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Las estrategias que estaría aplicando Estados Unidos para evitar muertes por fentanilo
En los últimos años, se ha venido presentado un giro notorio en la llamada guerra contra las drogas.
Con imágenes de víctimas a causa del fentanilo, el fiscal de distrito del condado de Orange, Todd Spitzer (centro), anunció durante una conferencia de prensa que los traficantes de drogas ahora pueden enfrentar cargos de asesinato si alguien muere por envenenamiento con esa sustancia. Foto: Getty
El garrote, más que la zanahoria, ha sido por décadas la estrategia preferida por Estados Unidos para enfrentar la lucha contra las drogas. Tanto en la reducción de la oferta como para controlar la demanda. Y aunque en términos generales esa premisa sigue siendo válida, en los últimos años -particularmente este último- se ha venido presentado un giro notorio en la llamada guerra "contra las drogas".
Al menos en lo doméstico y lo que tiene que ver con el consumo. De hecho, la "reducción del daño", una aproximación empleada por muchas naciones de Europa pero que en Estados Unidos, especialmente entre republicanos y conservadores, era vista como permisiva y errónea, ha comenzado a ganar terreno en muchos frentes.
La semana pasada, por ejemplo, comenzó a venderse en todas las droguerías del país y sin prescripción médica Narcan, una droga que se istra a través de un inhalador que permite detener los efectos de una sobredosis producida por opiáceos.
Aunque la naxalona -componente primario del Narcan- existe desde hace años y sus beneficios están comprados, hasta ahora solo podía obtenerse bajo receta médica. Algo poco práctico cuando una persona está a punto de morir como consecuencia de una sobredosis.
Narcan ya hacía parte del arsenal de drogas con las cuentan paramédicos, centros de emergencia y hasta algunos lugares públicos como bibliotecas.
Sin embargo, al levantar las restricciones para que cualquiera pueda tener a ella, bien sea en una farmacia o comprado por internet, la idea es que su porte se vuelva generalizado.
"En realidad es algo que todos deberíamos tener en el botiquín, en la cartera, en el carro por si se topan con alguien, entre ellos un familiar, que esté intoxicando. Eso va a salvar muchas vidas", afirma Kevin Ban, el doctor jefe de Wallgreens, una gran cadena de farmacias en Estados Unidos.
En realidad es algo que todos deberíamos tener en el botiquín, en la cartera, en el carro por si se topan con alguien, entre ellos un familiar, que esté intoxicando.
Su uso, además, es relativamente sencillo pues se aplica directamente en una fosa nasal y se activa con un gatillo.
Por el momento, su costo es relativamente alto (US $45 dólares por dos dosis), pero ya hay varios genéricos en vías de aprobación ante la FDA y el valor muy pronto comenzará a caer.
El ampliado a Narcan es solo uno de los aspectos que ha comenzado a cambiar en la lucha contra las drogas en Estados Unidos.
En meses recientes, estados tan conservadores como Texas, Mississippi, Kentucky y Utah, han aprobado leyes para descriminalizar el uso y la venta de pruebas caseras para detectar fentanilo en otras sustancias.
De hecho, los llamados 'test strips' ya son legales en 37 estados: para ponerlo en contexto, hace 3 años eran ilegales en 33 de los 50.
Que exista un dispositivo legal para detectar fentanilo antes de consumir otras drogas era impensable en un país donde la cárcel y otras medidas coercitivas eran antes la panacea.
El fentanilo se distribuye ilegalmente por su efecto similar al de la heroína. Foto:iStock
"Mi esperanza es que cualquier persona que está luchando con una adicción tenga a un programa de recuperación que lo aleje de las drogas. Pero si se mueren por una droga que ni siquiera sabían que estaban consumiendo pues entonces ya no hay nada que hacer", afirma Tom Oliverson, el legislador republicano que promovió la descriminalización de los test strips en Texas.
Tanto en Narcan como estas pruebas caseras se han popularizado como respuesta a la epidemia de sobredosis por opiáceos que está viviendo Estados Unidos. En solo dos años (2021 y 2022) han muerto por esta vía más de 200 mil estadounidenses que son más que las muertes por suicidio y homicidios combinadas.
Y gran parte de ellas como consecuencia del fentanilo, una droga 100 veces más poderosa que la heroína y que ahora se está mezclando con otras drogas sin que el consumidor lo sepa.
De acuerdo con datos del Departamento de Salud, de un tiempo para acá, se han encontrado trazos de fentanilo en todo tipo de drogas recreativas, desde la cocaína, pasando por marihuana y otras pastillas como éxtasis y derivados del oxycontin.
"Yo no quiero que nadie consuma. Pero si van a consumir al menos que le hagan una prueba a la droga que van a ingerir para estar seguros", afirma Oliverson.
Para Regina LaBell, que fue zar antidrogas de Estados Unidos durante los años de Barack Obama, se trata de un giro hacia la reducción del daño que está cambiando el paradigma de la lucha contra las drogas en el país.
Algo que se ha notado también en la políticas de la istración de Joe Biden y su enfoque más holístico para controlar la producción de drogas en otros países como Colombia, donde están favoreciendo estrategias que ofrezcan alternativas a los campesinos, protección del medio ambiente e interdicción en lugar de hacer tanto énfasis a la erradicación de cultivos ilícitos.
De acuerdo con los expertos, el giro hacia la reducción del daño en Estados Unidos tendría tres explicaciones. Una de ellas cínica pero razonable.
De ganar la reelección, Joe Biden saldría de la Casa Blanca a los 86 años. Foto:EFE
La primera es la magnitud del problema, que se asemeja a la crisis del Sida de los años 80 cuando también se vieron forzados a cambiar de dirección. Con más de 100.000 personas muriendo anualmente, legisladores de ambos partidos han llegado a la conclusión de que las medidas coercitivas y sanciones criminales del pasado son insuficientes para enfrentar la crisis y por lo tanto están más abiertos a otras alternativas.
Así mismo, decía al New York Times Keith Humphreys, experto en políticas sobre drogas de Stanford, la epidemia está tocando a todo el mundo en EE.UU. "No hay solo legislador que no tenga un familiar, un conocido, o un constituyente afectado por este drama. Y eso crea un incentivo no solo emocional sino político", dice Humphreys.
Lo tercero es que a diferencia de las epidemias del pasado, como la del crack de los ochentas o las metanfetaminas de los noventas y comienzos de este siglo, que se propagó entre comunidades afros y-o pobres, la del fentanilo se está sintiendo por igual entre blancos y ricos.
En otras palabras, la amenaza del fentanilo está rompiendo con los estereotipos y demuestra que nadie está inmune.