En la sangre y la palabra se resume la historia de los pueblos. Es una simbiosis perfecta de lo que somos. Cuando ha existido un hermanazgo visceral, como en el caso de Colombia y México, hay que celebrar el libro de Juan Camilo Rincón, Colombia y México: Entre la sangre y la palabra (editorial Palabra Libre). En el epígrafe de Neruda, Rincón sintetiza el fragor del asunto: “Se lo llevaron todo... Nos dejaron las palabras”: un idioma que el mestizaje fortaleció en tierras americanas. Es un inventario apasionado y exhaustivo del híbrido cultural entre ambos países. En la obertura ‘La palabra y la espada’, se recuerda cómo el general mexicano López de Santa Anna llegó asilado a Colombia, dejó raíces en Turbaco, Bolívar, y regresa a morir en su tierra en 1876. Al ‘presidente de los artesanos’ en Colombia, José María Melo, que fue expulsado del país y defendió al gobierno de Benito Juárez y muere fusilado en el estado de Chiapas en 1860. Vasconcelos, promotor de la cultura como transformación social en México, y sus visitas a Colombia, donde entabla amistad con Germán Arciniegas. Los avatares del poeta Barba Jacob en tierras aztecas, su cercanía con Alfonso Reyes y su aporte al periodismo de opinión. La presencia del poeta Pellicer en Colombia y su iración por José Asunción Silva. Cómo Fernando Vallejo, en busca de Barba Jacob y realizar cine, se queda a vivir en México y escribe El mensajero, una novela biográfica del poeta de Santa Rosa de Osos. La visita de Luis Buñuel a Álvaro Mutis en el palacio negro de Lecumberri; Mutis le obsequió Pedro Páramo a García Márquez y fue un motor de arranque para Cien años de soledad. La relación fraternal de María Mercedes Carranza y Monsivais. La presencia de la crítica y escritora Margo Glantz, iradora de Gutiérrez Girardot y José Eustasio Rivera, que escribió en los noventa Las Gabitas de la literatura latinoamericana, en el cual propone deslindarse de los caminos de Macondo.
En el apéndice, Rincón entrevista a Cobo Borda, Guillermo Arriaga, Santiago Mutis Durán, Mario Mendoza, entre otros. Hay ecos de Laura Restrepo, Leo Matiz, Fernando Botero, el escultor Arenas Betancourt y René Rebetez, pionero de la ciencia ficción en el país. En ese ir y venir, Rincón traza caminos e infinidad de vasos comunicantes, que forman una mitología común que debemos seguir redescubriendo.
ALFONSO CARVAJAL