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Remontadas eran… las de ahora

A raíz de la derrota de Manchester City 3 - Bayern Múnich 0, vale recordar remontadas históricas.

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COLUMNISTA Y CRÍTICO DEPORTIVOActualizado:

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Fue paliza: Manchester City 3 - Bayern Múnich 0. Y pudo ser más duro aún: doce llegadas netas de gol y una evidente superioridad futbolística del equipo de Guardiola sobre el de Tuchel. Pero, tratándose del Bayern, apenas terminado el partido del martes pasado comenzó a rondar una pregunta en la mente de todos los futboleros del mundo, ¿podrá el ogro alemán dar vuelta semejante resultado? Realizamos un sondeo en Twitter sobre si podrá lograrlo. Un 24,2 % respondió “Sí, tiene con qué”, un 20,2 % dijo “Ganará 2-0 y no le alcanzará”, un 38,4 % se inclinó por la opción “No, imposible” y un 17,2 % dijo “Volverá a ganar el City”. Este miércoles sabremos la respuesta.
Uno siempre lo cree capaz de todo al temible cuadro bávaro, por su seriedad competitiva, su eterna eficiencia y combatividad, su carácter ganador. Y tal pensamiento nos llevó a evocar las remontadas históricas a través de 68 ediciones de Champions. Hurgando recuerdos, encontramos varias que quedaron en los anales de la competencia.
Situamos como primera vuelta de campana una del rey de Europa y rey de las remontadas: el Real Madrid. Fue en noviembre de 1975, el merengue había perdido 4 a 1 ante el Derby County, campeón inglés de 1975. Entonces el fútbol de Inglaterra estaba por encima del español. En la revancha, el Madrid, fiel a su mística, le propinó un 5 a 1 con dos goles —los dos primeros— de Roberto Martínez, un centrodelantero argentino que había jugado en Nueva Chicago, Unión y Banfield, pero que hizo fama en el Espanyol de Barcelona y de ahí saltó a la Casa Blanca, incluso a la Selección Española. El Real avanzó hasta semifinales. Ahí lo agarró Gerd Müller. Y cuando te tocaba enfrentar a Gerd Müller te despedías… El Bombardero hizo un gol en Madrid (1-1) y dos en Múnich (2-0). El Bayern ganó el título.
En 1999 se dio uno de esos partidos que duran noventa y pico de minutos en la cancha y noventa años en la memoria. Lo consideramos remontada. Por la final europea, en el Camp Nou, el Bayern le ganaba al Manchester United 1 a 0. Ya habían pasado los 90 minutos, los muchachos alemanes miraban el reloj para dar la vuelta olímpica y volver a casa, pero ocurrió lo insólito: Teddy Sheringham empató al minuto 91 y Solksjaer le dio la victoria al United a los 93. ¡A un equipo alemán! ¡Al Bayern de Khan, Mattheus, Effenberg…! Sheringham y Solksjaer habían entrado como reemplazos. Daba para una película. Y debería titularse: “Dos cambios para una corona”.
Un cuadro chico concretó una hazaña en 2004: el Deportivo La Coruña. Había caído en Italia con el Milan de Carlo Ancelotti, que era un acorazado. En San Siro había goleado el Milan 4 a 1 y se descontaba su paso a semifinales. Pero el SuperDepor le encajó un 4 a 0 en Riazor. Eso lo aprovechó el Porto de Mourinho para luego eliminar al Depor y ser campeón.
Otra final insólita se dio al año siguiente en Estambul y nuevamente con el Milan de Carletto como protagonista. Un Milan fabuloso: Dida, Cafú, el holandés Stam, Nesta y Maldini; Pirlo, Gatusso, Seedorf y Kaká; Crespo y Schevchenko. Hasta el minuto 54 ganaba el Milan 3 a 0 con dos goles de Hernán Crespo; en 6 minutos el Liverpool lo igualó con un Steven Gerrard tan gigantesco que esa misma noche entró en la inmortalidad para los hinchas Reds. Igualaron en tres, fueron a penales y se impuso el Liverpool 3-2 en la tanda.
“Histórico… Memorable… Único… Colosal… Inigualable… Apoteótico… Epopéyico… Legendario… Heroico… Agreguen los calificativos que deseen. Sin temor a exagerar. No hay cómo. Barcelona 6 - Paris Saint Germain 1 constituye el vuelco más increíble de todos los tiempos”. Así comenzamos nuestra columna del 9 de marzo de 2017. El Barça había caído por 4 a 0 en París y se intuía como imposible darle vuelta. En el Camp Nou, hasta el minuto 88 estaba absolutamente desahuciado. Al comienzo ganaba 3-0 el Barcelona y creía en la hazaña, pero un gol de Cavani (luchador extraordinario) puso el 3-1 que aplastó a todos, equipo y afición. Ahí quedó obligado a hacer 6 goles (por el valor doble de visitante del tanto de Cavani), lo cual parecía por completo quimérico. Y se fueron consumiendo los minutos ante la amargura del público catalán y la caída del Barça, que se tornó como esas flores mustias, ya no perfumaba ni adornaba. Pero el fútbol tiene cosas maravillosas, un componente emocional que jamás podrá alcanzar otro deporte. Del llanto y la angustia casi insoportable se puede pasar, en instantes apenas, a la felicidad suprema, a un estado que tal vez nunca experimentamos. Entre el minuto 88 y el 96 marcó el Barça los tres goles que necesitaba. Neymar fue el héroe de aquella feliz noche catalana. Hizo un gol de tiro libre, otro de penal y el pase del sexto tanto a Sergi Roberto. Pueden pasar siglos sin que se repita algo así.
Pero el Barcelona tuvo dos amargas contrapartidas. En 2018, ya sin Neymar, fugado hacia el PSG, había vencido 4 a 1 a la Roma en el Camp Nou por los cuartos de final. Se descontaba su paso a la ronda siguiente, pero el cuadro escarlata le estampó un inesperado y bochornoso 3 a 0 y lo eliminó gracias al gol marcado como visitante.
Apenas trece meses después, el Barça sufriría un palazo peor, de esos que duelen una vida. Por las semis de la Champions 2018-2019, había superado al Liverpool 3-0 en la ciudad Condal, con gran actuación de Messi, autor de dos goles. En tiempo de descuento, Messi realizó una maniobra sensacional y, ya de frente al arco, podía marcar el cuarto, pero, para asegurar, prefirió arrastrar las marcas y dejársela servida a Dembelé, quien con todo el arco a disposición sacó un tirito débil a las manos del arquero Alisson. Entrevistado al borde del campo, Leo se lamentó de esa jugada: “Una lástima, hubiese sido muy importante ir con un 4 a 0 a Liverpool”. Y tenía razón. En Anfield vivieron un infierno. El cuadro de Klopp los goleó 4 a 0 con una actuación nefasta de la defensa azulgrana (Sergi Roberto, Piqué, Lenglet y Jordi Alba). Les hicieron goles que ni a aprendices. Liverpool pasó a la final y se coronó cómodamente frente al Tottenham. Una de las tantas actuaciones decepcionantes del Barça en los últimos años.
Hay una más, consagrada con mención de honor, en la otra semifinal de ese 2019, la del Tottenham sobre el Ajax. El multicampeón holandés había ganado el choque de ida por 1 a 0 en Londres, con lo cual tomaba una ventaja notable. Ocho días después, en Amsterdam, volvía a ponerse arriba 2 a 0 con tantos de Matthijs de Ligt y Hakim Ziyech. El Tottenham de Pochettino parecía muerto, enterrado y sus cenizas esparcidas por el Támesis. Sin embargo, una reacción excepcional y, sobre todo, una galáctica actuación de Lucas Moura, le permitieron a los Spurs ganar 3 a 2, con tres goles del brasileño a los minutos 55, 59 y 96. Por el gol de visitante, el Tottenham alcanzó la instancia definitoria. Fue de esos partidos donde la emoción y el ir y venir rompen las tácticas, el juego se aloca y se entrega a un dramatismo irrespirable. Tal vez sea uno de los mejores espectáculos que este cronista haya visto.
¿El Bayern también entrará en la leyenda…?
JORGE BARRAZA

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