Fue el jueves pasado, dos de junio. Llegué temprano porque sabía que el teatro se iba a llenar, y efectivamente, muchas mujeres no lograron entrar. La cita era con Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, los dos ganadores de la primera vuelta. Un encuentro preparado con unos meses de anticipación por múltiples grupos feministas, organizaciones de mujeres y la Red Nacional de Mujeres.
Por supuesto, Rodolfo no asistió. Quizás haya pensado que no importaba, pero estoy segura de que para las mujeres, este tipo de ausencias tiene un peso enorme. No quiso escuchar ni responder las inquietudes de las mujeres, que representan casi el 51 por ciento de la población colombiana. Inisible cuando uno pretende ser presidente de la República. Probablemente, para ese señor, un viejo patriarca de mi generación, ni la República ni la ciudadanía se puedan conjugar en femenino. Bueno, allá él.
Gustavo Petro sí llegó; retrasado, pero llegó; se excusó por su tardanza. Él sabía que no podía faltarles a las mujeres. Él lo sabe, aun cuando a veces se le sale ese pequeño-grande patriarca que todos y todas tenemos adentro. Sí, lo puse también en femenino porque sé, incluso como feminista, lo difícil que es erradicar ese patriarca y ese policía que tenemos todos, todas y todes, adentro. Claro, unas algo menos que otros. Mientras empezaba el encuentro y durante el encuentro, estuvieron conectadas más de 40.000 mujeres de todo el país. ¡Tal cual como para un concierto de Andrea Echeverry o de Karol G!
Las preguntas fueron concisas y bien formuladas. Tocaban temas como derechos sexuales y reproductivos, política pública LGBTIQ+, participación política, violencias, paz y migración, medio ambiente y juventudes, entre otros. Claro, Petro demostró falencias en algunos de estos temas, como el 97 por ciento de los políticos del país y también de muchas mujeres metidas en política. Y aquí quiero hacer una crítica a las feministas colombianas. Es evidente que no hemos sabido construir ni articular un discurso que hable y que cale de manera contundente en los políticos.
Es evidente que no hemos sabido construir ni articular un discurso que hable y que cale de manera contundente en los políticos.
Y si Petro tiene falencias, cómo será su contrincante. Por algo no viene a los debates. ¿Se imaginan al ingeniero respondiendo a preguntas relacionadas con una posible definición de los feminismos o de las nuevas identidades de género? Bueno, Petro se enredó también un poco; se reía y nos decía que necesitaba urgente una educación en feminismo. Asumió sus desatinos. Pero desde ya afirmó enfáticamente que habrá paridad en los cargos públicos, que seguirá profundizando la equidad y las luchas contra las violencias de género y que asumirá plenamente el último fallo de la Corte Constitucional en relación con el aborto. Y sí, su historia es la de un político colombiano, luchador y comprometido con los asuntos del Estado, pero aún frágil en cuestiones de vidas dignas y gozosas para las mujeres. Francia tendrá la difícil tarea de enseñarle. ¡Tendrá mucho trabajo, pero seguro que lo sabrá hacer!
Para terminar, quiero felicitar a las feministas jóvenes –mis hijas, nietas e, incluso, bisnietas– por su compromiso en la organización de un evento serio y ameno.
Petro vino. Cumplió. Rodolfo Hernández ni se asomó. Votaré por Francia-Petro. Sin duda.
FLORENCE THOMAS
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad