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‘Colombia no ha aprovechado en su totalidad el TLC con EE. UU.’: Amcham
La presidenta de Amcham dice que sin el tratado se ocasionaría una fuga de capitales.
Los principales detractores del TLC fueron los sindicatos, que advertían una vulneración de los derechos laborales. Foto: Puerto de Cartagena
El Gobierno ya no habla de renegociar el tratado de libre comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, sino de revisarlo para identificar posibles “desequilibrios comerciales y normativos” en aras de crear un comercio justo. En entrevista con EL TIEMPO, María Claudia Lacouture, presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia) y del gremio Aliadas, explica cómo se podría aprovechar el acuerdo.
¿Cree que Colombia está aprovechando el potencial comercial del TLC?
Es importante tener en cuenta que un acuerdo comercial es una herramienta no el fin en sí mismo. Este ha sido provechoso en cuanto a que ha creado un mecanismo permanente con ventajas competitivas, reglas claras y una estabilidad en las relaciones. Sin embargo, no se ha aprovechado en su totalidad, utilizándolo cuando se generan excedentes en la producción o cuando la tasa de cambio es favorable. Viendo en retrospectiva podemos afirmar que hemos tenido una década de adaptación. La idea es que podamos transformar la próxima década como la del aprovechamiento.
Maria Claudia Lacouture es la presidente de las agremiaciones AmCham y Aliadas. Foto:El Tiempo / cortesía
La entrada en vigor del TLC afianzó la relación comercial, creó un puente que abrió el camino no solo para un intercambio de bienes, sino para que los dos países afianzaran una relación de aliados. Antes de ello, Colombia tenía el ATPDEA (Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act), que generaba incertidumbre pues todos los años había que esperar para determinar si se extendían las ventajas arancelarias, limitando la continuidad de los negocios. Eran beneficios de una sola vía. Ahora con el TLC hay a 10.500 partidas arancelarias, casi el doble de las beneficiadas anteriormente (unas 5.500). Y, en ese sentido, la canasta exportadora colombiana ha mostrado una sustitución macrosectorial. Mientras que en el 2012 el rubro minero-energético representaba el 71 por ciento de la oferta exportable, en el 2022 consolidó el 47 por ciento. Por su parte, el rubro no minero-energético pasó de representar el 29 al 53 por ciento.
¿Cuáles son los sectores que más se podrían beneficiar?
El agro es el macrosector de mayor crecimiento y potencial. En el 2022, las ventas de estos productos se contabilizaron en 4.552,4 millones de dólares, con un incremento de 117 por ciento comparado con el 2012, cuando alcanzaron los 2.098 millones de dólares, y los productos homologados han crecido 229 por ciento en el TLC, por el orden de 216,3 millones de dólares en el 2022. Por su parte, el rubro agroindustrial tiene el potencial de crecer en 250 por ciento en los próximos cuatro años, pero se requiere un trabajo mancomunado público-privado que impulse el desarrollo tecnológico y producción productiva que fomente los bienes diversificados.
La Oficina de Asuntos Comerciales y Laborales (Otla) del Departamento de Trabajo pidió al secretario de Trabajo iniciar consultas. Foto:Archivo / EL TIEMPO
El Presidente habló de “renegociar” el TLC, pero más tarde el ministro de Comercio, Germán Umaña, dijo que solo se revisaría. ¿Qué consecuencias negativas hubiera traído una renegociación?
Todo lo que se diga ahora sobre renegociación son hipótesis y especulaciones. ¿Qué piensan los estadounidenses sobre las declaraciones del presidente Petro? Respondieron de la embajada de ese país mediante un video institucional que, en resumen, afirma que el acuerdo es un “gana gana”.
El mismo Gobierno habla de que no es renegociación, sino revisión, como lo estipulan los mecanismos incluidos en el acuerdo. Eso es posible y sería provechoso. ¿Que queremos renegociar y cambiarlo y no llegamos a un acuerdo? Listo, a partir de los seis meses siguientes a solicitar su terminación tendremos aranceles para todo lo que exportamos, y eso significará perder miles de millones más de los que ganaremos restringiendo importaciones.
Sin el TLC, Colombia tendría que pagar aranceles en sus productos insignia. Para el café tendría que pagar un impuesto de entre el 10 y 20 por ciento; para la tilapia sería de 20 por ciento, o para el aguacate, de 15 por ciento. El de las frutas sería de 15 por ciento; los diferentes tipos de flores, de 5 por ciento, y textiles y fajas, de 20 por ciento. Colombia perdería competitividad y ocasionaría una fuga de capitales y negocios producto del cambio en las reglas de juego.
Ministro de Comercio, Germán Umaña Foto:MinComercio
¿Y qué le supondría a EE. UU.?
Significa muy poco en términos económicos, mientras que para nosotros será perder el mayor comprador. Suponer que los estadounidenses nos necesitan porque se encuentran en conflicto comercial con China o bajo tensiones bélicas con otras naciones es pecar de ingenuos. Los acuerdos comerciales hay que verlos en un contexto más amplio y es la estabilidad que ofrecen para los negocios al fijar reglas claras y duraderas. De existir una renegociación, esa certidumbre cambiaría. Si Colombia desea renegociar el TLC, es importante que el país conozca con precisión cuáles son los temas que quiere cambiar. Además, debe tener en cuenta que un aumento de los aranceles a productos que hoy importamos desde EE. UU. podría generar un incremento de precios.
El TLC no prohíbe que un país produzca determinados productos; por el contrario, facilita el comercio para aquellos en donde haya más competitividad. Si se da una renegociación, en el proceso deben participar el sector privado y todos los sectores sociales, como ocurrió durante la negociación.
Aliadas sacó hace unas semanas una encuesta que analiza el problema de la informalidad en Colombia. ¿Cuáles fueron los principales hallazgos?
Encontramos que la informalidad no se puede caracterizar de una sola forma. No podemos generar políticas públicas a un solo segmento, puesto que hay tres tipos de informales. Está el precario, el que tiene que sobrevivir. También están las personas que tienen ingresos más constantes, pero que entran a la informalidad por temas relacionados con la independencia y la flexibilidad. Y, por último, tenemos los informales en condiciones promedio, quienes optan por mantenerse así no obstante tener la oportunidad de formalizarse, ya que su principal motivación es el emprendimiento.
El nivel de informalidad laboral alcanza un 60 por ciento en el país. Foto:Juan Pablo Rueda. Archivo EL TIEMPO
¿Emprendimiento e informalidad van de la mano?
En la encuesta se encontró una marcada preferencia por el emprendimiento entre los trabajadores informales. El 38 por ciento de ellos expresaron su deseo de tener negocio propio, frente al 18 por ciento de los trabajadores formales que optaron por esta opción.
¿Los trabajadores están cambiando sus prioridades a la hora de estar en un empleo?
Ahora hay mayor necesidad de flexibilidad en los modos de contratación, de cotizaciones por hora, mayor independencia, impulso a la capacitación y autogestión del tiempo. Además, encontramos que hay un círculo vicioso entre la experiencia y el empleo.
¿Se podría decir que a Colombia le gusta la informalidad?
No necesariamente es que les guste, sino que la informalidad les permite tener variables y herramientas como flexibilidad, autogestión del tiempo, la posibilidad de emprendimiento, de tener varias oportunidades de trabajo sin tener que estar alineados a un solo vínculo laboral.
¿El anterior proyecto de reforma laboral atacaba este problema? ¿Qué se podría plantear en el nuevo?
No se planteaba; de hecho, la ministra (Gloria Inés Ramírez) fue muy clara al decir que la reforma buscaba fortalecer los deberes y los derechos. Lo que pasa es que cuando uno le pregunta a este grupo de jóvenes y adultos informales y formales si necesitan más derechos, la respuesta es no. Lo que quieren es oportunidades, es logran tener ingresos en la informalidad precaria y desarrollarse personalmente. En esta reforma se tiene una inmensa oportunidad para que se incluyan sus preocupaciones y que se puedan ver interpretadas en flexibilidad, en modo de contratación, cotizaciones por horas, impulso a la formación... Se necesitan políticas para generar empleos de calidad.