'Revolución', de Pérez-Reverte: la historia como ‘thriller’

Pocos escritores tienen la capacidad de llevar a su lector a otros tiempos como el español Arturo Pérez-Reverte; lo mejor de su literatura está en las novelas de época. Pero además de eso, pocos saben relatar la acción de la guerra como el autor de El club Dumas.

Es en esos relatos donde se ve su oficio como corresponsal de guerra y su pirotecnia literaria. Es minucioso, con un sentido profundo de la estrategia y del lenguaje militar. Así lo mostró en una de sus obras más ambiciosas, Línea de fuego, literalmente una novela de acción sobre la guerra civil española.

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En Revolución, su nuevo libro, se sale de su zona de comodidad (España) para expresar de alguna manera su amor por México. En esta novela, el reto es hablar de la Revolución mexicana, pero sin sociología ni profundas reflexiones sobre la lucha de los revolucionarios y las traiciones de las que suelen ser víctimas. Pérez-Reverte le deja esa tarea al lector, simplemente expone los hechos, con brutalidad y complicidad con esos héroes llenos de zonas grises, un poco cínicos, pero coherentes con su lucha.

Aunque formalmente el protagonista es el ingeniero de minas catalán Martín Garret García, los personajes centrales son Pancho Villa y su compadre, el mayor Garza, quien encarna a esos héroes anónimos que hicieron una revolución que, además de ser la primera del siglo XX, quedó muy bien retratada y tal vez estigmatizada, ¿o mitificada?, por el incipiente Hollywood. De esto da cuenta Pérez-Reverte, de cómo los gringos se sentaban al otro lado de la frontera a presenciar en primera fila y en directo el horror de la guerra.

La investigación para este libro tuvo que ser monumental porque no es fácil hablar de una revolución mil veces contada siendo foráneo y sin meterse en una zona resbalosa. Para empezar, el autor logró rescatar ese español inculto, pueblerino y lleno de incorrecciones que tenían los líderes de la Revolución mexicana, con Villa a la cabeza, pero que estaba impregnado de sabiduría y experiencia vital. Un hablar que dentro de su precariedad dejaba ver un montón de lecciones aprendidas a sangre y fuego. Un idioma que no es el suyo, pero del que tuvo que empaparse en exceso.

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Es importante decir que Pancho Villa y sus revolucionarios ya tenían en su personalidad ese punto un poco guarro que tienen los personajes de Pérez-Reverte, solo que aquí la realidad supera la ficción. El autor no tiene reparos en mostrar la crueldad y brutalidad por la que pasó a la historia el bigotudo líder mexicano, pero también reivindica su honestidad e integridad para con sus devotos y sus ideales. Villa es una persona sin dobleces, mientras que los políticos que lo rodearon y luego lo traicionaron son presentados como individuos calculadores que solo respondían a sus intereses particulares.

El ingeniero catalán es solo un pretexto para dar cuenta de la revolución, un testigo de ficción que se ganó un lugar de privilegio en el ejército de Villa gracias a su habilidad para manejar la dinamita. Los verdaderos protagonistas son esos miles de campesinos y campesinas que abarrotaban los trenes mexicanos armados hasta los dientes, con sombreros de tamaños diversos y con la única esperanza de recuperar sus tierras. Arturo Pérez-Reverte nuevamente muestra su oficio para hacer de la historia una película de acción.

ANDRÉS ZAMBRANO DÍAZ