Los dos fenómenos de entretenimiento más grandes de este verano, la película “Barbie” y el Eras Tour de Taylor Swift, tienen mucho en común. Ambos cuentan con mujeres rubias convencionalmente hermosas que alternativamente se deleitan con la feminidad convencional y se resisten a sus limitaciones, representando una ambivalencia compartida por muchas de sus fans. Bajo sus superficies pop exuberantes y bien elaboradas, cuentan historias femeninas de mayoría de edad marcadas por crisis existenciales y amargas confrontaciones con el sexismo. (La tercera en la lista de canciones de Swift es “The Man”, cuyo estribillo es: “Estoy tan harta de correr lo más rápido que puedo/preguntándome si llegaría más rápido/si fuera un hombre”.) Y ambos se han convertido en monstruos.
“Barbie” tuvo el máximo fin de semana de estreno de cualquier película este verano en Estados Unidos, recaudando 162 millones de dólares. Se ha convertido en un magno evento cultural, con fans presentándose en atuendos cuidadosamente elaborados y luego haciendo TikToks de sí mismas llorando, emocionalmente impactadas. El feminismo contundente de la película —su villano es, literalmente, el patriarcado— ha provocado una reacción impotente de la derecha.
Los titulares respecto a “Barbie” hacen eco de las noticias sobre la gira de Swift. Eras se perfila a convertirse en la gira musical más taquillera de la historia, impulsando la economía de las ciudades donde aterriza Swift. Se ha convertido, como Barbie, en un magno evento cultural, con fans que también se presentan con atuendos cuidadosamente elaborados y luego hacen TikToks de sus lágrimas de éxtasis.
Una lección obvia del inmenso éxito tanto de “Barbie” como del Eras Tour es que hay un mercado de entretenimiento enorme y desatendido que toma en serio los sentimientos de las niñas y las mujeres. Después de años de aislamiento por Covid, política reaccionaria y una crisis de salud mental que ha golpeado a las niñas y mujeres jóvenes de manera particularmente dura, hay un anhelo tanto por el deleite comunitario como por la catarsis.
Parte de lo que ha hecho que “Barbie” haga tanto eco es que trata el convertirse en mujer como el recorrido de un héroe. Un momento crucial de la película llega cuando el personaje de America Ferrera, Gloria, da un discurso improvisado sobre las demandas imposibles hechas a las mujeres: “Nunca debes envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca desfallecer, nunca fallar”, se lamenta. “¡Es demasiado difícil!”.
Lo importante de este monólogo es lo que logra. Las palabras de Gloria despiertan a las Barbies a quienes los Ken les han lavado el cerebro para ser sumisas. “¡Al dar voz a la disonancia cognitiva requerida para ser mujer bajo el patriarcado, le robaste su poder!”, exclama la heroína de la película, la Barbie Estereotípica, interpretada por Margot Robbie. Y a pesar de lo difícil que es ser una mujer adulta, la Barbie de Robbie elige eso en lugar de permanecer en el idilio infantil carente de sexo de Barbieland.
En vista del hambre evidente que existe por el entretenimiento que canaliza el desasosiego femenino, tendría sentido que Hollywood hiciera más por cultivar a escritoras y directoras. Rara vez se da a las mujeres la oportunidad de dirigir películas de alto presupuesto; como descubrió el Centro para el Estudio de las Mujeres en la Televisión y el Cine, mujeres dirigieron sólo el 11 por ciento de las 100 películas más taquilleras del 2022.
Searchlight Pictures probablemente se complace de contratar a Swift, quien cita a Greta Gerwig, la directora de “Barbie”, como una influencia, para dirigir su debut cinematográfico. Pero la lección que Hollywood aparentemente va a aprender del éxito de “Barbie” no es hacer más historias para mujeres, sino hacer más películas sobre juguetes. Como informó The New Yorker, se han anunciado 14 películas basadas en Mattel, incluyendo un largometraje sobre la figura de acción He-Man.
MICHELLE
GOLDBERG. THE NEW YORK TIMES
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