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Editorial
El decidido temple de toda una familia
Ellos saben lo que es ponerle el ‘pecho a la brisa’. Una historia que refleja a los llaneros.
Los CD3 fueron aviones usados en la Segunda Guerra Mundial y éste estaba abandonado en el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio. Vladimir lo ubicó y lo compró como aluminio. Foto: Archivo particular
A tan solo 110 kilómetros de Bogotá, en la vía Villavicencio - Puerto López, hay un reposo que ofrece la sabia naturaleza, para desconectarse de los afanes de la vida. Se llama Tiuma Park.
La historia de ese parque nació en una finca hace algo más de 50 años, cuando su economía dependía exclusivamente de la ganadería y la lechería. La familia Tiuso, propietaria de la finca, vendía cerca de 1.500 botellas diarias de leche y para la época, estos llaneros campesinos forjados a pulso y trabajo duro, dominaban el mercado.
Pero la vida da vueltas inesperadas y a finales de la década de los 80, la adversidad asomó su hocico y falleció el patriarca de la familia, don Plácido Tiuso, dejando a una viuda y cuatro hijos huérfanos. Sin saber mucho sobre el rumbo apropiado para continuar, doña Gladys asumió el timonel y con mucho esfuerzo y sacrificio sostuvo sin lujos ni abundancia, la economía familiar.
Sus hijos se formaron y se fueron para la universidad. Pero, ese paraíso terrenal que según doña Gladys Dios les entregó, seguía inexplotado, sin que les generara un ingreso. Y fue ahí cuando la creatividad y el ingenio se asociaron con el temple y la fortaleza del llanero para buscar una entrada económica y nace lo que hoy se conoce como Tiuma Park, una empresa con amplios conocimientos en ganadería y 26 años de experiencia, puro turismo verde y de aventura que hoy genera entre 60 y 100 empleos directos en temporada alta, y más de 120 indirectos incluyendo proveedores.
A comienzos del siglo XXI el turismo abre la ventana y empiezan a surgir los parques temáticos, como Panaca y el Parque Nacional del Café, en el Eje Cafetero, marcando la pauta en el sector. Es entonces cuando los Tiuso empiezan a pensar que ese mercado es el que les podrá ayudar y deciden apostarle al futuro y enfrentar la crisis, ofreciendo sus 165 hectáreas para turismo ecológico y de aventura.
Uno de ellos, Vladimir, publicista, creativo y especialista en psicología del consumidor, que tras vivir en Villavicencio se forjó en agencias de publicidad y de medios de Bogotá, donde aprendió a identificar las oportunidades comerciales, arrancó el proyecto.
Todo empezó a funcionar bien y el parque temático arrancó, pero en el 2019 un episodio volvió a poner a prueba el temple de los Tiuso. La vía al Llano tuvo un derrumbe que la mantuvo cerrada seis meses y el sector turístico cayó en picada. Llegaron las ‘vacas flacas’ y llegaron, justo cuando acababan de sacar un préstamo bancario para implementar la atracción que se convertiría en un ícono del parque: la Misión Delta canopy, que se hace lanzándose desde un legendario avión DC3 montado sobre una torre metálica a más de 40 metros de altura y que le permite al excursionista volar 2.100 metros a través de los morichales.
Conseguir el avión, comprarlo, desbaratarlo para transportarlo, armarlo y subirlo a una altura de 40 metros sobre una torre de 70 toneladas de peso, fue otra odisea. Pero aún faltaba la prueba reina: la pandemia que obligó a esta familia a sacar todo el talento y el arrojo de los llaneros para enfrentar las adversidades.
Vladimir Tiuso Malagón, empresario y directivo de Tiuma Park. Foto:Archivo particular
Se reinventaron en pandemia
"Durante la pandemia hicimos algo muy estratégico y lo primero fue que nos vinimos a vivir al parque con los empleados y sus familias. El primer día los senté y les pregunté que quién se quería venir a vivir y se quedaron 25 personas con sus familias. Duramos año y medio y encerrados seis meses, no entraba nada. Les dije que teníamos que estar listos como si al día siguiente fuéramos a abrir el parque; todos los días barrimos y limpiamos. Acordamos preguntarnos cómo nos íbamos a reinventar si sobrevivíamos", recuerda Vladimir.
Y se inventaron una atracción en pandemia, inspirados en el autocine. Apareció ‘Jungla Salvaje’, en donde se recrearon diferentes experiencias del parque para que pudieran ser vistas desde el vehículo de cada persona. Así se pudieron observar los animales en su hábitat, fascinantes paisajes llaneros ambientados por una sabana de ensueño y shows en vivo de diferentes personajes del parque. Todo sin bajarse del carro.
El visitante iba en su vehículo alrededor de todo el parque, escuchando siete estaciones de emisoras que se implementaron y cada emisora era un show o una atracción. Eran shows de vaqueros, de indios, de coplas, la zona de agricultura, la zona de ganadería, de caballos etc. Para evitar el contagio del Covid-19, se inventaron códigos para llamar y solicitar algo. El pito era código de emergencia y dos luces eran para pedir un snack, por ejemplo.
Se hizo una alianza con los mercados campesinos de la zona para reactivar la economía de la comunidad y ayudar a los vecinos, configurándose como un destino de turismo sostenible que les permitía a los visitantes, adquirir productos, frutas y verduras frescas, cosechadas directamente por las diferentes fincas y un buen precio.
Hoy, la vida y todo lo que respira Vladimir tiene un perfil muy espiritual, inspirado por sus creencias religiosas y por su señora madre que, con 78 años de edad, es pieza fundamental en el andamiaje de Tiuma Park. "Dependemos de honrar a Dios en este lugar, aquí no se hacen fiestas, no se toman bebidas alcohólicas, no se escucha música estridente. Aquí se llega en plan de descanso, de disfrute de la naturaleza", relata Vladimir.
Con absoluta tranquilidad comparte que todo lo vivido y experimentado tiene un propósito interesante, porque a pesar de las adversidades y de los problemas de la vía al Llano y a pesar de la pandemia, siguen poniéndole el pecho a la brisa.