Como ha sucedido con la gran mayoría de sus propuestas, el Gobierno también le ha incumplido a la educación. Entre las 13 propuestas para el sector se ofrecieron: “Garantizar la educación superior pública gratuita y de calidad a nivel tecnológico y universitario”. Y “Transformar la lógica bancaria del Icetex y crear un Plan de Salvamento para liberar de las deudas a todos sus s”.
El Gobierno ha hecho todo lo contrario. El ministro de Educación ni siquiera giró oportunamente al Icetex los cerca de 1,48 billones de pesos que se necesitan para cubrir el subsidio a la tasa de los créditos educativos de cerca de 260.000 estudiantes. Por su parte, la propuesta educativa del Gobierno se concentró en un proyecto de reforma de la educación que no realizaba mayores cambios al sistema y que fracasó cuando luego de concertar con todos los partidos fue objetado por los sectores más radicales.
Al Gobierno, el sector educativo solamente le importa para formar sectores radicales que al primer llamado salgan a destruir las ciudades, utilizando a los estudiantes como herramienta política, para después dejarlos abandonados en sus proyectos de vida profesional.
Es tanto el desprecio por los estudiantes que reemplazaron una ministra de Educación con más de 20 años de experiencia en el sector como Aurora Vergara, que tenía maestría y doctorado de la Universidad de Massachusetts, en Estados Unidos, por un activista sin ninguna experiencia, grosero, siendo un insulto al sector.
Mientras tanto, en las últimas pruebas Pisa Colombia tuvo el registro más bajo entre los países de la Ocde, con los peores resultados en matemáticas y comprensión de lectura.
Al Gobierno, el sector educativo solamente le importa para formar sectores radicales que al primer llamado salgan a destruir las ciudades, utilizando a los estudiantes como herramienta política
Colombia necesita urgentemente una reforma profunda de la educación, pero ello ya no lo logrará este gobierno que se quedó en el discurso y, antes que avanzar, ha retrocedido. Lejos de lo prometido por el Gobierno, las instituciones de educación superior públicas registraron una caída de 7.368 estudiantes, al pasar de 1’341.339 matriculados durante ese año a 1’333.971 durante 2023 y el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) perdió más de 31.000 estudiantes.
La crisis no es solo en la educación superior. El Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane) registró que en 2024 hubo una caída de más de 700.000 estudiantes matriculados en educación básica y media comparado con 2014, mientras que frente a 2022 las matrículas para el nivel de básica primaria descendieron un 1 % en 2023 y las de secundaria en un 3,6 % en el mismo periodo.
Mientras tanto, la base de los profesores en Colombia tiene malos salarios, sus condiciones de trabajo son precarias y muchos tienen que dar clase en condiciones pésimas de salubridad y seguridad. Al tiempo que Fecode se volvió una organización con intereses netamente políticos que utiliza sus causas ideológicas para financiar campañas presidenciales.
Durante estos últimos casi 3 años, el sector educativo público no solo está peor, sino que se está utilizando como maquinaria de propaganda pública para inocular odio y resentimiento, mientras la educación de niñas, niños y jóvenes está cada vez peor. Al final se está consumando una gran estafa a los jóvenes.
Prueba de ello es lo que pasa con la Universidad de Antioquia, donde el Presidente, con pusilanimidad e irresponsabilidad, descarga su responsabilidad en los gobiernos locales que no tienen competencia, y el ministro, por la puerta de atrás, disminuye sus transferencias, llevándola a la asfixia financiera.
Tiene toda la razón Leonor Espinosa cuando señaló: “Negarles la beca a quienes sueñan con construir el país, mientras financian a quienes lo destruyeron, es el reflejo de un sistema que desprecia el mérito y exalta la impunidad”.
LUIS FELIPE HENAO