La papa es el alimento de la canasta familiar que más ha aumentado de precio en el último año y se espera que continúe al alza por lo menos unos meses más. Según los datos del Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane), la variación ha sido de 140,16 por ciento y solo en enero su precio subió un 25,34 por ciento.
Aunque el alto costo de los insumos es uno de los factores que golpean el precio de este tubérculo, hay otros como la menor producción debido a que varios agricultores de Cauca, Nariño y Tolima, que normalmente surten en gran medida el primer semestre, perdieron sus cosechas a consecuencia de los bloqueos del paro nacional.
Incluso, algunos pequeños productores se vieron obligados a salir del sistema productivo.
Esta menor oferta coincidió con una demanda que poco a poco se ha ido recuperando al ritmo de la reactivación económica y de la apertura del canal Horeca, el de los hoteles, restaurantes y catering, que representa alrededor del 30 por ciento de los canales de comercialización del sector.
Además, esta problemática se sumó a un escenario que ya venía trastocado por las pérdidas que se vivieron después del inicio de la pandemia, cuando a los cultivadores no les quedó más remedio que salir a las carreteras para poder vender la sobreoferta de cosecha que tenían.
“El 80 por ciento de los productores de papa tienen menos de una hectárea. Es un cultivo de ciclo corto donde los pequeños salen y entran de acuerdo con las condiciones del mercado. Y en este primer semestre, con todos los problemas que hemos tenido, la oferta de producto es menor y no está reaccionando a la misma velocidad que la demanda. Normalmente, se producen unas 130.000 hectáreas y para el 2022 esperamos estar entre 110.000 y 115.000, es decir, salen de la producción entre 15.000 y 20.000 hectáreas”, explicó Germán Palacio, gerente general del gremio Fedepapa.
Por el paro y los bloqueos de vías se perdieron las cosechas de Cauca, Nariño y Tolima, que surten el mercado los primeros meses de cada año.
Todo ello ha llevado a ver, por ejemplo, un kilo de papa criolla a 4.611 pesos, el pasado 10 de febrero, en Corabastos (Bogotá), mientras que a principios de año se encontraba a 3.111 pesos, según la información recogida por el Sistema de Información de Precios y Abastecimiento del Sector Agropecuario (Sipsa).
Si se revisa en bulto de 50 kilos, por ejemplo, se ve que la papa pastusa estaba el viernes pasado a 140.000 pesos y la criolla, hasta en 180.000 pesos. Hay que tener en cuenta que esto es en la central de abasto y no en las tiendas de barrio o los supermercados, en los que puede encontrarse más elevado, en función del almacén.
Palacio espera que cuando le toque el turno de sacar la cosecha a la región cundiboyacense, la cual representa alrededor del 65 por ciento de la producción nacional, los precios tenderán a bajar y se mantendrán en el segundo semestre.
“Esperamos que a partir de julio los precios bajen. Van a durar mínimo 3 o 4 meses más al alza. En adelante, la preocupación es que se desplace mucha gente a producir papa, capitales golondrina y entonces vuelva a haber una sobreeoferta”, proyectó el gerente del gremio que representa a los productores del país.
Más dificultades
Flor Alba Rodríguez Zamora, representante de dos asociaciones de cultivadores de papa en Samacá, Boyacá, manifestó que en su departamento también están enfrentando problemas graves para producir.
Dice que los altos costos de los insumos de los últimos meses no les han permitido sembrar a muchos de los pequeños productores y que, como siempre, los beneficiados son los intermediarios.
“Un bulto de abono que el año pasado estaba 80.000 pesos ahora nos cuesta 220.000 pesos. Hay que encontrar soluciones. Tenemos una reunión con otras 100 agremiaciones próximamente para poder tocar este tema”, aseguró Rodríguez.
Con el objetivo de mitigar esta situación que se está dando a nivel mundial, en los primeros días del año el presidente Iván Duque sancionó la ley de insumos agropecuarios, que tendrá inicialmente un fondo por 70.000 millones de pesos para ayudar a los pequeños y medianos productores.
A través de esta ley, el Ministerio de Agricultura, que lidera Rodolfo Zea Navarro, busca tener unos aranceles de cero por ciento a las importaciones de agroinsumos para poder reducir sus costos.
De acuerdo con las cifras de la cartera de agricultura, el mercado de estos insumos en Colombia mueve al año alrededor de 4,94 billones de pesos.
De estos recursos, 2,37 billones de pesos son para el segmento de fertilizantes; 1,54 billones de pesos, para plaguicidas, y 1,03 billones de pesos, para medicamentos veterinarios y vacunas.
Además, la ley también habla de crear un observatorio de precios para tener información más detallada sobre este mercado. Sin embargo, todavía se están ultimando los detalles para que salgan los decretos reglamentarios correspondientes y poder hacer la ley una realidad, una situación que esperan los agricultores pase pronto para poder sentir un alivio.
Wilson Muñoz, agricultor de Ipiales, Nariño, contó que año tras año los papicultores han tenido que enfrentar problemas y que ahora no pueden acceder ni a créditos para poder sembrar.
“Con la pandemia y luego el paro nacional, los agricultores quedamos perdidos. Incluso sacamos a vender nuestro ganado para poder volver a sembrar y todo se perdió. De ahí que solicitamos créditos y los bancos ya no nos volvieron a prestar”, expresó.
En ese sentido, hay que destacar que el paquete de medidas que anunció hace unos días el Gobierno para controlar el disparo en el costo de vida incluye créditos para los productores agrícolas, la ampliación del seguro agropecuario y el aumento del número de familias que se benefician del programa Ingreso Solidario.
Además, el agricultor contó que debido a que Ipiales está cerca de la frontera colombo-ecuatoriana, anteriormente solían aprovechar para comprar insumos en Ecuador, pero por el dólar caro tampoco les alcanza para eso y cada vez son menos las familias de la zona que están sembrando papa.
El impacto se siente en toda la canasta familiar
La papa no es el único alimento que ha subido de precio. El problema de la inflación está presente en la mayor parte de la canasta familiar.
En el último año, el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas aumentó un 19,94 por ciento y el de restaurantes y hoteles, otro 10,73 por ciento. Ya por productos específicos, por ejemplo, los aceites subieron un 48,52 por ciento; la carne de res y derivados, un 34,86 por ciento y las frutas frescas, otro 28,58 por ciento.
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