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Noticia

Un viaje al infierno de La Modelo: la historia de los horrendos crímenes que se han planeado y ocurrido en las entrañas de la cárcel

La periodista Jineth Bedoya reconstruye la historia del lugar donde fue secuestrada y de la obra que el asesinado director Élmer Fernández apoyaba para resarcir a las víctimas.

Élmer Fernández junto a la periodista Jineth Bedoya.
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Lo más parecido al infierno, si este existe, puede ser el patio 4 de la cárcel La Modelo de Bogotá.

Como en las míticas películas de gánsteres y criminales, esta área del ala sur de la prisión tiene historia y de la peor. De allí, supuestamente salió la sentencia de muerte contra el coronel retirado de la Policía Élmer Fernández, director del penal, y contra su familia.

​(Lea también: Autodefensas Gaitanistas también habrían amenazado a Élmer Fernández, director de cárcel La Modelo).
Allí también, el 27 de abril de 2000 ocurrió una de las peores masacres en la historia carcelaria del país: 32 hombres recluidos por delincuencia común fueron ajusticiados, con tiros de gracia, por los paramilitares que gobernaban La Modelo. Luego siguieron 36 horas de enfrentamientos con fusiles R-15, pistolas 9 milímetros, granadas de mano y explosivos. Al final, además de los muertos y los heridos, 16 reclusos desaparecieron. Literalmente se los tragó la tierra, o más bien las cañerías del penal.
Élmer Fernández junto a la periodista Jineth Bedoya.

Élmer Fernández junto a la periodista Jineth Bedoya. Foto:EL TIEMPO

Ese episodio, que fue la antesala a mi secuestro hace exactamente 24 años, el 25 de mayo del año 2000, fue la primera de muchas conversaciones que sostuvimos en los últimos 36 días el coronel Fernández y yo.

El pasado 6 de diciembre, tras autoargumentarme en repetidas ocasiones por qué debía regresar a La Modelo y resignificar lo que allí ocurrió, le pedí al ministro de Justicia Néstor Osuna que me dejara pintar un gran mural de memoria en el corazón de la cárcel. No era fácil, pero él lo autorizó, lo avalamos con el Inpec, y con el apoyo de EL TIEMPO iniciamos el proceso el 17 de enero.

Han sido 120 días de trabajo al lado de la artista Nats Garu -quien ganó la convocatoria hecha por la campaña No Es Hora De Callar-, con la guardia, un grupo de reclusos, el coronel Fernández y el coronel Óscar Alejandro Tovar, el subdirector, quien renunció la mañana del pasado viernes, un día después del asesinato de Fernández.

La rutina de elaboración de la obra se convirtió en un espacio diario para reconstruir la historia nefasta de La Modelo.
Y es que su génesis fue un verdadero “modelo” para la región. De allí nació su nombre. En 1957 el general Gustavo Rojas Pinilla ordenó su construcción en una zona despoblada de Puente Aranda y el 1° de enero de 1960 recibió a los primeros 600 reclusos, ya condenados. Su capacidad fue transada en 1.800 cupos y así se mantuvo hasta los años 90 cuando se amplió a 400 plazas más, pero la crisis del país, derivada del narcotráfico y el conflicto armado, desbordó su capacidad. La corrupción obtuvo celda exclusiva.

Para 1997 La Modelo era incontrolable. El hacinamiento alcanzó un 300 por ciento y su punto máximo de ocupación fue en el 2001, cuando llegaron a estar 8.300 personas en un espacio donde solo cabían 2.200.

Esa crisis separó en norte y sur no solo el área física, sino la frontera de control de paramilitares y guerrilleros. Y en medio de ellos, al mejor estilo de la mafia italiana, se ubicaron los ‘dones’, que controlaban caspetes (restaurantes), alojamientos y pasillos.
Élmer Fernández junto a la periodista Jineth Bedoya.

Élmer Fernández junto a la periodista Jineth Bedoya. Foto:EL TIEMPO

De tener el máximo estándar de modelo de prisión en América Latina, en 1960, por certificar los mejores sistemas de seguridad, pasó a ser entre 1999 y el 2001 una de las cárceles más peligrosas del mundo.

Carlos Castaño, jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia, montó su oficina central urbana allí, en el pabellón de Alta Seguridad. La coordinaban los paramilitares Miguel Arroyave, Ángel Gaitán Mahecha y Juan de Jesús Pimiento. A ellos les servía como secretario, asistente y asesor de operaciones Jhon Jairo Velásquez Vásquez, ‘Popeye’, el lugarteniente de Pablo Escobar.

Fueron ellos, quienes en alianza con agentes del estado, pactaron y ordenaron el asesinato del humorista Jaime Garzón y mi secuestro.

En esa misma oficina se sellaron las decisiones y lineamientos de la creación del temido bloque capital de las autodefensas y el crimen del defensor del pueblo Iván Villamizar Luciani. También se llevaban los libros de contabilidad de las oficinas de cobro de extorsión a comerciantes y empresarios de Bogotá, Cundinamarca, Tolima y Meta.
Lla artista Nats Garu, autora del mural, en la cárcel La Modelo.

La artista Nats Garu, autora del mural, en la cárcel La Modelo. Foto:Sergio Cárdenas

a coordinaban los paramilitares Miguel Arroyave, Ángel Gaitán Mahecha y Juan de Jesús Pimiento. A ellos les servía como secretario, asistente y asesor de operaciones Jhon Jairo Velásquez Vásquez, ‘Popeye’, el lugarteniente de Pablo Escobar.Fueron ellos, quienes en alianza con agentes del estado, pactaron y ordenaron el asesinato del humorista Jaime Garzón y mi secuestro.En esa misma oficina se sellaron las decisiones y lineamientos de la creación del temido bloque capital de las autodefensas y el crimen del defensor del pueblo Iván Villamizar Luciani. También se llevaban los libros de contabilidad de las oficinas de cobro de extorsión a comerciantes y empresarios de Bogotá, Cundinamarca, Tolima y Meta.Y, como si fuera poco, el mismo ‘Popeye’ istraba un kardex con los pagos que recibía la organización criminal por servicios de seguridad externos que sus estructuras prestaban en locales comerciales, centros empresariales y algunos comercios de los populares Sanandresitos.
Por su parte las guerrillas de las Farc y el Eln se tomaron el control del ala norte de la cárcel, organizaron un frente dentro de la prisión y desde allí lideraron las protestas a nivel nacional contra el hacinamiento y en favor de la rebaja de penas.

Por esa misma época, el 21 de mayo de 1998, un grupo de reclusos protagonizó una fuga cinematográfica tras cavar un túnel desde el patio 2 hasta la alcantarilla principal de la Fiscalía General de la Nación.

Ya en los corredores del patio 4, en el sur, la criminalidad iba a otro nivel: control y justicia propia, con patrullajes dotados de fusiles, conocidos plenamente por la dirección de la cárcel. Ese punto físico era una cloaca. Los excrementos estaban expuestos y solo los caciques (jefes del patio) tenían el privilegio de una celda, donde se negociaban los descuartizamientos, secuestros internos, violaciones sexuales y manejo de estupefacientes.

Todo con la complicidad del Estado que nunca hizo lo suficiente para meter en cintura a las estructuras delincuenciales.   
Esa fue precisamente una de las preguntas obligadas que le hice al coronel Fernández en medio de nuestros recorridos de los últimos días por los rincones de la prisión. ¿Por qué después de haber hecho una carrera en la Policía, se le mide a dirigir un lugar tan complejo como La Modelo?

Su respuesta me pareció genuina en ese momento, pero hoy me lleva a un sentimiento de rabia mezclado con impotencia.

“Porque en la Policía siempre nos enseñaron que un lugar relativamente pequeño, con todos los puntos críticos identificados, no puede dar espacio al descontrol o a que la inseguridad pueda superar a la autoridad y yo creo que eso es lo que puedo demostrar aquí…”, me respondió pausado, con la calma que le vi cada día desde el 4 de abril cuando recibió la dirección.
Nats Garu, la artista y autora del mural que se pintó en una pared de la cárcel La Modelo.

Nats Garu, la artista y autora del mural que se pintó en una pared de la cárcel La Modelo. Foto:Sergio Cárdenas

to de rabia mezclado con impotencia.“Porque en la Policía siempre nos enseñaron que un lugar relativamente pequeño, con todos los puntos críticos identificados, no puede dar espacio al descontrol o a que la inseguridad pueda superar a la autoridad y yo creo que eso es lo que puedo demostrar aquí…”, me respondió pausado, con la calma que le vi cada día desde el 4 de abril cuando recibió la dirección.Otros días lo vi inmensamente emocionado con los avances de la artista en el mural. “Me le quito el sombrero a esta muchacha. Yo no sería capaz de hacer una obra así, pero me siento parte de esto y va a ser histórico. Nos vamos a lucir”, me dijo el pasado martes 14 de mayo, el último día que hablé con él antes de su asesinato.
Elmer Fernández

Élmer Fernández Foto:Juan David Cuevas Camacho / EL TIEMPO

Ahora la incertidumbre de si terminaremos el mural, de si habrá una acción de memoria, de si nos luciremos como lo dijo el coronel, es tan grande como el dolor que nos ha causado su muerte y la renuncia del subdirector, el coronel Tovar, quien se autodeclaró asistente técnico y de producción de todo este acto de reivindicación programado para el viernes 24 de mayo.

En la fecha exacta, 24 años después de haber asistido a una supuesta entrevista con un jefe paramilitar, quería regresar a entregar una acción y una obra de arte única en el mundo, en una cárcel viva, pero mataron a uno de mis más fervientes colaboradores.
Hace 24 años, en La Modelo, unos criminales silenciaron a una periodista, lo absurdo sería permitir que 24 años después lo volvieran a hacer.

Las víctimas se merecen tener un poco de reivindicación y esperanza. Los coroneles Fernández y Tovar y la guardia del Inpec merecen que el mural que los ha ilusionado por cuatro meses vea la luz y que el país sepa que allí, en el infierno, no solo hay crimen. También hombres que quieren resarcir y reparar.
Jineth Bedoya Lima
Editora de Género EL TIEMPO

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