A Colombia le gusta el catre. Le gusta tanto, que a veces se le olvida todo lo demás: el contexto, la prevención, el condón en la billetera. Pero algo ha cambiado, y no es solo la posición del Kamasutra que aprendió con el TikTok. Es más profundo: el país está empezando a tomarse en serio eso del “aquello”, sin dejar de gozárselo.
Según la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2025, los colombianos siguen sintiendo ganas (¡vaya si las sienten!), pero ahora están jugando menos al “a ver qué pasa” y más al “esto se hace con responsabilidad”. Las cifras lo confirman: cada vez hay menos embarazos adolescentes, más uso de métodos anticonceptivos y, lo más increíble de todo, los profes del colegio se están convirtiendo en los gurús del departamento inferior.
Sí, sí, leyó bien. En pleno 2025, mientras algunos siguen pensando que hablar de sexo es un asunto exclusivo del confesionario, resulta que el 70 % de los pelados dice que su fuente principal de información sexual son los profesores. Y eso es un milagro educativo más grande que lograr que un adolescente apague el celular en clase.
Además, las mujeres están tomando el control. La edad del primer hijo subió, la idea de que ser mamá es una obligación está en cuidados intensivos, y muchas están diciendo “tengo ganas, pero también tengo planes”. Aplausos de pie.
Eso sí, el país no está para echar campanas al aire (ni condones vacíos, tampoco). Las zonas rurales siguen lejos de esa fiesta de información. Allá, el departamento inferior aún se explora a oscuras, con mitos, silencios y sustos que se podrían evitar con una charla, un taller de esos de promoción de la salud.
Así que, como diría una abuela con experiencia: “si va a tener ganas, tenga también juicio”. Hablar del aquello no daña la inocencia, la protege. Educar no despierta el deseo, lo encamina. Y enseñar a cuidar el departamento inferior no es libertinaje, es cariño bien enfocado.
¿Falta camino? Sí. Pero se sigue dejando el pudor a un lado y se toma en serio lo de las tareas en la cama, además de que la sexualidad deja de ser susto y empieza a ser poder. Y eso —aunque a muchos les incomode— es progreso con todas las letras. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO