.
Redacción Economía y Negocios