Llegó la hora del nuevo Congreso Cafetero, que comienza mañana en Bogotá. El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, prevé que los temas que los caficultores pondrán sobre la mesa serán los precios de grano, la producción, los costos de los insumos, las innovaciones de Cenicafé, los costos de la mano de obra, y la relación con el nuevo gobierno.
Su congreso está apunto de arrancar. ¿Cuáles van a ser los puntos principales que van a discutir?
Acabamos de tener elecciones cafeteras, viene casi el cuarenta por ciento de gente nueva, y tendremos que trabajar los puntos que ellos han propuesto en sus campañas. Cada quien vendrá con su listado de cosas. Trabajamos en comisiones, como cualquier congreso del mundo. Pero sí le puedo decir qué temas van a salir: qué va a pasar con los precios de café, que han venido bajando en la bolsa. Llegó hasta niveles de 240 centavos de dólar, y ahora tenemos 160. El cafetero se angustia y le pregunta a uno qué va a pasar con los precios. Producción será otro tema; vamos a manejar el tema de los precios de los insumos; las innovaciones por parte de Cenicafé; los costos de mano de obra. Y si hay algo que vamos a trabajar muy seguramente es la relación con el nuevo gobierno.
Tenemos al Ministro de Hacienda en la apertura del Congreso; al presidente Petro para el cierre; la Ministra de Agricultura en una de las sesiones; el Ministro de Educación en otra; el director de Planeación Nacional en otra. Ahí tendremos esa oportunidad de analizar que esperamos nosotros y qué espera el nuevo gobierno del sector cafetero.
Creo que si alguna ventaja tenemos hoy es que no somos un sector problema. Hay sectores que tienen de verdad problemas grandes y complicados. El sector cafetero ha necesitado directamente la atención urgente del gobierno. Hoy no es así, no estamos en un momento de urgencia.
Hay temas de verdad que el Gobierno quiere y sé que el ministro Ocampo tiene mucho interés en hablar con nosotros de renovación cafetera. En la Federación nuestra idea es que debemos renovar casi el 10 por ciento del área cafetera cada año para mantener nuestra capacidad productiva en los niveles actuales. Hoy la caficultura -si bien está produciendo 12 millones de sacos por temas de clima- tiene un potencial de producción de 14 y 14 y medio millones de sacos. Pero para mantener esas posibilidades hay que estar renovando, y hemos estado caídos en renovación. Tenemos que darle un impulso nuevo a la renovación, y el Gobierno ya nos lo manifestó.
Usted menciona que los precios han venido cayendo en las últimas semanas. Cuando se llega a ciertos pisos, el Gobierno ha activado ayudas automáticas. ¿Qué herramientas podrían sustituir esos subsidios que aparecen a veces?
Qué hemos estado haciendo institucionalmente tanto adentro como afuera internacionalmente: se llegó el punto en donde Colombia tiene que poner un límite hasta donde baje el precio. Tradicionalmente hemos seguido el mercado internacional y cuando los precios han llegado al punto de no cubrir, siquiera el costo de producción, pues tenemos que tocarles a los gobiernos. Hemos venido haciendo un esfuerzo en dos o tres direcciones. Uno en aumento de productividad; dos, en una mejora de calidad de café de Colombia. Todavía podemos seguir mejorando. Y tres, internacionalmente hemos sido defensores de que esto es una sola cadena. No nos podemos ver como los productores a este lado y la industria en este otro lado.
Hoy más que nunca la industria y los productores tenemos que ser corresponsables, pero el único indispensable es el productor. Hemos venido diciendo que el precio del café tiene que ser tal que acompañe la prosperidad de los productores. Internacionalmente se ha aceptado una teoría que es la del famoso ingreso para supervivir. El living income de Naciones Unidas. Lo que dice es que usted debe tener un precio para cubrir sus necesidades básicas y que le sobre un poquitico.
Nosotros siempre decimos bueno, si cogemos ejecutivos y les decimos “yo le pago para que haga mercado y cubra la educación de sus chinos y le sobre un poquitico, ¿usted trabajaría por eso?”. Tiene que haber un precio para prosperar. Que las generaciones nuevas vivan mejor que las actuales. No hemos estudiado como sería el mecanismo, pero va a llegar un momento en donde vamos a decir, “¿sabes qué? por debajo de este nivel de precios no vendemos café colombiano”.
¿Y qué se necesita para poder pararse de esa manera? porque hasta el momento no se ha tomado una decisión así.
No, porque todavía no hemos llegado a unos niveles que lo ameriten. Pero nos tenemos que preparar. Los precios han sido buenos, y les recordaba a los cafeteros como el ministro Alberto Carrasquilla llegó al Congreso Cafetero del 2018 y dijo, “me complace mucho estar hoy en este momento cuando el precio del café llegó a un millón de pesos”. Llevamos un periodo de prosperidad en materia de precio de café que no veíamos desde la época del Acuerdo Internacional.
Buena parte de lo que ha sucedido en los últimos dos años ha sido que Brasil tuvo, de verdad, una catástrofe climática. Le cayó una sequía y dos heladas en seis meses y los precios reaccionaron a los niveles en que han estado. Pero se han estado recuperando y montando su nueva caficultura que va a empezar a dar sus frutos a partir del 2023 - 2024, y los precios van a empezar a reaccionar en esa dirección.
¿Y en este momento existe un mecanismo que permita ir generando un colchón para cuando los precios bajen?
Pues sí. El gobierno pasado montó el Fondo de Estabilización de Precios del Café, pero no tiene los recursos. El Gobierno Nacional puso un poquitico de plata, 200.000 millones de pesos que inicialmente iban para algo de ayuda de precios, pero los precios mejoraron. Se pasa parte de los seis centavos de contribución –0,5 centavos– para ese fondo, que hoy tiene 280 mil millones de pesos, que aunque suene mucho, pues si uno lo compara con 14 billones que vale la cosecha cafetera, 280 mil millones duran para un fin de semana, si se tuviera que apoyar los precios.
Ese ha sido el gran drama: que el Fondo Nacional del Café fue siempre un fondo que ayudaba a sostener los precios cuando bajaban por debajo del costo, pero ya el Fondo dejó de ejercer esa función por allá a finales de los 90.
¿Cuál es el balance neto de este año, con una precios altos, pero una cosecha baja e insumos caros?
Vamos a cerrar un año bueno para los agricultores, gracias a los precios internacionales y gracias también al dólar. Somos una actividad en la que el 92 por ciento va para la exportación. Y gracias también a la prima del café colombiano que se ha venido moviendo a unos niveles que tampoco habíamos visto históricamente, tuvimos un precio interno que supera el costo independientemente de la incremento que hubo de insumos y de costo de mano de obra.
La pregunta es hacia adelante: cómo se van a mover las cosas, y ahí la respuesta es un poco más complicada.
Desde hace años se habla de la dificultad para conseguir recolectores. ¿Cómo va ese fenómeno?
Cuando llegué a la gerencia, en el 2015, una de las preocupaciones de los productores era que no había recolectores. Se vino la diáspora venezolana y una parte fue a apoyar la recolección del café. En esta cosecha ya volví a escuchar problemas de mano de obra y aumentos de costos porque si antes se pagaba 600 - 700 pesos por kilo, estamos pagando entre entre 1.000 y 1.200 pesos.
Cuando estaba Gabriel Silva como gerente se hablaba de 500.000 familias y hoy se sigue hablando de un nivel similar. ¿Los hijos se van, se dedican a otra cosa?
No es fácil ese tema del empalme generacional. Les digo a los cafeteros lo siguiente: este no es un problema del campo colombiano. Está en el sector agrícola norteamericano. Japón creó un ministerio que se encarga solo de dos cosas, tratar de frenar la disminución de población en Japón y tratar de que los muchachos se queden en el campo porque, de acuerdo con las estadísticas, Japón va a pasar en el 2050 de 120 millones a 80 millones de habitantes, y va a tener más de 500 poblados fantasmas.
Mientras las condiciones sean tan distantes entre la calidad de vida de la ciudad y la calidad de vida del campo, sobre todo en bienes públicos, es muy trabajoso.
Usted no tiene carreteras, escuelas, hospitales, no le entra el internet. ¿Cómo quiere que muchachos se queden así en las fincas? Nosotros tenemos un par de programas enfocados solamente en jóvenes, pero atraerlos no es fácil, hay que mostrarles la caficultura de una manera distinta. Entonces, no tienen fincas sino empresas; usted no es cafetero sino empresario del café, y usted tiene que tratar de escalar en la cadena de valor tanto cuanto pueda.
Sobre esas condiciones de la vida en el campo ¿qué mensajes tienen ustedes frente al nuevo gobierno?
Le hemos dicho al nuevo gobierno que aplaudimos el énfasis que se requiere dar al sector rural. Le hemos ofrecido la capacidad institucional para acompañar los diferentes programas orientados a mejorar la vida de los sectores rurales. El tema de vías terciarias es un tema clarísimo; el tema de conectividad. El tema de vivienda rural.
A los países productores de materias primas les dan mucha varilla por asuntos ambientales o laborales. ¿Hay una doble moral cuando les ponen el tema del precio justo?
Absolutamente. Uno entiende que haya preocupación con temas de residuos de pesticidas y agroquímicos o por la deforestación. Pero no entendemos cómo se solucionan los problemas, sin apoyo. No solo misiones de ayuda. Uno quiere que lo apoyen en exigirle a la industria un precio que ayude a las familias cafeteras o de la agricultura en países en vías de desarrollo a prosperar.
Soy muy claro en decir una frase que le aprendí a un productor en Brasil: el mayor depredador de la naturaleza es la pobreza. Es que la gente no tumba árboles para cocinar porque quiere sino porque no tiene otra opción. Si sumamos todo, al final vamos a ver una cadena que puede ser positiva en términos de neutralidad de carbono, pero tenemos que vernos también desde el punto de vista de la distribución del valor de la cadena. No puede ser que todo el valor se queda en este lado y la pobreza en este otro.
En el primer semestre se habló mucho de unos contratos futuros que no se estaban cumpliendo. ¿Cómo va ese asunto?
Eso sigue. Es un tema vigente. Hemos llamado la atención porque es un tema en donde los cafeteros se comprometieron con unas ventas. Para mí, es una de las herramientas más interesantes de manejo del ingreso cafetero: si usted en algún momento ve que para el próximo año o los próximos dos años le pueden pagar mejor entonces vende el 30, el 40 por ciento de la cosecha y ya sabe que esa parte es rentable.
La Federación, para apoyar a las cooperativas de caficultores, que son las que tienen la obligación frente al fondo nacional y tratar de que la cooperativas puedan pasarlo a los productores les dio tres años más para el cumplimiento de esas obligaciones. Si nosotros tenemos que ir poco a poco los productores irán cumpliendo.