BUENOS AIRES — Los pasajeros se alejaron hasta que sólo quedaron las mujeres embarazadas en el control de pasaportes. Entre ellos estaba Maria Konovalova, que tenía 26 semanas de embarazo, les dijo a los funcionarios de inmigración el mes pasado. La enviaron a reunirse con otras rusas embarazadas en un área común del aeropuerto de Buenos Aires, donde se contaron chistes para calmar sus nervios. Konovalova estuvo detenida 24 horas hasta que un juez ordenó la liberación de las seis mujeres.
Desde la invasión del Kremlin a Ucrania, miles de rusos han llegado a Argentina con un bebé en camino. No necesitan visa para entrar. Y una vez que dan a luz, sus hijos son ciudadanos argentinos, lo que otorga a los padres el derecho a la residencia permanente y una vía rápida para obtener un nuevo pasaporte.
“Cuando supe que iba a tener un varón, dije: ‘Tengo que mudarme, no quiero que se convierta en carne de cañón en ese País’”, dijo Konovalova, de 25 años, de San Petersburgo.
En enero llegaron unos 4 mil 500 rusos, cuatro veces más que en enero pasado, aunque no está claro cuántos eran mujeres embarazadas. Dos importantes hospitales de Buenos Aires dicen que rusas dieron a luz entre el 25 y el 45 por ciento de los bebés nacidos en sus salas de maternidad en diciembre y enero.
Empresas argentinas están comercializando los nacimientos de niños en el País como un camino a la ciudadanía. El sitio web RU Argentina ofrece un paquete que incluye traductores, lecciones de español y residencia permanente para padres por 15 mil dólares.
Florencia Carignano, directora de migraciones de Argentina, cree que la mayoría de las rusas que esperan bebés no tienen la intención de vivir en Argentina, sino que buscan un pasaporte que les permita ingresar a más de 170 países sin visa y obtener una visa estadounidense válida por hasta 10 años. Actualmente, los rusos pueden ingresar a 87 países sin visa. Su departamento está analizando más a fondo a los rusos, cancelando las residencias permanentes de quienes pasan mucho tiempo fuera de Argentina.
Pero para Pavel Kostomarov, un aclamado director de cine ruso, obtener pasaportes significaba proteger a su familia. Emigró en mayo pasado con su esposa, Maria Rashka, diseñadora de producción cinematográfica. Temiendo por su seguridad debido a su apoyo a un político de la Oposición, huyeron de Moscú y finalmente llegaron a Buenos Aires. Su hija, Alexandra, nació en agosto.
“Los rusos están buscando por dónde escapar”, dijo Kostomarov, de 47 años. “No queremos ser parte de la agresión. Es muy vergonzoso”. Su plan, dijo, es permanecer en Argentina.
En Buenos Aires, la nueva presencia rusa se nota en Palermo, un barrio de moda, y Recoleta, un barrio de lujo, donde muchos se han establecido. El ruso se escucha a menudo en la calle y los hospitales locales tienen letreros en escritura cirílica.
El Times habló con 10 familias con niños pequeños o un bebé en camino. Muchos están tomando clases de español. Están buscando trabajo o trabajando de forma remota.
Irina Bugaeva, de 31 años, y su esposo, Aisen Sergeev, de 32, son yakuts, indígenas del norte de Rusia. Cuando el Presidente Vladimir V. Putin anunció la movilización de soldados en septiembre, temieron que reclutaran a Sergeev. Su hijo, Duolan, nació en noviembre y han estado viviendo de ahorros y el dinero que Sergeev obtiene de contratos de producción de películas independientes. También tienen una hija, Leia, de 5 años.
“Tengo muchas ganas de volver a casa, pero ya no es nuestro hogar”, dijo Bugaeva.
Konovalova, que trabaja como tutora de inglés, se unió a una manifestación anti guerra afuera de la Embajada de Rusia en Buenos Aires en el primer aniversario de la invasión el mes pasado. Después de su experiencia en el aeropuerto, le preocupaba ser indeseada en su nuevo hogar. Se concentró en conseguir un departamento, encontrar un hospital y esperar a su esposo, Yuriy, quien llegó dos semanas después que ella. Inicialmente, su plan había sido venir por el pasaporte del bebé y seguir su camino. Pero ahora tienen la intención de ver qué tiene Argentina para ofrecer.
“Se trata de buscar la vida, con V mayúscula”, dijo Konovalova. “En Rusia, no se trata de la vida, sino de sobrevivir”.
Por: NATALIE ALCOBA
BBC-NEWS-SRC: http://www.nytsyn.com/subscribed/stories/6624281, IMPORTING DATE: 2023-03-22 17:50:08