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La preocupante cifra de obesidad infantil que se disparó en América Latina
Al menos tres de cada diez adolescentes sufre de obesidad y sobrepreso, según Unicef.
En 2013, al menos cuarenta mujeres con problemas de
obesidad protestaron por las falencias para ser atendidas. Foto: Foto archivo Guillermo Ossa
La situación es alarmante: tres de cada diez niñas, niños y adolescentes, entre los 5 y los 19 años, viven con sobrepeso en América Latina, según el más reciente informe de Unicef sobre la obesidad infantil en la región. Esta condición, que cada vez ocupa un lugar más relevante, se suma a otro problema que ya golpeaba a esta parte del mundo: la desnutrición crónica y la deficiencia de micronutrientes.
Colombia va muy atrasada en avanzar en ese tipo de normativas. Ya tenemos la ley de comida chatarra, pero aún el Ministerio de Salud no la ha reglamentado ni sabemos cuándo entra en vigor
Es importante recordar, y no es exagerado decir, que la condición de obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel global y que cada año se cobra la vida de 2,8 millones de personas. La obesidad también tiene consecuencias importantes a nivel financiero y social, que afectan a millones de personas y ponen a prueba los sistemas y los presupuestos de salud. Se calcula que el impacto económico estimado es de 2 billones de dólares, o el 2,8 por ciento del PIB mundial, lo que equivale, aproximadamente, a los costos económicos del tabaquismo o de los conflictos armados.
En este momento, más que nunca, la advertencia que hace Unicef en su estudio sobre las consecuencias para los niños y niñas de una mala alimentación es aún más necesaria para el contexto latinoamericano pues el panorama es supremamente preocupante.
Según reveló la investigación, durante las últimas tres décadas, la obesidad y el sobrepeso han mantenido un aumento sostenido en la región, al pasar de 6,2 por ciento, en 1990, a 7,5 por ciento, en 2020, en niños y niñas menores de 5 años. Esto significa un incremento de 400.000 niños y niñas con sobrepeso, que en total alcanzó casi 4 millones en 2020. Con esta cifra, la región supera el porcentaje del promedio a nivel mundial, que es del 5,7 por ciento.
El 56 por ciento de los colombianos tiene problemas de peso. Foto:iStock
Colombia, aunque no tiene las peores cifras de la región, tiene un índice igualmente preocupante: 11,5 por ciento de los menores de 5 años, para 2020, sufrían de desnutrición crónica; y el 5,8 por ciento, de sobrepeso (modero y severo).
Aunque es evidente que la desnutrición sigue siendo el principal problema en cuanto a la alimentación de la infancia en el país, la proyección respecto a la obesidad es impresionante. En el primer Atlas de Obesidad Infantil, de la Federación Mundial de Obesidad, que publicó sus resultados en 2019, científicos calcularon el riesgo de obesidad para 191 países para los próximos diez años.
En el caso de Colombia, advierten que habrá más de un millón y medio de jóvenes con sobrepeso. Para ser precisos, 1’583.123, es decir, una población más grande que la de una ciudad como Bucaramanga. De ese grupo, 611.713 serán niños entre los 5 y los 9 años y 971.410 entre los 10 y los 19 años. Y esto teniendo en cuenta que las cifras del atlas datan del panorama previo a la pandemia. Según señala Unicef, durante la pandemia se ha intensificado el problema con el limitado a una alimentación saludable y una menor capacidad adquisitiva.
“Durante este año y medio de pandemia, ha sido mucho más difícil para las familias comer sano. Madres y padres perdieron sus ingresos y los precios de los alimentos subieron. Además, con el cierre de las escuelas, muchos niños y niñas dejaron de recibir alimentación escolar y se limitaron las opciones y espacios para realizar actividad física”, dijo Jean Gough, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe. “Antes de la covid-19, prevenir la obesidad era imprescindible y ahora es más urgente que nunca”.
Según la misma organización, las principales causas del sobrepeso y la obesidad en la niñez son el consumo de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, las cuales son de fácil , bajo costo y alta promoción en medios masivos, y la falta de actividad física.
Los hallazgos de estudios impulsados por Unicef han determinado que los niños y niñas en la región están expuestos a marketing nocivo de alimentos y bebidas no saludables. Adicionalmente, estos resultados han contribuido como argumentación de sustento durante la formulación de regulaciones, en al menos cinco países, como el etiquetado frontal.
Carolina Piñeros, directora de RedPaPaz, advierte: “Colombia va muy atrasada en avanzar en ese tipo de normativas. Ya tenemos la ley de comida chatarra, pero aún el Ministerio de Salud no la ha reglamentado ni sabemos cuándo entra en vigor. Tampoco hemos adoptado el impuesto saludable a las bebidas endulzadas, ni las regulaciones para crear entornos escolares saludables, ni aún se han adoptado restricciones a la publicidad de estos productos no saludables dirigidos a la niñez”.
No es sano
Los médicos son testigos de cómo ha empeorado la situación en los últimos años y aun con mayor fuerza en la pandemia. Por ejemplo, Javier Díaz Amaya, pediatra social especializado en derechos de los niños, está preocupado. Cada vez recibe más y más casos de niños, niñas y adolescentes con sobrepeso y obesidad.
“Muchos niños que estaban en sobrepeso tuvieron una evolución hacia la obesidad; y los que ya la tenían no lograron controlar el peso”, asegura el médico, que atiende población del Eje Cafetero y zonas circundantes. De acuerdo con el médico, esto se debe en parte al sedentarismo, “por no poder salir de casa, no poder tener una alimentación estandarizada”.
No es cierta esa idea de que cuando un niño o niña está ‘gordito’ es que está sano. Eso es totalmente falso. Debemos quitarnos esa idea de la cabeza
En particular, el doctor Díaz recuerda el caso de una adolescente de 14 años en Cartago, Valle del Cauca, que medía 1,50 y pesaba aproximadamente 90 kilos. La niña tenía un problema metabólico secundario, resistencia a la insulina, problemas de colesterol y de triglicéridos, “pero el impacto más fuerte en la niña era emocional. Se sentía mal consigo misma, con su imagen corporal, evitaba salir de la casa porque se sentía avergonzada; hicimos un proceso de intervención en lo alimentario y en lo emocional. Uno encuentra que los problemas de salud y nutrición llegan a tener un impacto en la salud emocional muy fuerte que puede llevar a otro tipo de riesgos que pueden ser de vida o muerte”, concluye.
El doctor se suma a la voz de otros tantos médicos y expertos en nutrición infantil: “No es cierta esa idea de que cuando un niño o niña está ‘gordito’ es que está sano. Eso es totalmente falso. Debemos quitarnos esa idea de la cabeza”, advierte.
De hecho, cuando el niño o niña presenta sobrepeso u obesidad es todo lo contrario a un niño sano. Según el informe de Unicef, en el caso de los niños, niñas y adolescentes que se ven afectados por el sobrepeso se presentan mayores posibilidades de desarrollar diabetes, obesidad, enfermedades crónicas no transmisibles y algunos tipos de cáncer a lo largo de sus vidas. Adicionalmente, aumentan los riesgos para el desarrollo de dificultades cognitivas, conductuales y emocionales, baja autoestima, estigmatización, socialización deficiente o depresión.
En Colombia los azúcares añadidos constituyen el 11,6 por ciento del consumo diario total de energía en el rango de los 15 y los 19 años de edad. Foto:123RF
El doctor Díaz es testigo de que a las familias les suele costar mucho trabajo reconocer cuáles son los factores que están predisponiendo a la obesidad en los niños, y se encuentra que los niños que tienen exceso de peso son parte de familias que tienen exceso de peso.
Es cierto que existen condiciones en la madre en el momento de la gestación, como la obesidad y la diabetes gestacional, que pueden favorecer el nacimiento del bebé con exceso de peso o que sea más grande que los niños promedio, esto se conoce como macrosomía fetal, y se da cuando este nace con un peso superior a 4.000 gramos. El peso adecuado está alrededor de los 3.000 gramos.
Sin embargo, de acuerdo con la variable de peso al nacer de las Estadísticas Vitales de Nacimientos del Dane de 2019 (de ese año se tienen datos consolidados, 2020 tiene datos preliminares), se observa que 9,4 por ciento de los niños nacieron con bajo peso (menos de 2.500 gramos) y 2,5 por ciento, con 4.000 gramos o más. Es ahí cuando se observa una transición desde ese momento hasta la adolescencia en la que el exceso de peso es superior al bajo peso.
Juan Carlos Burgos, nutricionista de Fundación Éxito, señala que “así como la leche materna es el antídoto contra la desnutrición infantil, también lo es contra el riesgo de exceso de peso en los niños”.
Cuestión de desigualdad
los impuestos a las bebidas azucaradas incentivan a la industria a reducir el consumo de azúcar en los productos mediante un proceso de la reformulación
El hambre, la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad afectan más a las personas de menores ingresos, a las mujeres, a los indígenas, a los afrodescendientes y a las familias rurales de América Latina, según un informe de la ONU del 2018. En este se dejó en evidencia que aunque la desnutrición persiste en la región, en particular en poblaciones vulnerables, también se suman la obesidad y el sobrepeso.
El representante regional de la FAO, Julio Berdegué, señaló en ese entonces que “la obesidad está creciendo descontroladamente. Cada año estamos sumando 3,6 millones de obesos a esta región. 250 millones de personas viven con sobrepeso, el 60 por ciento de la población regional. Es espantoso”.
El panorama indica que una de las principales causas del alza de la malnutrición en los grupos de población especialmente vulnerables son los cambios que han sufrido los sistemas alimentarios de la región –el ciclo de los alimentos desde su producción hasta su consumo–. Estos cambios han afectado a toda la población, pero sus efectos más adversos los sufren los sectores más excluidos de la sociedad, los cuales muchas veces deben optar por productos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, por su menor costo.
El panorama sin duda es complejo pues son muchos los factores que entran en juego. El doctor Juan Pablo Riveros, presidente del Colegio Colombiano de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, asegura que la solución tiene que verse desde todos los frentes: a nivel social, a nivel gubernamental, a nivel científico y educativo. Según el experto, “los impuestos a las bebidas azucaradas incentivan a la industria a reducir el consumo de azúcar en los productos mediante un proceso de la reformulación”.
Indígenas, afectados
Los departamentos con prevalencias más altas de obesidad, según la Encuesta Nacional de Salud Nutricional de 2015, fueron Amazonas (72,4 %), San Andrés y Providencia (65,6 %), Vichada (65,3 %), Guainía (64,1 %) y Meta (61,8 %). Departamentos con alta población indígena.
Pablo Montoya, director de Sinergias, una ONG interdisciplinaria que tiene un trabajo muy fuerte con comunidades indígenas, destaca que “una gran diversidad de productos que consumían las comunidades ahora se van olvidando”.
El experto señala que las comunidades siempre se han caracterizado por tener una baja talla, relacionada con la desnutrición crónica que tiene afectaciones a largo plazo. Sin embargo, a esto se están sumando estos problemas de exceso de peso que traen estas otras enfermedades. “Se llama la doble carga nutricional. Por un lado se presentan las carencias y por otro lado, los excesos. En el Vaupés, donde trabajamos mucho, y es una región en la que estamos desde hace varios años, encontramos que cuatro de cada diez niños y niñas tienen esta doble condición”, advierte.
Según Unicef, “para que nuestras sociedades funcionen mejor para los niños y las niñas, es necesario que respondamos a los desafíos que los niños, las niñas, los jóvenes, las mujeres y las familias enfrentan en su vida cotidiana”.