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Entrevista
'La subestimación de nuevas amenazas en el conflicto ha sido evidente': Fabricio Cabrera
El general en retiro, quien tiene una reconocida trayectoria militar, habló sobre cómo la construcción de paz en Colombia exige un enfoque multidimensional más allá del desarme.
Fabricio Cabrera, general retirado. Foto: Archivo particular
El brigadier general (r) Fabricio Cabrera Ortiz tiene una larga y reconocida trayectoria en distintos campos de la actividad militar, incluyendo los asuntos de seguridad y defensa nacional. Hace pocos días, hizo pública su tesis doctoral suma cum laude en el Instituto General Gutiérrez Mellao de la Universidad Nacional de España, con el título La Victoria estratégica: Del Plan Colombia al Acuerdo de Paz (Bogotá, Cries/Fundación Konrad Adenauer, 2024).
En esta entrevista con EL TIEMPO, a propósito de la coyuntura actual, señala entre otras cosas que se requiere de una política de seguridad y defensa de largo plazo y evitar caer en la trampa de ganar la guerra pero perder la paz.
Persisten muchos equívocos sobre el concepto de victoria estratégica en contextos de conflictos armados, incluidos los de orden interno. ¿De qué estamos hablando más exactamente?
Libro La victoria estratégica, del general (r) Fabricio Cabrera. Foto:Archivo particular
La victoria estratégica es un concepto que va más allá del triunfo militar, fue el triunfo de los colombianos después de mucho sufrimiento. Implica una comprensión profunda de la interrelación entre la guerra y la política, y la necesidad de alcanzar resultados que aseguren la paz y la estabilidad a largo plazo. Por ejemplo, para nuestro caso particular, el objetivo político estratégico fijado por el presidente Uribe a las Fuerzas Militares se cumplió. En este sentido, es fundamental entender que los líderes militares y políticos trabajen de manera conjunta para definir y alcanzar estos objetivos, evitando así la trampa de ganar la guerra, pero perder la paz.
¿Qué tan imperativo es alcanzar la victoria estratégica para llevar al éxito negociaciones de paz?
Es crucial por varias razones. En primer término, se logran los objetivos políticos que permiten poner fin al conflicto. El Estado retoma el control de los territorios, y asegura la implementación de acuerdos de paz duraderos. Por otra parte, se generan las condiciones para la sostenibilidad a largo plazo. Esto implica abordar las causas profundas del conflicto y construir instituciones y mecanismos que prevengan futuros enfrentamientos. Así mismo debe ser percibida como legítima tanto a nivel nacional como internacional.
Soldados del Ejército en operación militar. Foto:Fuerzas Militares
Con las Farc se logró, sin duda, una victoria estratégica. Algunos cuestionan, sin embargo, que esa ventaja militar no se hizo valer en la negociación y el supuesto de esta fue un "empate militar".
La presión militar constante también generó desmoralización, deserciones y entregas voluntarias, alterando la dinámica del conflicto y empujando a las Farc a considerar una salida negociada.
Aunque las Farc fueron debilitadas significativamente, no fueron completamente derrotadas en el campo de batalla, lo que llevó a algunos a hablar de un "empate militar". Sin embargo, este término no refleja la realidad, ya que el Estado tenía una ventaja clara. Desde los años 2000, las operaciones sostenidas de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional de Colombia, como la "Operación Jaque" y la "Operación Fénix" por ejemplo, debilitaron notablemente a las Farc, resultando en la captura y muerte de altos mandos, la desarticulación de estructuras claves, y la disminución de su capacidad delincuencial.
Las Farc perdieron gran parte del territorio que controlaban y vieron reducida su capacidad para movilizarse y ejecutar operaciones de gran escala. La presencia estatal en estas zonas aumentó, obligando a la guerrilla a replegarse y cambiar su estrategia. La presión militar constante también generó desmoralización, deserciones y entregas voluntarias, alterando la dinámica del conflicto y empujando a las Farc a considerar una salida negociada.
Bajo este contexto, el acuerdo de paz intentó abordar las causas estructurales del conflicto, como la desigualdad en las áreas rurales, la falta de oportunidades en las zonas marginadas y la necesidad de respetar los derechos humanos. Sin embargo, las concesiones otorgadas a las Farc no fueron proporcionales al equilibrio de poder, que ya favorecía significativamente al Estado.
En su momento, el general Freddy Padilla de León, comandante de las FF. MM. (2006-2010), habló del "fin del fin". Pese al Acuerdo de Paz con las Farc ese final no ha llegado. ¿Qué no hemos estado haciendo bien?
No contamos con una estrategia de seguridad nacional. Los atentados del 11 de septiembre marcan el fin de la posguerra fría, produciendo una transición de las estrategias de defensa propias de la Guerra Fría, hacia las estrategias de seguridad nacional con enfoques más integrales, en donde, por ejemplo, la defensa se subordina a la seguridad. Este documento debe convertirse en una política de Estado, construida no solo por el Gobierno Nacional, sino también por toda la sociedad, incluidos los partidos de oposición. Esto es fundamental, ya que se trata de un documento rector que debe tener continuidad independientemente del gobierno en el poder.
Guerrilleros de la antigua guerrilla de las Farc en formación. Foto:Eliana Aponte. Archivo EL TIEMPO
Lastimosamente en nuestro país, cada presidente elabora desde su percepción su política de seguridad y defensa para sus cuatro años y es por esto por lo que vivimos dando bandazos en la lucha contra los delincuentes, en otras palabras, no hay una continuidad de políticas que permita doblegar la voluntad de lucha de los grupos al margen de la ley, al igual que asegure la soberanía estatal sobre todo el territorio nacional.
Sumado a esto, se debe tener en cuenta que nuestro conflicto armado se nutre de la demanda internacional de narcotráfico y minería ilegal. Por lo tanto, la solución a esta violencia no pasa únicamente por realizar esfuerzos en política interna, sino que también se debe articular una política exterior que busque impulsar transformaciones beneficiosas para el país en política internacional, teniendo en cuenta estos mercados.
En síntesis, la seguridad y defensa no se debe entender únicamente como algo que repercute al Ministerio encargado o a la Fuerza Pública, sino que debe haber una articulación entre diversas instituciones estatales que contribuyan al tan esperado “fin del fin”.
La Doctrina Damasco y otras complementarias orientaban una transformación del Ejército Nacional hacia un escenario de posconflicto, al cual finalmente no se llegó… ¿Hubo errores en la apreciación estratégica de la evolución del conflicto colombiano?
La respuesta a esta pregunta no es sencilla. La doctrina en las instituciones militares y a lo largo de los años se ha actualizado permanentemente, permitiéndoles adaptarse a su entorno, a las innovaciones tecnológicas y a estrategias diferenciales para cumplir su misión institucional de manera eficiente.
La Doctrina Damasco fue desarrollada con la premisa de que Colombia avanzaría hacia un posconflicto. Sin embargo, su principal propósito fue actualizar los roles del Ejército Nacional en el marco de operaciones militares tanto regulares como irregulares. No se trató de un proceso de transformación; tal proceso solo ocurre en dos circunstancias: cuando una institución adquiere capacidades completamente nuevas y no está organizada para operarlas, o cuando la institución es tan inoperante que necesita una reconstrucción casi total.
En el caso del Ejército Colombiano, ninguna de estas situaciones se dio. Desde mi perspectiva, la percepción pública sobre la Doctrina Damasco fue incorrecta; fue un proceso de organización y actualización de la doctrina. En cuanto a la otra parte de la pregunta, varios factores han influido en una lectura incorrecta del escenario colombiano.
Por ejemplo, aunque el acuerdo de paz con las Farc fue un hito importante, otros grupos armados, como el Eln, las disidencias de las Farc y diversas organizaciones criminales, continuaron delinquiendo, lo que complicó la transición hacia un verdadero posconflicto. Además, en esa paz parcelada, los territorios que las Farc dejaron vacantes no fueron completamente cubiertos por la fuerza pública, lo que permitió que otros actores al margen de la ley ocuparan estos espacios.
Por otra parte, el acuerdo de paz no se implementó de manera integral en todos sus aspectos, lo que pudo haber limitado las condiciones para lograr un posconflicto efectivo. Además, la subestimación de nuevas amenazas ha sido evidente. En la planificación estratégica, puede que no se haya previsto adecuadamente la evolución de amenazas emergentes, como el narcotráfico y la minería ilegal, que han continuado alimentando la violencia en diversas regiones.
Desde el Plan Colombia en la época de Andrés Pastrana y sucesivos gobiernos ha existido una evolución de la Doctrina de Seguridad Nacional. ¿Cuáles son los rasgos fundamentales de ese proceso de cambio?
Las ideas centrales que han guiado a los gobiernos de los presidentes Pastrana, Uribe y Santos son el control y la soberanía sobre el territorio nacional, así como la búsqueda de la paz. Estos conceptos han sido el motor que impulsó a cada uno de estos gobiernos a implementar políticas de seguridad y defensa nacional desde diversas perspectivas.
Desde mi investigación considero los siguientes aspectos fundamentales del proceso de cambio: énfasis en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo; fortalecimiento de las Fuerzas Militares y la Policía; cooperación internacional; transición hacia la Seguridad Humana; atención a las causas estructurales de la violencia; y, proceso de paz con las autodefensas ilegales y con las Farc.
El conflicto armado hoy en Colombia es complejo en sus expresiones y dinámicas, y está mediando una apuesta política para ponerle fin: la 'paz total'. En este contexto particular ¿qué supone una victoria estratégica?
Una victoria de esta magnitud, enmarcada en la política de 'paz total', se materializaría en una disminución drástica de la violencia, el desarme y la reinserción de todos los actores armados, la implementación plena del acuerdo de paz, el fortalecimiento del Estado de Derecho y la gobernanza en todo el territorio, el desarrollo y la reconstrucción de las comunidades afectadas por el conflicto, y el fomento de una cultura de paz duradera. Todo esto, por supuesto, bajo el amparo de una sólida estrategia de seguridad nacional.
En resumen, una 'Victoria Estratégica' en la construcción de paz en Colombia exige un enfoque multidimensional que vaya más allá del desarme. Debe abordar las necesidades de las comunidades afectadas, fortalecer la presencia y la legitimidad del Estado en zonas históricamente marginadas, y sentar las bases para una paz sostenible y equitativa para todos los colombianos.