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Análisis
Nicolás Maduro, el chavista que podría convertirse en el presidente que más tiempo ha gobernado Venezuela en la historia reciente
El actual mandatario aspira a lograr un tercer mandato de seis años con el que sumaría 18 años en el poder. No obstante, la crisis económica y la represión a las voces disidentes durante su mandato lo tienen marcando una baja intención de voto en las encuestas. Perfil.
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Con la Constitución en la mano, y sentado junto a su entonces vicepresidente Nicolás Maduro, dijo: “Si algo ocurriera que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo en esa situación debe concluir, como manda la Constitución, el periodo; sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Se los pido desde mi corazón”, sentenció un alicaído Chávez.
De hacerse con el triunfo en la votación de este 28 de julio, Maduro superaría el mandato de Hugo Chávez –14 años al frente del país caribeño– y podría convertirse en el presidente con el periodo más largo en la historia reciente de Venezuela (estaría en la presidencia hasta 2031 y completaría 18 años en el cargo).
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La más reciente encuesta del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello y la encuestadora Delphos le da a Maduro un 24,6 por ciento de intención de voto, contra el 59,1 por ciento de González Urrutia. Al contrario, el comando de campaña de Maduro asegura que el denominado ‘hijo de Chávez’ tiene entre 70 y 80 por ciento de probabilidad de ganar el próximo domingo y que saca entre 15 y 20 puntos de ventaja a los nueve candidatos en contienda.

Simpatizantes del presidente de Venezuela y candidato a la reelección, Nicolás Maduro, sostienen carteles en un acto de campaña este jueves, en Caracas.
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De conductor de metro y sindicalista a mano derecha de Hugo Chávez
En su adolescencia, militó en el partido Liga Socialista, un grupo de izquierda revolucionaria, y hasta hizo parte de una banda de rock amateur.
En 1991, sin haber pasado por la universidad, comenzó a trabajar como chofer del metro, desde donde se involucró en la actividad sindical con la creación del Sindicato de los Trabajadores del Metro de Caracas (Sitrameca).
Su vida política comenzó formalmente en 1992, cuando se adhirió al Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200), fundado por el entonces teniente coronel Hugo Chávez en contra del gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez.
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Maduro conoció formalmente a Chávez en 1993, cuando ‘El comandante’ se encontraba encarcelado en la prisión de Yare por el fallido intento golpista de febrero de 1992.
Luego, el hoy presidente apoyó en las calles –junto a su pareja Cilia Flores, abogada y parte del equipo defensor de Chávez– la campaña para exigir la liberación del militar.
Una vez fuera de prisión, en 1994, Chávez le dio a Maduro un puesto dentro de la dirección del MBR-200 y desde allí comenzó a despegar su carrera política: fue diputado del Congreso de la República, integrante de la Asamblea Nacional Constituyente en 1999, parte de la nueva Asamblea Nacional en el 2000 y cabeza del Legislativo en 2006. Fue nombrado posteriormente ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores en 2006 (canciller), un cargo en el que permaneció seis años y medio.

Nicolás Maduro y Hugo Chávez.
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También sorteó las cercanas relaciones con Cuba así como la problemática relación con Colombia entre 2008 y 2010, y fue blanco de la opinión pública por sus polémicas declaraciones sobre Siria o Libia.
Para 2012, el ex líder sindicalista fue nombrado vicepresidente de Venezuela, aunque meses atrás su rostro había comenzado a hacerse cada vez más visible en el país: fue el encargado de comunicar las cirugías a las que se sometía ‘El comandante’ en Cuba y los partes médicos sobre la salud del presidente, reemplazó a Chávez en grandes eventos de la agenda internacional ante su incapacidad médica y, en 2013, tuvo sobre su espalda el peso de comunicar la noticia del fallecimiento del líder de la revolución bolivariana.
“A las 4:25 de la tarde de hoy 5 de marzo ha fallecido el comandante presidente Hugo Chávez Frías (...). Comandante, donde esté usted, gracias, mil veces gracias, por parte de este pueblo que usted protegió, que usted amó, y que nunca le falló”, dijo con lágrimas en los ojos en una alocución que duró más de 10 minutos.
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Una cuestionada legitimidad y años de crisis económica en Venezuela
Y aunque prometió darle continuidad a “la revolución que construyó Hugo Chávez”, tal como reseñó The Economist en 2015, Maduro careció siempre del “carisma y las habilidades políticas de Chávez” y su popularidad nunca se disparó como la de su antecesor.
“La popularidad de Chávez se vio impulsada por una bonanza petrolera, que él regó en la Venezuela descuidadamente pobre. Esto le ayudó a ganar unas tres elecciones más, por un amplio margen, antes de morir de cáncer en 2013. El sr. Maduro, un ex conductor de autobús, no sólo carece del carisma de Chávez y sus habilidades políticas, sino también de su suerte. La caída del precio del petróleo, además de años de mala gestión corrupta han afectado muy duro a Venezuela”, afirmó en aquel momento el semanario inglés.
La medición del pasado mayo de CB Consultora reveló que la imagen negativa de Maduro crece hasta el 58,1 por ciento, mientras un 24,7 por ciento considera su imagen como muy buena y solo un 14,8 por ciento como buena. Incluso diez años después de su muerte, Chávez se ubica muy por encima que su sucesor, con una popularidad que alcanza el 56 por ciento.
Otra encuesta de Datincorp encontró que el 80 por ciento de los venezolanos evalúan negativamente la gestión de Maduro, mientras que un 23 por ciento asegura sentir rabia cuando se le habla del presidente y otro 17 por ciento afirma sentir vergüenza.
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El sr. Maduro, un ex conductor de autobús, no sólo carece del carisma de Chávez y sus habilidades políticas, sino también de su suerte

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ofrece este martes su Mensaje Anual de Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), en el Palacio Federal Legislativo, en Caracas (Venezuela).
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Tras la elección de 2013, por ejemplo, Capriles demandó un recuento de votos y una auditoría de cada firma y huella tras denuncias de irregularidades, desatando una oleada de protestas que se saldó con al menos siete muertos. Y unos años después, en 2022, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reconoció que Venezuela vulneró el derecho de Capriles de participar en “condiciones de igualdad” en dicha votación.
Nuevamente, esta vez en 2018, la elección presidencial –convocada por la criticada Asamblea Nacional Constituyente que operó entre 2017 y 2020– fue duramente cuestionada por la comunidad internacional al afirmar que las condiciones de la votación no eran legales o democráticas.
Entre otras cosas, la fecha de la elección fue adelantada sin que el tema fuese discutido con la oposición y varias voces disidentes fueron inhabilitadas antes de la elección, entre ellas la del propio Capriles.
“Las elecciones han sido convocadas por una autoridad ilegítima, sin la participación de todos los actores políticos venezolanos, sin observación internacional independiente y sin las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y democrático”, rezaba una carta firmada en mayo de 2018 por los 14 países pertenecientes al Grupo de Lima, entre los que estaban Argentina, Brasil, Canadá y Colombia.
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El político venezolano Henrique Capriles.
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Distintos informes de la ONU, además, han denunciado un “clima de temor e intimidación” en el país y hasta medidas para “silenciar a la oposición a cualquier precio”.
Las cifras de Foro Penal dan cuenta que entre 2014 y 2023 se presentaron alrededor de 15.700 detenciones arbitrarias por motivos políticos y solo en la actual campaña electoral la ONG ya registra 301 presos políticos y 102 arrestos vinculados a eventos electorales.
La I, asimismo, investiga al gobierno de Maduro por crímenes de lesa humanidad ante la represión contra las protestas ciudadanas de 2017, que se saldaron con más de 100 muertos, si bien la investigación también incluye otros casos de represión en las movilizaciones de 2014.
Pero, quizás lo que más le ha pesado a Nicolás Maduro en sus 11 años de gobierno es la prolongada crisis económica que llevó al exilio a miles de venezolanos: 7,7 millones de personas, de las cuales 6,5 permanecen en distintos países de América Latina y su gran mayoría en territorio colombiano.
Según las cifras, en diez años el PIB de Venezuela se contrajo un 80 por ciento en lo que la BBC cataloga como una de las contracciones económicas más fuertes en el mundo. A lo que se suma un periodo de hiperinflación que duró al menos cuatro años y un tiempo de fuerte escasez de alimentos o medicinas para los venezolanos.
En su peor momento, los precios en la nación caribeña llegaron a subir hasta un 233 por ciento en un mes y en un año promediaron un aumento de 2.000.000 por ciento.

7,7 millones de personas salieron de Venezuela en medio de la crisis económica, de las cuales 6,5 permanecen en países de América Latina.
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Toda una crisis de la que Maduro responsabiliza a la oleada de sanciones internacionales en su contra, que incluyen desde órdenes de captura y recompensas por él y otros funcionarios de su gobierno, hasta bloqueos a la industria del petróleo o el gas.
El mandatario, no obstante, ha sabido maniobrar las críticas y las sanciones de la comunidad internacional y hasta ha logrado negociar con su mayor crítico: Estados Unidos.
En 2023, por ejemplo, logró un levantamiento parcial de sanciones que terminó impactando positivamente en la economía venezolana, aunque meses después perdió el beneficio por incumplir los acuerdos alcanzados con la oposición en Barbados. A su vez, logró la liberación de los dos hijos de su esposa Cilia, condenados en EE. UU. por narcotráfico, y hasta la liberación del señalado testaferro Álex Saab.
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‘El hijo de Chávez’ ha sobrevivido incluso al establecimiento de un gobierno interino liderado por el opositor Juan Guaidó, hoy refugiado en Estados Unidos. Aunque el interinato llegó a contar con el reconocimiento de más de 60 países en todo el mundo, no alcanzó pasos reales hacia una transición democrática en el país y terminó por diluirse en 2022.
Sin embargo, Maduro se enfrenta ahora al mayor reto de su carrera política con una oposición más unida que nunca en torno a la figura de María Corina Machado y sumamente segura de tener los votos para ganar la elección de la mano de González Urrutia.
Así las cosas, y ante su historial represivo, los analistas temen que Maduro sea capaz de llegar a límites insospechados para mantenerse en el poder por otros seis años. Puesto que si bien se dice "convencido" de tener todo para ganar el 28 de julio, también ha asomado las posibilidades más extremas en caso de un triunfo opositor: desde un alzamiento militar hasta un "baño de sangre" en el país. ¿Hasta dónde llegará? Eso es lo que está por verse tras las históricas elecciones de este 28 de julio.
Redacción Internacional
EL TIEMPO